No sé si es que la mayoría de los políticos de profesión carece de memoria o si es que prefiere hacer como que se le va y le vuelve según las conveniencias de la coyuntura. Para los efectos es lo mismo. En todo caso, lo que sí sé es que yo la tengo en bastante buen estado y que, cuando lo que recuerdo tiene relación con los problemas del momento, me parece de rigor evocarlo, más que nada para que los listillos no se piensen que hacen lo que les da la gana y nadie se da cuenta.
Viene esta observación a cuento de las insistentes declaraciones de dirigentes del PSOE que le dicen a Batasuna que, si realmente quiere legalizarse, no tiene más que formar un nuevo partido cuyas bases programáticas dejen claro que no admite más vías de intervención política que las pacíficas. Y lo que yo recuerdo a este respecto es que, con motivo de las últimas elecciones autonómicas, Batasuna respaldó la formación de una agrupación electoral, Aukera Guztiak, cuyos portavoces defendieron una y otra vez la necesidad de hacer política pura y exclusivamente por métodos pacíficos, pese a lo cual el Tribunal Supremo rechazó su inscripción como fuerza concurrente a los comicios. Arguyó la Sala Especial presidida por Francisco José Hernando que Aukera Guztiak respondía a los nuevos propósitos estratégicos de ETA y que, aunque en sus listas no figuraran demasiadas personas vinculadas a Batasuna, sí había algunas a las que cabía achacar ese vínculo. Si ahora Batasuna se limitara a cambiar de siglas, como le invitan a hacer no pocos dirigentes socialistas, el caso no sería el mismo, sino todavía más flagrante, porque lo haría manteniendo los mismos órganos dirigentes del partido ilegalizado. Lo cual haría de aplicación inevitable lo dispuesto en el artículo 12 de la Ley Orgánica 6/2002 de Partidos Políticos, que dice: «Se presumirá fraudulenta y no procederá la creación de un nuevo partido político o la utilización de otro ya inscrito en el Registro que continúe o suceda la actividad de un partido declarado ilegal y disuelto».
He oído decir a no pocos jueces y fiscales, algunos de ellos firmes partidarios de la búsqueda de salidas negociadas al llamado –al mal llamado– «problema vasco», que lo que no vale es que el Gobierno ponga en sus manos la búsqueda de una fórmula que permita la legalización más o menos camuflada de Batasuna. En tanto que jueces, a ellos no les queda más remedio que aplicar la ley vigente, y la ley vigente, mencionada en el párrafo anterior, es unívoca.
Si la mayoría del poder legislativo quiere facilitar la legalización de Batasuna, el único camino limpio y claro es la derogación de la Ley de Partidos Políticos. Y si eso deja en evidencia al PSOE y su gusto –tan cercano al del PP– por la fabricación de leyes ad hoc, de usar y tirar, qué se le va a hacer: a veces los pecados acarrean su penitencia.
Nota de edición: Javier publicó una columna con el mismo título en El Mundo: ¿Ayer no, hoy sí?