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2007/08/23 03:00:00 GMT+2

Las calles de Pinto

Leo que el Ayuntamiento de Pinto, gobernado por gente del PP con el apoyo de un grupo afín, ha decidido que las calles de la ciudad no lleven nombres de políticos. Varias, que habían sido bautizadas en homenaje a los ex presidentes del Gobierno de España –los de este último tramo, de régimen parlamentario– y a los diputados que llaman «padres de la Constitución», van a pasar, o han pasado ya, a recibir nombres de artistas renombrados.

Es un criterio discutible.

Me resulta francamente encomiable la decisión de no poner a las calles nombres de políticos. Los vecinos de Pinto –como cualquier hijo de vecino, en general– tienen derecho a que no les obliguen a vivir bajo la advocación de individuos cuyo mero recuerdo lo mismo les repatea.

Alguna vez he comentado el caso particularmente lacerante de Santander, ciudad que es posible recorrer de norte a sur y de este a oeste sin pisar ni una sola calle que no lleve un nombre con referencias franquistas o, en el menos malo de los casos, militantemente derechistas. Pero es que también pueden plantearse otros muchas hipótesis: que el vecino sea de derechas y le toque vivir en la calle Carlos Marx, o que sea nacionalista vasco y le restrieguen por las narices a diario el nombre de Indalecio Prieto, o que sea nacionalista español y le cambien la referencia a Primo de Rivera por la de Sabino de Arana Goiri, como sucedió a la vuelta de la esquina de mi casa natal. (*)

No hay por qué crear más conflictos que los que ya existen por fuerza mayor. Déjense las banderías políticas para su campo de batalla específico y no obliguen al personal a que cargue con ellas hasta en la tarjeta de visita. (Y ya que menciono ese detalle: debería quedar igualmente prohibido bautizar calles con nombres muy largos, que crean un montón de problemas innecesarios. Lo digo con conocimiento de causa, porque soy vecino de una calle que homenajea a un individuo cuyo nombre consta de cuatro palabras, que suman la friolera de 29 caracteres. ¡No os cuento la cantidad de tiempo y de tinta que pierdo escribiendo remites!)

En lo que no estoy de acuerdo con la decisión del Ayuntamiento de Pinto es en su idea implícita de que los nombres de otros personajes famosos, no políticos profesionales, están exentos per se de conflictividad político-ideológica. Por ejemplo: ha decidido mantener el nombre de la calle que lleva el nombre de Juan Pablo II. Aparte del hecho de que el religioso en cuestión fuera un jefe de Estado (el del Vaticano) y por ello tan político como el que más, no parece que sea necesario demostrar que su figura fue y sigue siendo muy polémica. Personalmente, me plantearía incluso no mudarme, por razones de conciencia, a un piso que estuviera en una calle que llevara el nombre de Juan Pablo II, por mucho que me conviniera.

A una escala menor de rechazo, pero no por ello desdeñable, puede plantearse la pleitesía callejera a muchos artistas, escritores, compositores, músicos, etc. A mí no me haría nada feliz vivir en una calle que llevara el nombre de Gerardo Diego, por ejemplo. ¿Por qué tengo que contribuir a homenajear a un señor que escribía sonetos alabando a la Falange y a la División Azul?

Puesto que lo de los nombres de las calles y los números de los portales no es, en realidad, sino un sistema para permitir la localización de las viviendas, ¿no sería preferible adoptar un método aséptico, sin ninguna interferencia emocional, como el que permite situar un objeto en el globo terráqueo? Cuando se trata de eso, te apuntan: latitud tal, longitud cual. Y asunto concluido. No te dicen: “Tolomeo, 12”, o “Magallanes, 764”.

En muchas ciudades de los EEUU está generalizada la utilización de un recurso muy socorrido: las llaman por números. Tiene la ventaja adicional de que así sabes mucho mejor dónde te encuentras: si vas a la 5 y estás en la 2, te faltan tres para llegar. Y si vives en la 5 y hay un golpe de Estado fascista, tu calle sigue siendo la 5 (si es que no te mandan a un campo de concentración, claro).

De modo que mi punto de vista no coincide realmente con el aplicado por el Ayuntamiento de Pinto. Mi opinión está, como quien dice, entre Pinto y Valdemoro.

Nota de edición: Javier publicó una columna con el mismo título e idéntico contenido en El Mundo: Las calles de Pinto.

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(*) Añadido posterior.– Rigurosamente falso. La calle Primo de Rivera, del barrio de Gros, en Donostia, fue rebautizada "Gran Vía", sin más. ¿De dónde me saqué yo lo de Sabino Arana? Ni idea. Quizá se habló de esa posibilidad y luego quedó en nada, pero yo lo he retenido en la memoria. Hay montones de ciudades de Euskadi que tienen dedicada una calle a Sabino de Arana-Goiri (Bilbao entre ellas), pero San Sebastián no.

Escrito por: ortiz.2007/08/23 03:00:00 GMT+2
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