Los mensajes políticos se simplifican hasta extremos absurdos, disparatados. En eso, los maestros son los «oiga, mirusté» del Partido Popular, a los que les importa un bledo que lo que estén diciendo no tenga la menor apoyatura en los hechos. Ellos insisten erre que erre en sus acusaciones extravagantes, convencidos de que hay una parte considerable de la opinión pública, mucho más proclive a parlotear en la barra del bar que a documentarse, que se quedará con su copla.
Rajoy se ha especializado en la variedad más extrema de esta técnica. Consiste en renunciar a aportar cualquier tipo de dato o hecho que pudiera justificar sus afirmaciones, que respalda pura y exclusivamente en su convicción. Día a día, tras soltar los dos o tres «oiga, mirusté» reglamentarios –que le son tan caros como a Felipe González le eran los «porconsiguiente»– lanza la acusación que sea, cuidándose de precederla de la coletilla multiusos de moda: «Tengo la convicción de que…».
Ejemplo, típico de estas fechas electorales que corren: él dice que Zapatero mantiene conversaciones secretas con ETA y que ha llegado con la organización terrorista a acuerdos que no confiesa. ¿Cómo lo sabe? ¿En qué se concretan esos supuestos acuerdos? ¿Qué pruebas tiene de lo que dice? ¿De dónde se lo saca? ¡De su convicción! Él está convencido de que es así, y con eso basta.
Desde hace un par de días estamos en plena campaña cayuco-electoral. El guión es sencillo: «Por culpa de las regularizaciones masivas de inmigrantes ilegales que realiza el Gobierno de Zapatero, las costas canarias se están llenando otra vez de cayucos». Respuesta: 1º) Hace ya mucho tiempo que no se ha producido ninguna legalización masiva que afecte a la situación de los inmigrantes sin papeles; 2º) Las medidas que se han tomado al respecto en los últimos meses han sido todas ellas restrictivas; 3º) La afluencia de cayucos a las costas canarias es inferior a la de otros años por estas mismas fechas; 4º) La entrada de inmigrantes vía Islas Canarias es mínima en comparación con la que se produce a diario a través de aeropuertos y por tierra, a través de la frontera con Francia…
Y 5º (y más importante): la llegada de inmigrantes sin papeles se debe a la existencia de empleadores que ofrecen trabajo sin papeles. Es de cajón: si se produce la oferta, es porque existe demanda. Es falso que los inmigrantes africanos acudan a España porque entre nosotros hay riqueza y bla-bla-blá. Vienen –los que no están de mero paso– porque saben que pueden conseguir trabajo, del tipo que sea. Furtivo, muchas veces. Y Rajoy tiene que saber, a nada que haya querido enterarse, de que la gran mayoría de esos empleadores furtivos tienen sus negocios en zonas en las que el PP está sólidamente asentado y en las que no sólo no hace nada por acabar con el empleo ilegal, sino que lo protege.
Pero todo eso da igual, oiga, mirusté.
Estoy esperando a ver cuánto tarda Rajoy en decir que lo de los cayucos es resultado de un acuerdo entre Zapatero y ETA. Apoyándose, por supuesto, en que él tiene la convicción de que es así.