Vuelve el PP al ataque apoyándose en los puntos oscuros de la investigación del 11-M. Su tesis, que unas veces formula de manera explícita y otras se conforma con insinuar, es que los islamistas pudieron ser los ejecutores del atentado, pero que la «autoría intelectual» fue cosa de ETA o, por lo menos, conjunta. El portavoz parlamentario popular, Eduardo Zaplana, renunció a defender ayer esa tesis en la tribuna del Parlamento, pero trató de alentarla haciendo una relación de los puntos que no encajan en la reconstrucción policial y judicial de los hechos.
He escrito ya en bastantes ocasiones que la investigación de cualquier hecho delictivo complejo, en el que intervienen muchas personas, deja siempre, por fuerza, cabos sueltos. No veo que tenga nada de especial que lo sucedido el 11-M no haya sido esclarecido al 100%, y menos todavía que el juez haya recogido declaraciones contradictorias. También he afirmado no pocas veces que, en lo que mi conocimiento abarca, jamás ETA ha encargado a otra organización la comisión de un atentado. Me resulta imposible creer que se haya saltado esa norma para confiar en una banda heteróclita de delincuentes comunes y fanáticos religiosos. Hubo un tiempo en el que se afirmó muy seriamente, e incluso se consideró probado, que ETA trabajaba mano a mano con algunas redes de narcotraficantes. Que yo sepa, ningún estudioso medianamente serio del historial de ETA retoma en la actualidad esa pretensión.
Pero no es de lo infundado de la tesis subyacente del PP de lo que quería tratar hoy, sino del enorme interés político que el principal partido de la oposición muestra en remover este asunto una y otra vez en el mismo sentido. Da la sensación de que cree que puede obtener de ello algún rédito electoral. Y yo, por más que lo miro, no veo esa posibilidad por ningún lado.
No me cabe duda de que hay un cierto sector de la población española que está dispuesto a creer, o que incluso quiere creer que ETA estuvo detrás de los atentados del 11-M. Pero ¿qué parte de ese sector está compuesta por ciudadanos que no son ya votantes decididos del PP? ¿Cabe esperar que haya mucha gente hasta ahora ajena a la base electoral del PP que se anime a respaldar en las urnas a ese partido en virtud del ruido que está montado en relación con el 11-M? Me parece imposible, sobre todo porque, para seguir tomándose en serio a estas alturas lo de la implicación de ETA, se requiere un elevado grado de parcialidad política, muy difícil de encontrar fuera de la militancia.
A cambio, me parece harto posible que haya no pocos ciudadanos que votaron al PP hace dos años y que estén ya hartos de la insistencia con la que los dirigentes de ese partido continúan lamiéndose las heridas de su derrota.
En mi criterio, es más fácil que el PP pierda votos, y no que los gane, con su empeño en volver y volver a dar la murga con el lado oscuro del 11-M.
Otra cosa cabe decir de los medios de comunicación que están en las mismas. Porque, para un medio, con que haya dos millones de personas que simpaticen con sus tesis, o al menos se interesen por ellas, le basta y le sobra. Puede darse incluso con un canto en los dientes. Pero lo que necesita el PP es superar la cifra de 9.763.144 votos, que son los que obtuvo en marzo de 2004. Y por esta vía no lo va a lograr.
De modo que, por mí, que siga insistiendo. Aunque me aburra.