Me telefonea mi buen amigo Gervasio Guzmán. Dice que quiere presentarme a un vagabundo con el que entabló conversación hace unos días en la Gran Vía, en Madrid, y que le parece muy singular.
–Pretende que conoce a un hombre que una vez se portó bien con una mujer.
Tardo un rato en asimilar la cosa.
–Y eso ¿qué tiene de especial? –le respondo.
–Pues ahí está lo curioso, Ortiz –Gervasio siempre me llama por mi apellido–. Él lo cuenta como si fuera una rareza exotiquísima. Y acaba haciéndote dudar de que no lo sea. Habla con él y verás.
Si hay algo de lo que carezco escandalosamente en estos últimos tiempos es de tiempo. Incluso más que de dinero, que ya es decir. Mi agenda parece un tomo de las páginas amarillas: «Escribir a...», «Telefonear a...», «Mandar artículo a...», «Responder a...», «Quedar con...». Y eso, cuando uno está a punto de cumplir los 60, resulta abrumador. Física y psicológicamente.
Pero Gervasio ha conseguido intrigarme. Así que le digo que bueno, y quedamos para charlar con su reciente amigo en un viejo café cercano a la Gran Vía.
Llego puntual, como siempre, y me topo con el desagradable hecho de que Gervasio ya está allí con su amigo.
–Te tengo dicho, Gervasio, que ser puntual consiste en llegar en punto; no antes.
Su amigo me mira como si le pareciera un cerdo de dos cabezas, o algo semejante. Se ve que no tiene el vicio de la puntualidad, como yo. O que no acostumbra a toparse con cerdos, que todo es posible. No tiene aspecto de clochard. Para vivir en la calle, sin techo, tiene un aire más que pulcro.
Me siento a su lado. Le sonrío, para no resultar del todo antipático, y le digo que Gervasio me ha hablado de la historia que le contó.
–Seguro que le ha parecido una bobada, de entrada. Pero no lo es. Usted se pensará que hay millones de hombres que se han portado bien con millones de mujeres. Pero se equivocará, si cree eso.
–¿...?
–Toda relación entre personas presenta altibajos, matices, actitudes complejas...
Según le oigo soltar eso, miro furtivamente a Gervasio. Mi mirada dice: «¿De dónde te has sacado un vagabundo que habla en estos términos?» Gervasio me devuelve otra mirada que dice: «¿Lo ves? Ya te había avisado.»
–...Y en esas relaciones se producen momentos positivos, más o menos circunstanciales. Pero yo no me refiero a hechos de ese género. Yo hablo de un acto único, sin vuelta atrás, definitivo, absoluto, sin matices. De un acto maravilloso, casi milagroso, que dejó sorprendido incluso a su propio autor.
–¿Y cómo fue eso?
–No es fácil de explicar. Y ya sé que usted no tiene demasiado tiempo. Se lo contaré rápido, por si le sirve para alguna de las cosas ésas que escribe. Me gustaría que la relatara. La cuestión es que mi conocido tenía una relación amorosa muy intensa con la mujer con la que vivía. Intensísima. La adoraba. Quería su cuerpo, quería su alma, sus palabras, sus risas, sus gestos... Todo. Pero poco a poco fue dándose cuenta de que ella, aunque se dijera satisfecha del trato que le daba, estaba languideciendo. Su relación con él no la vivificaba: la consumía. ¿Por qué? Mi conocido, por más vueltas que le daba, no acertaba a averiguarlo. Y ella lo negaba. Pero era evidente. Y, como la adoraba, verla apagarse poco a poco le dolía de muerte. Acabó convencido de que el problema, fuera cual fuera, estaba en él. ¡Era él quien la estaba matando! De modo que decidió desaparecer.
–¿Dejarla?
–¡No, hombre! ¡Eso nunca! Desaparecer.
–¿Suicidarse?
–En cierto modo. No físicamente. No quería causarle un dolor tan grande. Lo que hizo fue escribirle una nota diciéndole que había conocido a otra mujer, que se había enamorado de ella y que se iba. Y se fue.
–¿Adónde? –le pregunté, intrigado.
Se hizo un silencio espesísimo.
Al final, levantó la vista de la taza de café, me miró muy fijo y me dijo:
–¿Quiere saber adónde, realmente? Pues se lo digo: a aquí.
Y dejó escapar una furtiva lágrima.
–Gracias por contármelo. Lo escribiré –quise consolarlo.
Y aquí está.
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Nota de régimen interno.– Por si os extrañáis de lo tarde que he actualizado hoy mi web: me he dormido. Estuve anoche con unos colegas hasta muy entrada la noche. Pero lo peor es que todo lo que véis estaba ya escrito de víspera. Se me pasó "subirlo" anticipadamente.
Comentarios
Escrito por: laet.2007/12/12 11:21:5.363000 GMT+1
Por cierto: que risas te echaste ayer con "las cortas plantillas de la policía"... bueno no sólo tú
Escrito por: aitortxu.2007/12/12 12:41:46.188000 GMT+1
Eso no es tratar bien a una mujer, eso es paternalismo.
Escrito por: JESUS CUTILLAS.2007/12/12 12:44:20.336000 GMT+1
No me gustan las decisiones unilaterales y la del hombre que presentas es unilateral. Desaparecer es la solución más facil para no enfrentarse a los problemas. Que desapareciera no implica que ella mejorara... tal vez incluso se trataba de una percepción propia....
Faltan datos. Probablemente el otro 50% de la pareja.
A pesar de todo, es cierto que más frecuentemente de lo que pensamos, tomamos decisiones unilateralmente que afectan a otros pensando y justificándolas como en beneficio de los demas.
en fin.... como digo: faltan datos
Escrito por: Mjolner.2007/12/12 12:57:45.048000 GMT+1
Escrito por: kattalin.2007/12/12 13:19:28.847000 GMT+1
Escrito por: Ego.2007/12/12 13:22:22.621000 GMT+1
Para mi que se trata de un claro caso de ...
**Un caso de succión**
La realidad es tozuda… alguien dijo que lo que la gente llama experiencia en realidad son los errores que cometemos, voy a sacar toda mi rabia de dentro para fuera, o …al revés me la voy a tener que tragar, estoy hecho un puto lio.
Son casi las 12 y tengo el almacén lleno de escobas sin vender, el tipo ese que vende aspiradoras se está forrando, y el frio del invierno ya se ha hecho dueño de la casa, he tenido que ponerme varias camisa un jersey, el albornoz, su bata, esa que le compré para que no pasara frio, (esta nueva) le gustaba ir en bolas.
Tenía que haberlo visto venir, cuando me decía que se iba a casa de su madre, y en varios dias no la veía el pelo, la madre que la parió, vive lejos pero si no me coge ni el teléfono y no contesta mis sms, deduzco que el de las aspiradoras ya se la está montando, no lo quiero ni pensar ¡¡hay madre, hay madre!!
Si la Carmen se ha ido con ese tipejo le arranco la puta cabeza y le meto el puro que lleva en la boca por el puto culo…
Ahora me he dado cuenta que la condición necesaria para tener pesadillas con los ojos abiertos, es muy simple, basta con estar enamorado hasta las cachas. Porque yo la quiero a pesar de que se ha ido por “el todoterreno” y el chalet de la sierra.
¡¡Cago en la leche!! Ahora me doy cuenta que ella no tiene ninguna culpa ese cabronazo me la aspirado.
Angel Jardon
Escrito por: Apie de Obra.2007/12/12 17:18:13.731000 GMT+1
Habría sido más simpático si hubiera dicho que dejara la novia porque se había enamorado de un hombre. En eso, la novia no tiene ninguna culpa ni motivos para sentirse celosa. Error de táctica.
Escrito por: jeff.2007/12/12 17:22:40.063000 GMT+1
Que sea de un hombre a una mujer es anecdótico, para mí son dos humanos.
Escrito por: natxo.2007/12/12 23:01:55.346000 GMT+1
Gracias Javier por alegrarme las mañanas.
Escrito por: C_Felinus.2007/12/13 12:12:0.353000 GMT+1