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2007/03/05 08:00:00 GMT+1

Hace 17 años

Hace días aludí oblicuamente a aquel momento. Debió de ser a finales de mayo de 1990 (*). Por aquel entonces yo ejercía de jefe de Redacción de El Mundo, que llevaba apenas medio año en los quioscos. La foto nos la trajo la abogada Paca Villalba, defensora de varios presos de los GRAPO que estaban a la sazón en huelga de hambre. Era ministro de Justicia Enrique Múgica. En aquel tiempo, Instituciones Penitenciarias dependía de ese Ministerio.

Múgica es hombre que ha reservado siempre para el ámbito familiar su capacidad de enternecerse. Con los presos de los GRAPO estaba decidido a ser implacable, y lo fue. No se dejó impresionar ni poco ni mucho por el deplorable estado al que les condujo la huelga de hambre y ni se inmutó cuando uno de ellos falleció. Anteayer lo comentó en Valencia, añadiendo que, de ser por él, con De Juana se debería haber hecho lo mismo, es decir, nada.

Pero El Mundo en 1990 no estaba en esa posición, ni mucho menos, y cuando Villalba nos trajo la foto que retrataba el deplorable estado en que se hallaba uno de los presos en huelga de hambre, convertido en poco más que un esqueleto y amarrado a la cama por orden de la superioridad, decidimos publicarla. Destacada y en primera página.

No fue una decisión unánime. Tampoco sencilla. Varios miembros de la Redacción, en particular de la sección de Nacional, se indignaron con nosotros. La discusión más dura no fue sobre la publicación de la foto, sino sobre el pie que la acompañaba. Es una pena que la hemeroteca on line del periódico no se remonte a aquel año. Eso me impide rescatar el texto tal cual finalmente apareció. Era un pie de foto de esos que se inician con una frase destacada, a modo de pequeño titular. Por lo que recuerdo, decía algo así como: «Esto no es Mauthausen, 1942; es España, 1990». El texto, similar al que apareció años después en el libro de recuerdos 10 años en los que se creó El Mundo –que es el que acompaña a la foto aquí abajo–, no pretendía que fuera injusto que ese hombre estuviera en la cárcel, pero apelaba a razones de humanidad para reclamar que se le diera un trato diferente.

Supongo que no hará falta decir qué posición mantuve en aquella muy agria discusión. Sí puede resultar interesante recordar que al final salió la foto con ese texto gracias a que el director del periódico asumió también esa línea argumental.

Lo cuento porque el suceso me ha venido a la cabeza, sin más. Y porque encontré la fotografía. Es un episodio curioso.

Javier Ortiz. Apuntes del Natural (5 de marzo de 2007).

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(*) Este apunte va a resultar una ocasión excelente para que quienes lo lean acierten a distinguir sin sombra de duda entre dos usos del verbo «deber» que no tienen nada que ver entre sí. Primer uso: «deber», a secas. Expresa obligación. Ejemplo: «Dile a Pepe que debe estar aquí a las cuatro en punto». Equivale a una exigencia o necesidad imperiosa. Segundo uso: «deber de». Indica probabilidad. Por ejemplo: «Son las cuatro y llaman a la puerta. Debe de ser Pepe.» Muchísima gente los confunde. Un auténtico especialista en esta confusión –y en otras muchas, pero ahora me estoy refiriendo a ésta– es el ugetista Cándido Méndez: «Los empresarios deben de ser conscientes…», dice. Craso error. Como he explicado, «deber de» expresa probabilidad. Él lo suele emplear para referirse a cosas que considera obligatorias, pero muy poco probables.

Lo que yo cuento en este apunte está rescatado mal que bien de mi dudosa memoria, de modo que hay que considerar que es probable que sucediera así –altamente probable, me atrevo a decir– pero no del todo seguro, al menos en sus detalles.

Escrito por: ortiz.2007/03/05 08:00:00 GMT+1
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