Hay una noticia de la pasada semana que, con los ruidos principales de cada día, olvidé comentar. Bueno, hay muchas que no comenté, y que lo merecían –por ejemplo, el nuevo crimen de Israel, cuya condena por las Naciones Unidas Washington ha vetado (y la UE se ha conformado con «lamentar») o la situación cada vez más angustiosa del Sahara Occidental, que mereció una importante manifestación en Madrid el pasado sábado–, pero se trata de noticias que entran dentro de capítulos generales que ya he tratado en bastantes ocasiones anteriores y sobre los que habré de volver en el futuro bastantes más, por desgracia.
No; la noticia a la que me estoy refiriendo pertenece al género de las insólitas, sin parangón en el pasado y con difícil repetición en el futuro. Nos la dio a conocer El País del viernes, en su página 14, al final del texto de una entradilla y sin destacar particularmente su importancia, citando al semanario Interviu.
Publicaba el diario de Prisa un informe confidencial elaborado por el Departamento español de Política Internacional y Seguridad, adscrito a la Presidencia del Gobierno, en el que se da cuenta resumida de las intervenciones que tuvieron los mandatarios de la UE en la reunión que realizaron el 20 del mes pasado en Finlandia horas antes de entrevistarse con Putin. El acta tiene cierto interés, porque revela la nada elevada opinión que tienen los dirigentes de la UE del presidente ruso y la poca confianza que les inspira.
Pero lo verdaderamente importante no está en el contenido del acta secreta, que tampoco aporta grandes revelaciones, sino en el modo en el que llegó al semanario de Zeta, tal como lo describe El País en la introducción de la noticia. Dice: «Junto a decenas de documentos reservados y confidenciales, el acta fue tirada a la basura hace unos días por funcionarios del Ministerio español de Asuntos Exteriores». Afirmado lo cual, añade que «los informes llegaron a Interviu», sin dar mayores precisiones.
He visto muchas oficinas en las que a diario tienen que destruir documentos (correspondencia particular o de uso interno de la dirección, borradores de proyectos, etc.). En casi todas ellas había máquinas trituradoras de papel, de ésas que convierten las páginas en tiritas como serpentinas. La simple idea de que el Ministerio de Asuntos Exteriores español se deshaga de sus documentos confidenciales inservibles (de todos o de algunos) por el sistema de tirarlos a la papelera me deja verdaderamente estupefacto.
Dicen los manuales de periodismo que el que un perro muerda a una niña no es noticia (*); que la noticia es que una niña muerda a un perro. Ateniéndose a ese criterio, habría que considerar que lo de la basura del Ministerio de AAEE español viene a ser algo así como que mientras la niña está mordiendo al perro llega un señor y se carga a mordiscos a los dos. Un señor sin la menor mala fe, por supuesto.
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(*) Supongo que eso de que no es noticia que un perro muerda a una niña se instaló como tópico periodístico en tiempos muy lejanos. Hoy en día, antes de considerar que un suceso así no es noticia, habría que averiguar: la raza del perro (por si está catalogado como peligroso y andaba suelto), quién en su dueño (por si acaso es famoso) y quién es la niña mordida (por si los famosos son sus padres). De hecho, en los últimos años han sido frecuentes las noticias sobre perros que muerden a niñas (y niños), como todo el mundo sabe.