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2008/06/18 05:00:00 GMT+2

Alberto y Elena

Estuvimos ayer comiendo con Alberto Piris y su mujer, Elena, que hicieron parada y fonda en Madrid de camino para Rusia y Ucrania.

Supongo que todos sabéis quién es Alberto Piris: general de artillería en la reserva, reputado analista de guerras y conflictos internacionales, políglota –habla y escribe algo así como seis o siete idiomas, incluido el ruso– y, desde hace ya muchísimos años, hombre de profundas convicciones pacifistas.

Lo que no tenéis por qué saber de él, y por eso lo digo, es que, además, es una persona extremadamente educada y muy cariñosa, amante de la buena música y de la buena literatura… y una joya como amigo.

Hace tiempo que bromeamos entre nosotros sobre lo curioso que resulta que un militar procedente de las Fuerzas Armadas del franquismo –de cuyo mando fue disintiendo cada vez más, hasta la disensión ideológica y política total– y alguien como yo, que me inicié haciendo panfletos para la izquierda radical vasca, llegáramos con los años a coincidir en tantas opiniones y en tantas críticas.

Nuestra amistad debe de haber sobrepasado ya las dos décadas.

Ayer descubrimos otra coincidencia más. Nos dijo con su divertida socarronería: “Lo que más odio de viajar… es viajar”. Y le entendí al instante, porque a mí me pasa lo mismo. No tendría ningún inconveniente –más bien todo lo contrario– en pasear mañana por las calles de Kiev, como harán Elena y él, pero la idea de hacer las maletas, ir al aeropuerto, facturarlas, pasarme horas en un avión con las piernas encogidas (y eso que los dos somos bajitos), ir a un hotel, inscribirme, enterarme de cómo funciona, deshacer las maletas, etc., etc., se me hace también de lo más cuesta arriba. “¡Ah, si fuera posible chasquear los dedos y estar ya en el destino! Sería fantástico, ¿verdad?”, comentamos.

Es la principal razón por la que yo hago tan poco turismo. Pero no la única. La otra, también importante, es que cuando salgo de viaje no puedo llevármelo todo, y cada vez dependo más de mis cosas: mis ordenadores, mis equipos de música, mi discoteca, mis diccionarios, mis libros de referencia, mis parabólicas… “Mis”, “mis”, “mis”: a fuerza de tener cosas, llego a dudar si no será que las cosas me tienen a mí.

Alberto es mucho más sobrio que yo, pero me da que también él tiene ritos y objetos auxiliares de los que le cuesta un montón separarse. Me consta, por ejemplo, que no le hace ninguna gracia prescindir de su baño matinal en la playa, cerca de su casa, en la isla de Gran Canaria. Todos los días van Elena y él, antes de que lleguen los turistas, y nadan un rato bajo el tibio sol de la primera mañana. ¡Cómo no echar de menos algo así!

En esta vida hay tesoros impagables. Uno, y principal, son los amigos. Por fortuna, nosotros tenemos bastantes: buena gente que va dignificando la Tierra.

Elena y Alberto son dos de ellos.

Cada vez que los veo recupero algo de fe en la raza humana.

Escrito por: ortiz.2008/06/18 05:00:00 GMT+2
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2008/06/15 07:15:00 GMT+2

Correspondencia

En tiempos, los periódicos y revistas solían meter una advertencia formularia que venía a decir, con unas u otras palabras: “No mantenemos correspondencia sobre originales no solicitados”. Yo no tengo ninguna norma fija con respecto a las misivas que me mandan los amigos que tienen mi dirección electrónica personal (a menudo me escriben para contarme algo que no requiere respuesta), pero sí me fijé una regla para los comentarios que escriben a Público algunos lectores de ese diario: no es que no los responda; es que ni siquiera los leo.

Tengo dos razones para ello.

La primera es sencilla: prefiero dedicar mi existencia a otros menesteres. Hace ya tiempo, un menda logró sacarme una carcajada cuando me escribió: “Póngame en contacto con su secretaria para...” (lo que fuera; no recuerdo qué). ¡Mi secretaria! Desde que en 2000 me di de baja como subdirector de El Mundo, mi secretaria soy yo. Soy mi patrón, mi Redacción y mis oficinas, todo en una sola pieza ambulante. Si pretendiera responder a “los originales no solicitados” que me llegan todos los días, festivos incluidos, tendría que dedicar media jornada a la tarea. No es plan.

La segunda razón es que, por lo que vi al principio y me suelen confirmar quienes sí echan una ojeada a los mensajes enviados a Público por algunos lectores, muy buena parte de ellos proceden de comentaristas que cabría calificar de profesionales. Son casi siempre los mismos, que no sólo escriben todos los días, sino incluso varias veces al día. Se ve que tienen mucho tiempo libre y pocas ocupaciones alternativas. “Serán funcionarios”, digo yo de coña, para enfado de mis amigos funcionarios. No tengo nada en contra de que haya gente que se entretenga así, pero sí de que trate de entretenerme así.

“¿No te importa la opinión de los lectores?”, me preguntó hace días una amiga. Y le respondí: “Claro que me importa. Pero me importa la opinión del conjunto; no la de diez o doce, que ignoro en qué medida son representativos, si es que lo son de algo”.

Se afirma sin parar que Internet ofrece unas inmensas posibilidades de comunicación, y es verdad. Pero no estoy de acuerdo con que eso sea obligatoriamente positivo. Depende de con quién te comunique y de las ganas que tengas de comunicarte. Me recuerda a aquella cosa que algunos supuestos graciosos escribían hace años en las puertas de los WC públicos: “Masturbarse está muy bien, pero follando se conoce gente”. Siempre tuve ganas de escribir debajo: “¿Y quién te ha dicho que con eso sales ganando?”

Escrito por: ortiz.2008/06/15 07:15:00 GMT+2
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2008/06/14 10:00:00 GMT+2

Alfonso Guerra

Hace un rato, según fregaba los cacharros de la cena de ayer (por cierto: no parece que haya envenenado a nadie con mis veteranas almejas a la marinera, que al final acompañé con tallarines), he estado oyendo un resumen informativo semanal que incluía unas declaraciones de Alfonso Guerra.

Nunca acabará de sorprenderme la petulancia de este personaje, que lleva décadas dándose ínfulas de teórico sin saber de la misa la media. Suelta con gran solemnidad las mayores chorradas y los periodistas las recogen como si fueran reflexiones de la mayor hondura, con lo que sólo demuestran que su ignorancia es todavía mayor.

No me he tragado la entrevista entera, porque tenía otras cosas que hacer, pero me ha dado tiempo a oírle tres afirmaciones demostrativas de la frivolidad de sus sentencias.

Primera: ha afirmado que el movimiento obrero surgió a finales del siglo XIX. No vale la pena refutar semejante memez. Que alguien le preste una enciclopedia. Se enterará de que ya en 1834 había en Inglaterra sindicatos con mucho peso y que en el resto de la Europa en vías de industrialización el asociacionismo obrero llevaba para entonces un buen tramo recorrido.

Segundo: ha pretendido que una seña de identidad del socialismo ha sido siempre su defensa del internacionalismo y su hostilidad al nacionalismo. Lo peor no es que se olvide de que el viejo socialismo histórico ponía buen cuidado en distinguir el nacionalismo de la nación opresora del nacionalismo de la nación oprimida. Lo peor es que algo así lo diga alguien que pertenece a uno de los partidos socialistas que llevaron al movimiento obrero a la escisión en los inicios de la I Guerra Mundial precisamente porque traicionaron los principios internacionalistas y decidieron respaldar a sus respectivas burguesías nacionales en guerra. “Socialpatriotismo”, se llamó a eso. Fue el nacionalismo –pero el nacionalismo de gran potencia– el que provocó la escisión entre socialistas y comunistas. Alfonso Guerra (también es coincidencia el apellido) debería hacerse la misma pregunta que se hizo Jacques Brel en una de sus últimas canciones: “¿Por qué mataron a Jaurès?”

En fin, ha colmado mi paciencia cuando  le he oído quejarse, con tono de estar diciendo algo muy profundo, de que haya socialistas que prestan hoy en día más atención a la lucha por la igualdad de derechos entre los sexos que al combate por la igualación económica entre ricos y pobres. ¡Quién y él, vicepresidente que fue de un Gobierno que sirvió los intereses del capitalismo internacional y de la hez financiera local con el desinhibido entusiasmo propio de los conversos! ¿Quisiera que volvieran los buenos viejos tiempos de la lucha obrera, cuando su Gobierno mandaba a los antidisturbios a reprimir las manifestaciones de los trabajadores contra la reconversión industrial salvaje? Tendrá jeta.

Alfonso Guerra ha vivido toda su carrera política en un permanente ejercicio de impostura, dándoselas de audaz radical cuando nunca ha tenido valor para plantar cara a nada –y menos todavía al poder de su supuesto gran rival, Felipe González, que lo manejó una y otra vez a su antojo– y pretendiéndose jacobino, olvidando que el centralismo español a lo Pepe Bono o Rodríguez Ibarra no tiene comparación posible con el ideario de Robespierre, porque ni Madrid es París, ni España es Francia. No es ni mucho menos lo mismo ser centralista en una sociedad en la que el centro es la principal fuerza motriz económica, política e intelectual del conjunto, que ser centralista en un Estado en el que la capital llegó a serlo por razones militares y administrativas, cuando las fuerzas más dinámicas y modernizadoras residían en la periferia.

Qué cruel es a veces el destino. Alfonso Guerra es ahora un político intrascendente, desdeñado por su propio partido (ni siquiera lo invitaron al mitin de cierre de la última campaña electoral andaluza), que sólo logra cierta notoriedad cuando hace declaraciones centralistas o machistas, al gusto de los Jiménez Losantos y compañía.

No es cierto que todo el mundo se gane lo que se merece. Pero algunos sí.

Escrito por: ortiz.2008/06/14 10:00:00 GMT+2
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2008/06/13 05:00:00 GMT+2

El síndrome del desabastecido

Me temo que la huelga de los transportistas y armadores de barcos de pesca me ha traído problemas de abastecimiento. Creo que compré muchas más provisiones de las necesarias.

Empecé por acopiar gasolina. La idea de verme perdido sin gasolina en mi casa de la montaña alicantina, donde estoy refugiado estos días, sabiendo que es un lugar casi inaccesible sin coche, me asustó. De modo que no sólo cargué a tope el amplio depósito de mi ávido Renault sino que, ya puesto, me bajé al pueblo una pila de garrafas de diez litros y las llené también.

Tener un cierto stock de combustible me conviene. En esta zona mediterránea son frecuentes los cortes eléctricos, lo que contrarresto con un pequeño generador que funciona con gasolina, gracias al cual aseguro que no me falle lo esencial cuando Iberdrola falla. O sea, que no me sobra contar con una cierta reserva. Pero el porrón de litros que compré no los gasto ni en dos años, por mucho que Iberdrola se empeñe en hacerme reír echándose ella sola piropos televisivos diciendo “Lo hemos hecho bien”, cuando tiene más cortes que una sastrería entera.

Bueno. Supongo que, así que pase esta crisis del transporte (espero que el Gobierno no pretenda que también a lo de los camiones lo llamemos “desaceleración”), no tendré más remedio que sacar un embudo bien gordo e ir metiendo toda esa barbaridad de litros de gasolina en el depósito del coche.

Con lo de la comida también me pasé varios pueblos. Obsesionado con las historias que presagiaban los medios de comunicación sobre mercados vacíos, carentes de pescados, carnes, frutas y verduras, paré el lunes en un híper que me pillaba de camino a casa y compré de todo. A decir verdad, no de todo, pero casi. Pescado (¡pescado en lunes!), carne, ensaladas... En mi fervor consumista, hasta compré un coco procedente de Costa Rica, que me hizo meditar ayer más que a Hamlet la calavera de Yorick. (¿Hemos de defender incondicionalmente las importaciones agrícolas del Tercer Mundo si luego nos mandan productos que no saben estrictamente a nada, ni siquiera mal?)

Ahora tengo un frigorífico que parece él mismo un híper. Llevo desde el lunes atiborrándome de comida, pero no porque tenga un hambre voraz, sino para no verme obligado a tirarla. Ayer le dije por teléfono a mi mujer que tengo preparadas unas almejas a la marinera para comerlas cuando lleguen esta noche ella y dos amigos que la acompañan desde Madrid y me preguntó, escamada: “¿Unas almejas cocinadas el lunes para comerlas el viernes?”. Me mosqueé, pero sólo porque comprendí que tenía razón y que, por mucho que las haya mantenido desde el lunes bajo frío intenso, a lo peor provoco una intoxicación colectiva.

Si no fuera un bobo y hubiera hecho caso omiso de toda la verborrea alarmista de los medios de comunicación, es decir, si hubiera comprado lo de siempre y en las cantidades de siempre, no sólo me habría ahorrado dinero y preocupaciones, sino que habría podido bajar cualquier día de éstos a comerme un arroz frente al mar, con el solete tan majo que hemos tenido a ratos. Pero no podía hacer eso. Tenía que dar salida a todo lo que llenaba mi frigorífico.

Maldita sea mi estampa.

Escrito por: ortiz.2008/06/13 05:00:00 GMT+2
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2008/06/11 07:00:00 GMT+2

Patxi Ibarrondo

Patxi Ibarrondo, director del desaparecido semanario La Realidad, se encuentra en la indigencia. La ejecución provisional de una sentencia que le condenó en 2001 por “mancillar” el honor del entonces secretario general del PP cántabro, Carlos Sáiz, ha llegado hasta el embargo de la cuenta bancaria donde se le ingresa la pensión que recibe por su invalidez absoluta. El próximo sábado, 14 de junio, tendrá lugar en Madrid un homenaje popular a La Realidad y al que fuera su director, Patxi Ibarrondo. El homenaje ha sido organizado por el periódico Diagonal y por Nodo50. (Véanse detalles al final de estas líneas). Los amigos de La Realidad me invitaron a participar en el acto, cosa que habría hecho con mucho gusto, pero que me es imposible porque este sábado no estaré en Madrid. Quedé con ellos en mandarles unas líneas de adhesión, que son éstas que siguen.

En estos días se ha celebrado un juicio contra Federico Jiménez Losantos por haber insultado gravemente a Alberto Ruiz Gallardón. Desde su púlpito de la COPE, Losantos ha venido acusando a Gallardón de todo. Incluso llegó a pretender que sabía lo que pensaba (y callaba) el alcalde de Madrid: afirmó que le importaban un bledo las víctimas del 11-M, que ya es decir. Pese a lo cual, ahí sigue tan campante practicando el matonismo radiofónico y forrándose a cuenta de la Conferencia Episcopal y El Mundo.

Al lado de lo que Losantos vomita cada mañana en la COPE, las críticas y los sarcasmos que Patxi Ibarrondo escribía semanalmente en las páginas de La Realidad no pasaban de ser pías plegarias franciscanas.

Es oportuna la comparación para constatar lo diferente que resulta ser lameculos de alguna gente poderosa o no bailarle el agua a nadie.

Patxi incurrió en el mayor delito que puede cometer hoy en día un periodista: ser independiente. El independiente es sospechoso, por principio. Y, si no tiene asideros especiales, resulta laminado a la primera de cambio.

Patxi cometió otro error: amar a Cantabria, pese a todo. Si hubiera concluido que intentar hacer periodismo valiente en Cantabria es como tratar de ser honrado en la Mafia y hubiera huido, viniéndose a Madrid, por ejemplo, lo mismo habría logrado que lo contratara algún periódico con ganas de adornarse con alguna rareza, para darse aires de plural.

Pero decidió no sólo aguantar al pie del cañón, sino dispararlo contra los sinvergüenzas de aquella tierra, que a fe que abundan.

Patxi: has sido un ingenuo, y así te ha ido.

Bendita sea tu ingenuidad. Y ojalá cundiera.

__________

DETALLES DEL ACTO:

CENA HOMENAJE 14 de junio 20:30
SITIO: Solar de Lavapiés. Calle Olivar 48. Metro Lavapiés.

BONO APOYO PARA RESERVAR CUBIERTO: 20€ (10 cena + 10 apoyo) y bono de apoyo plus 25€ (10 cena + 15 de apoyo).

SITIOS DONDE ADQUIRIR BONOS
 Los bonos se pueden adquirir en:
FreePress, calle de la Fe nº 10, Metro Lavapiés
Ecologistas en Acción, calle Marqués de Leganés 12, metros Callao y Noviciado
Ateneo Republicano de Vallecas, calle Arroyo del Olivar 79, metro Buenos Aires
Traficantes de Sueños, calle Embajadores 35 Local 6. Lavapiés
La Luciérnaga, calle Marqués de Toca 5 Metros Antón Martin y Lavapiés
La Tertulia, Carabanchel 19. Getafe.

Si quieres hacer una aportación económica en apoyo a Patxi puedes hacerlo en esta cuenta bancaria:
Caja Madrid 2038-1179-41-6000445385.  Concepto "Apoyo a Patxi Ibarrondo"
Debes poner tu nombre y apellidos como ordenante del ingreso.

Si quieres reservar tu bono desde fuera de Madrid escribe a ayuda@nodo50.org o llama al teléfono 915488348

Escrito por: ortiz.2008/06/11 07:00:00 GMT+2
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2008/06/10 07:45:00 GMT+2

Pues porque no

A veces el espacio del que dispongo para las columnas diarias que saco en Público se me hace largo, porque lo que quiero explicar me cabe en menos líneas, y otras –la mayoría– me resulta insuficiente y me obliga a dejar fuera ideas y argumentos que me fastidia no incluir. Es culpa de lo que suelo llamar “la dictadura del maquetariado”: aunque siempre ha sido más o menos así (“Hazme 30 líneas sobre eso”, te decía el redactor-jefe), hoy en día las maquetas de las páginas son totalmente rígidas, y llevo nueve meses haciendo columnas con un máximo de 2.200 caracteres, como en tiempos las hacía de 2.800 para El Mundo, y a eso me atengo.

Hoy ha sido uno de esos días que más me ha tocado las narices no poder explayarme y contestar a las falsedades que están difundiendo los dirigentes del PSOE, empezando por ese falsario compulsivo que es Alfredo Pérez Rubalcaba.

Ayer les oímos decir sin inmutarse que el PSOE siempre ha rechazado el derecho de autodeterminación para Euskadi. Es falso, y hay pruebas documentales, y hasta gráficas, que lo demuestran. Todos recordamos la fotografía de una manifestación, realizada en tiempos de la Transición,  en la que se ve a Txiki Benegas y otros miembros de su partido sujetando una pancarta favorable a la autodeterminación de Euskadi.

La otra falsedad que volvieron a evocar ayer, con tono de estar formulando una verdad irrefutable, es que el derecho de autodeterminación que recogen los tratados internacionales se refiere exclusivamente a los países con procesos de descolonización pendientes, razón por la cual, según ellos, no tiene posible aplicación en Euskadi.

Ésa es, para empezar, una falsificación del concepto, porque los primeros teóricos del derecho de autodeterminación de los pueblos fueron europeos que lo pusieron en circulación para referirse a problemas europeos. Sólo más tarde, y por extensión, se empezó a utilizar para referirse a los derechos de las colonias y las neocolonias.

En segundo lugar, es un intento de tomar el pelo a la ciudadanía que, a nada informada que esté, sabe que la apelación al derecho de autodeterminación de los pueblos ha sido constante durante los últimos decenios para justificar el constante baile de fronteras que se ha vivido en Europa central, en los Balcanes, en los países bálticos y en el sur de la ex URSS. ¿Eslovaquia era una colonia?¿Lo era Croacia? ¿Lo era Ucrania? ¿Y Kosovo?

La mayoría de los estudiosos del derecho de autodeterminación coinciden en que el problema crucial, desde el punto de vista jurídico teórico, es decidir qué requisitos son necesarios para que una determinada comunidad humana pueda ser calificada de “pueblo”. Pero, para desgracia de los prestidigitadores ideológicos del PSOE, esa cuestión no se plantea en relación al pueblo vasco, cuyo carácter de pueblo y nacionalidad está reiteradamente recogido en las más altas leyes del Estado español.

Más valdría que fueran sinceros y dijeran claramente: “Pues porque no”.

Escrito por: ortiz.2008/06/10 07:45:00 GMT+2
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2008/06/09 06:00:00 GMT+2

Hillary Clinton

Reconozco que, como soy un pijotero proclive a la divagación, llevo varios días mosqueado por un asunto totalmente lateral: la costumbre social de algunos países supuestamente avanzados que obliga a las mujeres que se casan a despojarse de su apellido de solteras para adoptar el de sus maridos. Hillary Rodham contrajo matrimonio –me encanta el verbo– con William J. Clinton. Vale: fue su decisión. Pero, ¿qué necesidad tenía de anular su identidad hasta el punto de pasar a apellidarse como el futuro ligue de Monica Lewinsky?

Por estas tierras, las costumbres de ese tipo, que nunca fueron tan extremas, han decaído. Aquí se solía decir cosas como “María Estévez de Ortiz”, para indicar que la señora (mi madre, en este caso) se había matrimoniado con un individuo apellidado Ortiz (mi padre, en este caso). Era un tratamiento odioso, porque daba a entender que la mujer pertenecía al hombre, pero por lo menos ella conservaba su apellido de soltera. (Por cierto que ese tratamiento dio origen a casos bastante chuscos, como el que se produjo cuando la hija de Ramón de la Sota, naviero vasco, quiso casarse con el hijo de otro prohombre vizcaíno, de apellido Bastos. Todos coincidieron en que había un problema en que la chica acabara llamándose Sota de Bastos.)

Pero algo me dice que Hillary Rodham ha seguido usando el apellido Clinton y apoyándose para todo en su volátil consorte por razones exclusivas de calculada ambición personal.

Admito que esa mujer me resulta odiosa.

Odio la frialdad con la que abordó las mentiras de su marido (ojo: he dicho las mentiras, no las infidelidades. Cada cual sólo está obligado a ser fiel a sus promesas).

Odio el espíritu calculador con el que ha ido dibujando su línea política, amoldándola a los intereses de sus promotores.

Odio su retórica, que parece salida de una academia de marketing.

En fin, y por resumir: que será más bien delgada, pero me cae gorda.

Escrito por: ortiz.2008/06/09 06:00:00 GMT+2
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2008/06/04 06:00:00 GMT+2

De calles y libros

La calle de en medio.– Contaba en privado un ministro de Aznar, en los tiempos en los que el actual jefe de la FAES ejercía de presidente de Gobierno, lo difícil que resultaba tratar asuntos oficiales con él. Lo explicaba así: “Entras en su despacho, te sientas, le informas… y él se queda mirándote sin mover un músculo. Imposible saber si está a favor o en contra. Cuando acabas, te despides y te vas desazonado, preguntándote si pensará que lo estás haciendo bien o que eres un zote”.

Cuando fue jefe de Gobierno y presidente del PP, Aznar practicó con los suyos un estilo de dirección perfectamente dontancredista, o de jugador de póquer, si se prefiere. Basaba su autoridad en la impenetrabilidad y el silencio hierático. No soltaba prenda, ni siquiera en la intimidad, como reveló sin querer en cierta ocasión Ana Botella, que pidió en una cena de amigos a su marido que contara cómo veía la negociación con ETA… ¡porque ella tampoco lo sabía!

Habiendo tenido en palmitas a un líder así, obedeciéndolo con respeto reverencial, resulta casi de broma que los actuales disidentes del PP reprochen a Mariano Rajoy su supuesta “falta de diálogo”.

Rajoy no habita en ninguna torre de marfil, solemne y engreído, como Aznar. De hecho, es bastante accesible y transparente. Demasiado, visto desde el ángulo de sus intereses. Lo que le sucede es que vive en un estado de perplejidad e indecisión permanente. Es un hombre irresoluto. Y eso, en política, no es que sea malo: es fatal. En su oficio, resulta preferible tomar decisiones y equivocarse que no saber por dónde pilla la calle de en medio.

Libros.– Estoy bastante satisfecho en tanto que director de colección de la editorial Foca, integrada dentro del grupo Akal. Acabamos de poner en el mercado tres libros de franco interés: Las fronteras se cruzan de noche, de Xaquín López, El rompecabezas cubano, de Fernando Ravsberg, y Ensayo sobre el subdesarrollo (Latinoamérica, 200 años después), de Augusto Zamora.

Quienes me leen desde hace años saben que no soy dado a publicitar productos comerciales, de modo que, si digo que estos libros son buenos, es porque lo creo de verdad.

El libro de Xaquín López, veterano reportero de TVE especializado en conflictos africanos, es una acerada denuncia de las nuevas modalidades de esclavitud infantil en la zona del Golfo de Guinea. Estremecedor.

El uruguayo Fernando Ravsberg es corresponsal de la BBC en La Habana. Su libro ofrece un amplio conjunto de breves instantáneas de la sociedad cubana, piezas que cada cual es libre de colocar como le parezca para hacerse un retrato personal de la realidad actual de Cuba. Es cualquier cosa menos una caricatura simplista.

En fin, last but not least, el libro de Augusto Zamora R., profesor de Derecho Internacional en la Universidad Autónoma de Madrid y actual embajador de Nicaragua en España, está destinado a provocar no pocas polémicas políticas, en la medida en que pone en solfa, datos en mano, muchos mitos de la versión bolivariana de la Historia de América Latina, que queda mucho menos épica de lo que los detractores del colonialismo español hemos dado por supuesto durante demasiados años. Zamora se ha especializado en buscar la verdad en los hechos sin importarle lo antipáticos que puedan resultar los resultados de su búsqueda. Una actitud que despierta todas mis simpatías.

Escrito por: ortiz.2008/06/04 06:00:00 GMT+2
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2008/06/03 06:45:00 GMT+2

Proteger, no proteger

La ONU va a proponer que los Gobiernos de los países más pudientes pongan fin a las medidas proteccionistas que blindan –parcialmente, pero blindan– sus producciones agrícolas.

Es un asunto endiabladamente complejo, en el que intervienen tantos factores –empezando por la disparatada producción actual de biocombustibles, convertida en una enorme fábrica de hambre– que cualquier intento de liquidarlo en dos patadas se convierte por fuerza en frívolo. No trataré de hacerlo. Escribo estas líneas con la sola intención de alertar a algunos analistas amigos contra el peligro que tiene desdeñar el lado oscuro de las críticas al proteccionismo agrícola europeo.

Es cierto que la oferta agrícola de los países pobres encuentra serias trabas en Europa para competir con la producción local, como lo es que eso encaja poco y mal con la propaganda ultraliberal de nuestros mandatarios. Pero no menos cierto es que, si la producción europea se enfrentara en campo abierto y sin armadura con el potencial agrícola del Tercer Mundo, reforzado por su brutal dumping social (todo sale mucho más barato, qué duda cabe, si se paga a los trabajadores lo justo para que no se mueran, o ni eso siquiera), sus posibilidades de subsistencia se verían muy comprometidas.

Alerto de los problemas que nos puede acarrear la pauperización de la agricultura europea. Problemas de muy diverso género: emigración progresiva del campo a la ciudad, masificación de las urbes, abandono y desertificación del campo… El mantenimiento de un mínimo equilibrio entre las dos vidas, la urbana y la agrícola, por precario que sea, es una de las claves del relativo (comparativo) bienestar europeo.

Eso sin contar con el peligro que supone la pérdida de calidad de los productos, que ya ahora mismo resulta escandalosa, como puede comprobar cualquiera que pretenda encontrar en el mercado (y pueda pagar) unos tomates que sepan a tomate y no a plástico. O que quiera seguir apreciando la diferencia que hay entre un plátano y una banana.

No digo que nada de todo esto sea decisivo y sin vuelta de hoja. Me limito a señalar que son factores que también conviene considerar.

Coda.– Recomiendo al público en general que, antes de emitir opiniones, se tome el trabajo de documentarse algo. Lo enuncio como principio de amplio espectro. No pretendo que esté prohibido escribir sobre Ibarretxe sin haber leído el libro que escribí sobre él (Ibarretxe, La Esfera de los Libros,  Madrid, 2002), pero tampoco creo que cueste tanto darse un breve garbeo por, por ejemplo, la Wikipedia. Con algo tan sencillo, más de uno se ahorraría meter el cuezo.

Escrito por: ortiz.2008/06/03 06:45:00 GMT+2
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2008/06/02 06:00:00 GMT+2

Ibarretxe

Son muchos los comentaristas de los medios de comunicación que atribuyen a una marrullería electoral el aviso que ha hecho el lehendakari Ibarretxe de que, si la sociedad vasca no respalda el planteamiento de la consulta popular que ha anunciado su Gobierno, él se irá “a casa” (a la suya propia, en Llodio, que no al palacio de Ajuria Enea, donde ha residido la mayor parte del tiempo desde 1999).

Yo no sé qué puede tener en estos momentos Juan José Ibarretxe en su cabeza, porque ni me lo ha dicho ni yo podría verificarlo. Lo que sí sé, y mucha gente ignora, es que su apego al cargo es bastante limitado.

Él no quiso ser lehendakari. De hecho, decidió en 1998 abandonar la política profesional, que siempre concibió como una ocupación transitoria, e ir a completar en los EE.UU. su formación de economista experto en administraciones públicas y, ya de paso, sus conocimientos de inglés. Ya tenía hasta los pasajes de avión y las maletas hechas cuando José Antonio Ardanza y Xabier Arzalluz lo llamaron para convencerle de que encabezara la candidatura peneuvista a la presidencia del Gobierno vasco. Se resistió, y mucho –es una historia que expliqué hace años con bastante detalle en un libro–, pero al final aceptó el requerimiento, tomándose la tarea como un deber patriótico, si es que no aciago.

Conociéndolo, doy por hecho que no le causaría ningún agobio, sino más bien todo lo contrario, retomar aquellos planes y volver a trabajar en la economía privada, más acorde con su temperamento, menos absorbente y, desde luego, más rentable (aunque no creo que eso le preocupe, dado su ascetismo personal).

Lo supongo sumido en una contradicción. De un lado, imagino que, determinado como es, deseará sacar adelante a toda costa su compromiso de consulta popular. Pero, del otro, no me resultaría nada extraño que alentara el deseo secreto de que la evolución de los acontecimientos le permitiera mandarlo todo al carajo.

Escrito por: ortiz.2008/06/02 06:00:00 GMT+2
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