Aunque aún pendiente de repararme por dentro (la maldita gripe no me abandona del todo), he venido al Mediterráneo para evaluar los desastres provocados en mi terruño por el vendaval. He comprobado que algunos daños sí que ha sufrido. El principal de ellos es que el viento –que alcanzó por aquí los 150 kilómetros por hora, según me han dicho– me ha derribado un tejadillo de chapa y ha destrozado una persiana exterior, de las viejas de Gradulux que tanto se veían en las oficinas de hace años. Aparte de eso, tengo varios tiestos destrozados, tres pitas derribadas y algunas ramas de pino por los suelos. O sea, ninguna tragedia de mayor envergadura. Ya me las arreglaré para ponerlo a punto.
Ayer por la tarde todavía soplaba un ventarrón considerable, pero por la noche cesó. Fue una delicia tener la oportunidad de contemplar el cielo, limpísimo y totalmente estrellado. Encendí la chimenea y me dediqué a holgazanear, leyendo y oyendo música.
Por resumir: no hay nada como tener una excusa para escapar de Madrid.
Comentarios
Escrito por: Samuel.2009/01/28 08:42:49.568000 GMT+1
www.javierortiz.net/voz/samuel