–No viajen en automóvil salvo si no tienen más remedio.
Viernes por la mañana. Los responsables de la DGT lo dicen bien claro, pero no está tan claro. Tengo idea de salir en coche para Santander a las 4 de la tarde. Tenemos prevista para este fin de semana una celebración familiar. ¿Podemos suspender el viaje? Podemos. Pero el lunes he de estar imperiosamente en Bilbao por razones de trabajo, y ya no hay tiempo de pedir que me saquen un billete de avión. ¿No viajar en coche ahora y hacerlo el lunes por la mañana? ¿Y quién me dice que el lunes la carretera estará mejor? Por lo menos, saliendo en viernes me lo puedo tomar con más calma, y hacer el viaje con escalas.
De modo que oigo todos los partes meteorológicos y de tráfico –por cierto: ¿por qué la DGT no incluye los datos y previsiones del Departamento de Tráfico del Gobierno Vasco? Supongo que volvemos a la cosa de los separatistas y los separadores– y hago mis cálculos a partir de ellos: si renuncio a entrar directamente en Cantabria desde Burgos, sea por Aguilar de Campoo sea por el Escudo, y lo hago atravesando Vizcaya y desviando en Bilbao, me saldrá más caro y haré unos 70 kilómetros más, pero no correré riesgos.
De modo que eso es lo que hago. En cuanto llega Charo de la escuela, nos ponemos de viaje.
Vamos oyendo en la radio por el camino todas las informaciones sobre el estado de las carreteras. Cuanto dicen confirma que hemos hecho una buena elección. No vemos casi nada de nieve ni en Somosierra, ni en Segovia, ni en Burgos. Tampoco en Álava. Nada hasta llegar a Arrigorriaga. Y ésa la esperamos, porque Radio Euskadi ha dado el aviso. Lo ha dado bien: hay algo de nieve y hielo, pero se puede pasar sin problemas.
Entramos en la autovía Bilbao-Santander. La calzada, limpia. La información de la DGT habla de problemas en otras zonas de Cantabria –en las previstas–, pero no en la A-8.
Vamos a buen ritmo y perfectamente hasta situarnos entre Castro y Laredo, a la altura, más o menos, de un pueblecito llamado Liendo. Que es donde nos encontramos con el atasco. Una fila interminable de coches.
Son, más o menos, las 8 de la tarde.
Dos horas después, hemos avanzado algo así como 200 metros. Recorremos el dial de la radio, tanto en AM como en FM. Nadie dice nada de nuestro macroatasco. Radio 5 (¿todo noticias?) ha decidido que pasarse todo el día cumpliendo funciones de servicio público es muy aburrido y emite un larguísimo programa sobre lo estupendos que son algunos jóvenes y lo muy preparados que están.
Las 23:00. Seguimos en las mismas. En la Ser, Carlos Llamas recibe una llamada telefónica de una señora, convecina de atasco, que se muestra indignada porque antes de salir de Bilbao camino de Santander llamó a Tráfico para preguntar qué tal estaba la A-8 y le dijeron que sin problemas.
A las 24:00 la caravana sigue en el mismo sitio pero, para mejorar la cosa, la nevada se intensifica. Mucho.
De natural cenizo («Preparado siempre para lo peor», que recomendaba Ho Chi-minh), establezco el posible panorama: las 3 de la madrugada, 30 cm. de nieve. Nosotros llevamos cadenas, hemos llenado el depósito de gasolina y tenemos algo de comida y de bebida. Pero ¿y los demás? ¿Y si, cuando la cosa se ponga en marcha, empiezan a producirse los consabidos patinazos, choques por alcance, etc., y nos quedamos otra vez estancados? Entablo rápidas negociaciones con Charo y llegamos a un acuerdo. Da igual que estemos a un paso de casa si ese paso es imposible.
De modo que nos desviamos hacia Liendo. Dos kilómetros horribles, pero factibles.
A la entrada del pueblo, vemos un letrero: «Restaurante. Habitaciones».
–Ésta es la nuestra –le digo a Charo.
Y fue la nuestra. Una pensión excelente, con buena calefacción y teléfono. Todo lo que necesita un apuntador del natural con el miedo metido en el cuerpo.
–Mañana será otro día –le digo a Charo cuando termino de acomodar mis cosas.
Pero ella ya se ha dormido.
Yo espero aún un rato. Para estar en condiciones de dormir habré antes de tranquilizar mis ansias de mandar al carajo a los responsables de la información de Tráfico, de los que es tontería fiarse en nada y para nada.
Ahora, cuando esto escribo, amanecido el nuevo día, veo que dicen que ya todo está bien en esta carretera. Dentro de un rato nos pondremos en marcha. Me espero cualquier cosa.
Post scriptum de las 11:00 horas.– Llegamos a Santander pronto e incólumes. El GPS del coche (alimentado por Radio Nacional, ésta a su vez nutrida por la DGT) indicaba que íbamos a encontrar problemas en Colindres. No hubo tal. Por supuesto.