Iré por partes.
Parte primera: la propuesta política que Arnaldo Otegi presentó ayer en nombre de Batasuna me parece, en lo fundamental, razonable y sensata. Supone un cambio muy importante de los postulados históricos del llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV), en tanto que Batasuna se muestra ahora dispuesta a admitir que Euskadi siga siendo una comunidad autónoma dentro del Estado español, limita el ámbito de su iniciativa a la Comunidad Autónoma Vasca y a la Comunidad Foral de Navarra, no involucrando al País Vasco francés, y, a la hora de plantear la unidad de la CAV y de Navarra en un solo ente político territorial, acepta que tal posibilidad sea decidida en referendos separados por la ciudadanía de la una y de la otra, lo que apareja su disposición a aceptar que Navarra no se asocie con los tres territorios de la CAV si la mayoría de su población rechaza esa posibilidad.
Es obvio que la dirección de Batasuna ha hecho un notable esfuerzo por atenerse al principio de realidad, acercando su política inmediata a las condiciones existentes.
Ésa es la parte que merece reconocimiento.
Pero la cara también tiene su cruz.
Otegi detalló lo que Batasuna estaría dispuesta a hacer si su propuesta fuera aceptada, pero no dijo nada sobre lo que hará si, como es muy probable, resulta inicialmente rechazada. Y es que, como es bien sabido, no hay modo de convocar ningún referéndum en Navarra, por posible y necesario que sea, si el Parlamento y el Gobierno forales se niegan a ello. Y está fuera de toda duda que la UPN, actualmente al frente del Ejecutivo navarro, se opondrá a esa posibilidad con uñas y dientes. Esa evidencia hacía doblemente necesario que Batasuna anunciara qué política seguirá durante el tiempo que tarden en madurar las condiciones que hagan posible la celebración de un referéndum en Navarra sobre su asociación con los tres territorios de la actual CAV o su mantenimiento como comunidad autónoma separada.
Dijo Otegi que la aceptación de su propuesta permitiría «superar el conflicto». ¿Hay que entender por la vía contraria que, si la propuesta es rechazada y mientras lo siga siendo, Batasuna renunciará a colaborar en la desactivación del conflicto? Parece significativo el hecho de que haya eludido pronunciarse no ya sólo sobre el atentado de la T-4, sino también sobre los graves actos de kale borroka que se vienen sucediendo desde hace ya tiempo, de los que el reciente incendio de la estación de Lutxana ha sido la muestra más espectacular.
En resumen, y por lastimoso que
sea: están puestas las condiciones para que la iniciativa política que Batasuna
presentó ayer, en principio interesante y valiosa, se quede en agua de
borrajas, sin aportar ningún avance práctico, tangible.