Hay un latiguillo al que recurren de manera sistemática los responsables del Gobierno y del PSOE cuando alguien les dice que no se aprecia ningún avance en el proceso de pacificación y normalización de Euskadi. «Ya avisamos en su momento de que iba a tratarse de un proceso largo y difícil», responden. Ayer se hizo público el avance de una entrevista que Rodríguez Zapatero ha concedido al semanario alemán Die Zeit en la que vuelve a echar mano de ese truco. Por lo visto, como ya pronosticó que todo iba a resultar «largo y difícil», que no se esté logrando ningún objetivo palpable es hasta bueno: demuestra su capacidad de predicción.
Anuncia Zapatero en esa entrevista que en las próximas semanas va a haber algunos contactos «exploratorios» y «preliminares» entre el Gobierno y la dirección de ETA. Me parece tirando a chusco, porque es un secreto a voces que esos contactos vienen produciéndose desde hace tiempo. Quizá se refiera a que van a emprender contactos sin intermediarios. Sea como sea, es muy poco. Pero es algo. En el otro plano –el de la llamada «normalización política»–, todo parece estar aún más en mantillas. Los socialistas no han pasado de decir una y otra vez dos cosas a ese respecto: que es Batasuna la que tiene que «mover ficha», legalizando algún otro partido tras cuyas siglas cobijarse, y que Ibarretxe debe renunciar a acudir a la futura mesa de fuerzas políticas con su proyecto de nuevo Estatuto bajo el brazo. Ambas no pasan de ser meras excusas chapuceras, inventadas, supongo, para ganar tiempo. Primero, porque el PSOE no puede garantizar que, si Batasuna adopta otras siglas, algún juez no decidirá promover la ilegalización del nuevo partido acusándolo (con razón) de ser la misma organización que fue ilegalizada en su día. Y segundo, porque ellos no son quiénes para dictar a nadie con qué planteamientos debe acudir a una mesa de diálogo.
De todos modos, la frase de la entrevista de Zapatero en el Die Zeit que más me ha llamado la atención, por absurda, es aquella en la que sostiene, hablando de ETA, que «los que creen que la violencia es útil necesitan muchos años para salir de su error». Es absurda la afirmación en lo que se refiere a ETA, porque el recorrido de «muchos años» del que habla no empieza ahora. Se inició, en efecto, hace muchos años, y ya está recorrido, en muy buena medida.
Pero la frase es todavía más absurda en su afirmación genérica de que la violencia no es útil. ¡Vaya que sí lo es! ¿En qué se basa en este mismo momento el poder de los EEUU en el mundo? ¿En la habilidad persuasiva de George W. Bush? ¿Y en qué se basa el poder del propio Estado español, en la medida en que lo tiene y en donde lo tiene, incluida Euskal Herria? Todo estado es una organización sustentada, en último término, en la capacidad de sus rectores para imponerse por la violencia, si el resto de sus recursos no logra generar la debida sumisión.
También ETA ha logrado ser tenida en cuenta –ser temida y, en consecuencia, valorada– por su violencia. Otra cosa es que esa violencia se haya demostrado inútil para la consecución de los objetivos políticos que se suponía estaban en la razón fundacional de la organización y que eso la haya llevado con el paso del tiempo a replantearse todo, incluida su existencia.
Recordemos lo que decía mi ahora compañero de periódico Luis María Ansón a propósito de ETA: que, vista desde la perspectiva del Estado, no es en realidad un cáncer, sino más bien una úlcera, que molesta mucho pero no mata. Vale, pero molesta mucho. Yo no conozco a nadie que tenga una úlcera y se quede tan ancho.
Si Rodríguez Zapatero va a tener contactos «exploratorios» y «preliminares» con ETA, y no conmigo, por ejemplo, lo mismo las pistolas y la goma-2 van a tener algo que ver.