En mis intentos de comportarme en la vida conforme a los dictados de la Razón, me disgusta la importancia mágica que la mayoría de los humanos asigna a determinadas fechas: santos, cumpleaños, aniversarios, números redondos, salidas y entradas del año, Días de la Madre, Primeros de Mayo, Sietes de Marzo, Aberris Eguna (o sea, Aberri Egunak), etc. En alguna ocasión he bromeado sobre eso escribiendo tonterías tales como: “En recordatorio de que hoy hace justamente dieciocho años, cuatro meses y veinte días del momento en el que…” Bah, bromas.
Ayer llegué a mosquearme por el renovado impulso que la telefonía móvil ha dado a esa manía. Estuve en una comida en la que, de los cinco comensales que éramos, tres dedicaban lo mejor de sus esfuerzos a mandar y recibir, de manera que no sería exagerado describir como compulsiva, mensajes de felicitación del Año Nuevo. Por lo que iban contando mientras accionaban sus pulgares con saña feroz, no había la más mínima duda de que tantos los y las remitentes como las y los receptores de sus mensajes sabían de antemano, sin necesidad de enviar ni recibir nada, que la otra parte siente aprecio por sus personas y les desea lo mejor no sólo para este año 2008, sino incluso también para los siguientes.
La única duda que podía haber es que mis acompañantes tuvieran interés en la comida que nos había congregado. Pero eso es algo muy típico de estos tiempos de ahora. Estás paseando por la calle con alguien y de pronto le oyes decir cosas que no sabes a cuento de qué vienen. Te giras y descubres que está hablando por teléfono con otra persona.
De todos modos, y precisamente porque trato de acomodarme a los dictados de la Razón, ayer me paré a reflexionar sobre el asunto y me di cuenta de que tal vez la principal razón por la que ahora llevo mal el rollo de las felicitaciones de Año Nuevo es que algunas de las felicitaciones que me han acompañado durante buena parte de mi vida se han convertido en imposibles, por desaparición de la otra parte.
Así que, a las 00:05 de 2008 y apesadumbrado por mis propias contradicciones, cogí el teléfono y llamé a mi hija con la muy convencional intención de desearle feliz año.
No hubo nada que hacer. Las líneas estaban saturadas.
Comentarios
Escrito por: Manuel.2008/01/01 10:54:56.493000 GMT+1
http://apuntesdebolsillo.blogspot.com
Aun así, Javier, es infinitamente más agradable felicitar el año nuevo -una convención social gracias a la cual te comes las uvas más rápidas del año- que tener que aguantar un "felices pascuas" o "feliz navidad" de señoras ataviadas con abrigo de bisón.
Todo el mundo desea algo en estas fechas: "deseo que tengas...". De la retórica al sentimiento real hay bastante trecho, pero hemos de soportar la puesta en escena y esperar a que vengan días mejores...
Gracias por este año con tu web y Público.
Escrito por: Alumno de Ortiz.2008/01/01 12:08:42.066000 GMT+1
www.mipropiapropaganda.blogspot.com
Escrito por: juan.2008/01/01 13:20:21.702000 GMT+1
http://ibasque.com
Yo nunca he conocido a J. Ortiz personalmente y seguramente seguirá siendo así. Pero leo todos los días su Dedo en la Llaga y si los hay, sus Apuntes del Natural y muchas veces para leer mas o menos la misma crítica o un comentario de la realidad similar al que la noche anterior estuve comentando con mi mujer. En ocasiones son tan cercanos sus Apuntes que lo sientes casi como si fuese de la familia.
Ella bromea diciendo que claro, leo tanto al Ortiz ese que ya pienso como él. Yo creo que el alejamiento compulsivo de pensamientos mágicos y de ideas de derechas es lo que observando el día a día nos lleva a destinos similares en algunas ocasiones.
No obstante yo también te quiero felicitar Javier. Que tengas un feliz 10 de enero a las 4 de la tarde nuevo y un próspero mes de marzo, cruzando los dedos, como decía un lector en un comentario.
Escrito por: Francisco.2008/01/01 14:12:23.198000 GMT+1
Escrito por: Antonio Gil.2008/01/01 18:03:55.744000 GMT+1
Yo tengo peor mala leche que tu, y no soporto que alguien que esté, comiendo o no, conmigo se dedique a enviar o recibir mensajes o llamadas por el móvil. ¿Qué ha pasado para que, en los últimos tiempos, no sepamos respetar a nuestro acompañante por culpa de un instrumento que, sí, nos permite cantidad de contactos, inpensables hace nada, pero no deja de ser el descarado infiltrado que jode el mínimo momento de intimidad que tan bien habíamos programado? No soporto la falta de respeto que ello supone.
Escrito por: aritz.2008/01/01 19:02:20.185000 GMT+1
Escrito por: aritz.2008/01/01 19:08:23.531000 GMT+1
Escrito por: peregrina.2008/01/01 22:48:52.337000 GMT+1