He recibido una misiva que se refiere a lo que publiqué hace días sobre la concepción de la arquitectura que tiene Santiago Calatrava. Basta con leerla para imaginar dónde trabajan quienes la han inspirado.
La copio porque tiene su miga. Dice:
«Es verdad que Calatrava no piensa en los usuarios de sus instalaciones. Los trabajadores de las oficinas de AENA en “La Paloma”, que es como se llama la terminal, están metidos en cuchitriles sin ventanas, unas mesas junto a otras, sin paredes que los separen. Deben turnarse para hablar por teléfono. Además, Calatrava se opone a cualquier modificación en el edificio, como poner vallas protectoras en el tejado para los trabajadores o poner un punto de luz en el pico de "La Paloma" para evitar una amplia zona de sombra en la plataforma. Si al final ha tenido que ceder ha sido por que la ley le ha obligado. Ahora le han tenido que conceder el cerramiento de la zona de llegadas, aunque había otras ofertas mucho más baratas. Por cierto: el cemento blanco del que está hecha en parte “La Paloma”, procedente de la cantera de algún familiar suyo, ya está negro por la humedad.
»Otra obra suya fue la torre de control. Aquí se le ocurrió hacer lo que probablemente no se ha hecho en ninguna torre de control del mundo: poner la sala de equipos en la planta baja, por debajo del nivel del suelo. Por supuesto, en cuanto llovió se inundó, con lo que hubo que gastar otros cuantos millones en solucionarlo. Por supuesto que no los pagó él. Aunque la culpa no es suya, sino de quienes siguen contratándolo conociendo su reputación de chapucero y jeta.»
El o los remitentes de la carta no me dicen de dónde se han sacado que la piedra proceda de la cantera de un familiar de Calatrava, de modo que me veo obligado a relativizar la afirmación. Todo lo demás lo considero muy verosímil, en parte porque no es la primera vez que lo oigo, y en parte porque lo he sufrido en persona.
Hace tiempo me llegó otro correo electrónico en el que otros trabajadores del aeropuerto de Loiu (localidad en la que se sitúa “La Paloma” en cuestión) me contaban que la instalación de las cintas transportadoras de los equipajes es tan disparatada que, cuando sufren averías, hay largas disputas entre los mecánicos, porque para acceder al mecanismo hay que reptar por un espacio tan estrecho que nadie con un mínimo de claustrofobia puede soportarlo.
Está también la gracia de los asientos de las salas de embarque, que son muy pocos, pero incomodísimos. Yo me he acostumbrado a pasar los largos tiempos de espera –frecuentes, dadas las condiciones meteorológicas de la zona y las dependencias propias de un aeropuerto de segunda– sentado sobre los aparatos de calefacción y aire acondicionado, que no plantean demasiados problemas: si pones tu chaqueta a modo de cojín no resultan demasiado hostiles, y además casi nunca están en funcionamiento. El mayor inconveniente es que los ha puesto en una zona absurda e innecesariamente abuhardillada. Pero cuando le coges el truco apenas te das coscorrones.
También oí las quejas de los encargados de limpiar las cristaleras laterales, que son de auténtica coña, porque están en pendiente. Por dentro la limpieza es difícil y un tanto arriesgada, pero por fuera sólo podría realizarla en condiciones el propio Spiderman. La solución a la que han llegado es no limpiarlas. Con el tiempo es posible que la gente acabe pensando que son vidrieras.
Constatado todo lo cual, citaré las palabras que pronunció el caballero Calatrava en el acto de inauguración de su pesadilla aeroportuaria. Dijo: «Es un mensaje de amor a estas tierras».
Un par de lectores me han escrito diciendo que mi problema es que no entiendo el arte de Calatrava. Me da que no se han enterado de que no es mi deseo discutir sobre arte, aunque podría hacerlo. Discuto sobre obras de uso público que me toca soportar todas las semanas. Todas. Desde hace años. Los catarros del personal que espera viajeros al aire libre no son ninguna obra de arte. El sufrimiento de las hemorroides de quienes confían en acabar volando no es arte. Las goteras que padece el edificio no son arte, salvo que don Santiago tuviera previsto crear fuentes internas y luego se le fuera el santo al cielo.
Y ya que estamos en ello (y aunque de esto no tenga la culpa Calatrava, que yo sepa): los 20 euros de media que cuesta un taxi que te traslade de Loiu a Bilbao tampoco son arte. Cierto que hay un autobús que realiza ese trayecto, pero para mí que el servicio está organizado por la compañía de auto-taxis: su horario prescinde olímpicamente de la llegada de los aviones, con lo que casi nunca te libras de aguardar su llegada del orden de 20 o 25 minutos.
Para acabar de dar salida a mi cabreo cósmico, añadiré que, para más inri, odio a las palomas, bichos transmisores de enfermedades, cagadores sin cuento, y parásitos tan injustamente mitificados como el propio Calatrava.
Comentarios
Buenos días.
Escrito por: Omari.2007/11/04 10:09:42.017000 GMT+1
Si vas a esperar a un viajero que llega al aeropuerto de Loiu, has de esperarle en la calle.
No hay zona "cubierta" para esperar a los viajeros.
Y ésto teniendo en cuenta que en Bilbao casi no llueve no tiene mucha lógica.
Bueno, igual tanta como el resto.
Escrito por: melo.2007/11/04 11:55:32.860000 GMT+1
http://enlaos.wordpress.com/
Escrito por: amenofis.2007/11/04 20:24:51.451000 GMT+1
¡A mí como que me da un poco igual!
Escrito por: notodos.2007/11/04 22:57:14.366000 GMT+1
amenofis: ¿quienes sois TODOS? ¿has hecho algún sondeo de opinión?
Escrito por: ganorabako.2007/11/05 08:45:28.192000 GMT+1
Escrito por: una más.2007/11/06 00:57:47.493000 GMT+1
Nadie es perfecto señor Ortíz. Y debo confesarle que estaría dispuesto a leerle con mucho interés si escribiera sobre ARTE, sobre ARQUITECTURA o sobre URBANISMO. y si se centra sobre las recientes intervenciones en San Sebastian, mejor. ¿Que opina del Kursaal?
Saludos
Escrito por: serranoarq.2008/01/04 13:07:52.939000 GMT+1