Recuerdo el núcleo de la escena como si se hubiera producido hace poco más de media hora. Pero sucedió hace algo más de 30 años. Así que los detalles se me escapan.
Me parece que en alguna ocasión he aludido a aquello, pero menos explícitamente.
Nos habíamos juntado unos cuantos en casa de Javier Gómez Navarro, empresario y militante del PSOE, para seguir los resultados de las elecciones del 15 de junio de 1977. Estaban por allí, si mal no recuerdo, Pedro Altares, Javier Solana… Estaba también, desde luego, Ana Puértolas, que por entonces trabajaba conmigo en Saida. Y estaba mi pareja de aquel tiempo, Mercè, y media docena de conocidos más. Tal vez también Sole Puértolas, la hermana de Ana. No sé.
Lo que sí recuerdo es que se fueron conociendo poco a poco los resultados de la jornada electoral, y que los socialistas presentes y otros ávidos, decepcionados por el triunfo de la UCD –hablaban de “pucherazo”–, se pusieron a discutir de “política”. De lo que desde entonces yo también empecé a llamar “política”: del poder de las castas agrupadas por intereses particulares, de las posibilidades de alcanzar zonas de dominio, de la eventualidad de disfrutar de ellas… Aquello no tenía nada que ver con lo que yo había llamado “política” desde que me metí en esas historias, con 16 años.
Me fui sintiendo cada vez más distante, más lejano, más ausente. Así que encendí el buen equipo de música de Gómez Navarro, me coloqué unos auriculares (entonces no los llamábamos “cascos”) y me dediqué a escuchar algunos discos. Mi tocayo, por entonces gerente de Cuadernos para el Diálogo, tenía buen gusto. Oí un disco de Oskorri, con un solo maravilloso de alboka, y luego me detuve en un par de discos que Manolo Rodríguez Rivero le había regalado a Gómez Navarro. Traídos, supongo, de los EE.UU. Eran de una estrella emergente del country-folk llamada Emmylou Harris. Me llamó la atención que cantaba algunas cosas de Lennon y McCartney en arreglos country.
Empecé por oír el For No One.
En ese mismo momento alguien gritó: “¡Atención! ¡Declaraciones del embajador de Portugal! ¡Es importante!”
De modo que subí el volumen de la música.
Fue mi modo de decir adiós a la “política”. Ésa que ahora no pongo entre comillas, porque para qué, si apenas queda ya ninguna otra por aquí.
A la mañana siguiente escribí un breve poema que, leído más de tres décadas después, creo que me resultó sin pretenderlo una declaración de principios (o de finales) para el resto de la vida.
Lo titulé “15-VI-1977” y decía así:
La gran diferencia estaba allí:
el señor embajador de Portugal
trataba desesperadamente de romper el silencio
desde la pantalla muda de la sala,
y yo me hundía en la dulzura de Emmylou Harris:
"...and in her eyes you see nothing
no sign of love behind the tears
cried for no-one..."
No había nada que me pudiera unir ya jamás
al señor embajador de Portugal.
Lo mismo no se entiende.
Comentarios
Para profanos como yo en la cosa instrumental folclórica:
Aunque el término Alboge (del árabe al-buk , trompeta) puede emplearse para designar algunos Idiófonos sencillos, su uso mas generalizado denomina a diversos tipos de instrumentos aerófonos de lengüeta simple tubos sonoros y provistos de pabellón amplificador
A la traducción del inglés no puedo colaborar, pero es cuestión de imaginación
Escrito por: Maripuri.2007/11/14 13:23:25.982000 GMT+1
Escrito por: B.M..2007/11/19 17:01:0.220000 GMT+1