Vuelvo a oír una vez más ataques de la derecha cavernícola contra la legislación que reprime la violencia llamada de género. Se reproducen en cada ocasión en que se tiene noticia de un nuevo caso. La argumentación es invariablemente la misma: «Son leyes inútiles. La prueba es que no logran acabar con esa lacra».
Quienes leen estos Apuntes saben que puse en su momento algunas objeciones a esas normas legales. La principal de las cuales, que establezca penas específicas más graves cuando la violencia la ejerce un hombre sobre una mujer (o, si se prefiere, penas menos graves cuando la violencia la ejerce una mujer contra un hombre, una mujer contra otra mujer o un hombre contra otro hombre). Lo correcto es considerar como agravante que el agresor o la agresora se aproveche de su situación de superioridad sobre la víctima, sea la superioridad del tipo que sea (incluida, por supuesto, la fuerza física). No todas las formas de superioridad se expresan en el sexo.
Me consta igualmente que las injusticias no se superan automáticamente porque una ley las prohíba y castigue. Para combatir la violencia de género se requieren, amén de medidas punitivas, muchas otras de carácter constructivo y protectoras.
Dicho eso, añadiré que es pura demagogia –o perfecta ignorancia, que no sé qué es peor– culpar a la legislación que reprime las formas de violencia de este tipo de que las brutalidades que tienen las relaciones íntimas como marco de referencia no hayan cesado. Porque esas leyes no pretenden, ni podrían hacerlo, acabar con las agresiones, sino castigar las que se producen. De la misma manera que nadie reprocha al Código Penal que no logre acabar con los robos, los asesinatos, los atentados, etc. Se supone que el Código Penal está para reprimir los crímenes. Evitarlos, o conseguir que haya menos, son objetivos que pueden y deben abordarse con otros instrumentos.
Critíquese al Gobierno, a las comunidades autónomas y a los legisladores centrales y autonómicos que no establezcan más cauces de educación en la igualdad y no proporcionen más medios de protección a las mujeres que han sido o pueden ser agredidas. Pero no aprovechen para descalificar unas leyes por no lograr lo que en no está a su alcance.