Vuelvo a recibir mensajes que me preguntan por qué algunas columnas mías son censuradas en la edición digital de Público. Lo que más me molesta, si he de ser sincero, es que haya lectores míos que no sean conscientes de su problemática carencia de lógica. Si la dirección de Público quisiera censurarme –cosa absurda: le sería mucho más sencillo despedirme y dejarse de bobadas–, censuraría mis columnas en la edición de papel, no en la edición digital, que tiene mucha menos trascendencia.
Lo que sucede es, en realidad, bastante más sencillo e infinitamente más inocente. La sección de Opinión de Público cuenta con muy poco personal, que los fines de semana se reduce a una expresión cercana a la inexistencia. No da abasto. A veces hay cosas que se le pasan. Por ejemplo, subir a la red la columna sabática de Javier Ortiz. ¿Y qué? Javier Ortiz, que ha sido cocinero antes que fraile durante muchísimos años, entiende esos errores y los disculpa sin torcer el gesto ni lo más mínimo. No hay ningún problema.
Dejémonos de paranoias.
Otorgadme, por favor, ese margen de confianza: cuando tratan de taparme la boca, suelo darme cuenta. Y cuando eso sucede, no me callo.
Comentarios
Escrito por: garrulo.2009/02/02 09:16:33.759000 GMT+1
Escrito por: kroma.2009/02/02 13:25:51.423000 GMT+1