Rodríguez Zapatero insiste en insinuar que en el PP hay dos tipos de «voces». De «voces» o de «sensibilidades», que suelen decir los políticos más cursis. No seré yo quien lo niegue, pero constato que las «voces» del PP que se oyen a diario se parecen todas muchísimo a las de Acebes y Zaplana. Es posible que Rajoy aliente en su interior sentimientos más matizados, pero lo menos que puede decirse es que no hace un esfuerzo enorme para que se le note.
Ayer José Blanco afirmó algo que –alguna vez tenía que ocurrirle– puede que no ande muy descaminado. Dijo que, a la vista de la falta de liderazgo que está demostrando Rajoy dentro del PP y de su incapacidad para imponer su propia línea frente a la de quienes siguen rindiendo pleitesía a Aznar –no lo dijo tan a lo bruto como yo, pero quedó claro–, no sería de extrañar que el de mañana sea el último debate sobre el estado de la Nación en el que intervenga como representante del partido de la derecha. Y es que, en efecto, no tiene demasiado sentido –para él mismo, incluso– ocupar un puesto meramente nominal, destinado a interpretar un papel cuyo guión se lo escriben otros.
Parece ser que Zapatero sabe que Rajoy no ve con malos ojos el inicio de conversaciones con ETA en las condiciones en las que él las plantea, que son las que todos hemos venido dando por supuestas desde hace meses. Se trata de hablar, como ayer mismo precisó el presidente del Gobierno en unas declaraciones a Catalunya Ràdio, sobre las condiciones de la disolución de ETA y sobre «el futuro de sus integrantes». Pero, no bien acababan de reproducir los teletipos esas palabras y ya estaba Acebes descalificándolas e ironizando sobre «la última ocurrencia» de Zapatero, forzando a Rajoy a hacerle coro. En realidad se lo hizo y no se lo hizo, porque Acebes había dicho que «lo único» que tiene que hacer Zapatero es «constatar la disolución de ETA» (valiente sandez: si ETA decidiera disolverse, no haría falta que Zapatero constatara nada), en tanto que Rajoy se paseó un rato por los cerros de Úbeda enfatizando que lo que el presidente no puede hacer es negociar con ETA cuestiones políticas, como la autodeterminación (cosa que él sabe bien que ni Zapatero ni ETA pretenden).
La cuestión no es que no existan esos matices, sino que quienes finalmente marcan el paso del PP son los Acebes, Zaplana, Mayor Oreja y demás Marías San Gil.
Me acordaba ayer de una humorada de Vázquez Montalbán que bastantes de vosotros recordaréis. La soltó burlándose de la consigna de los franquistas durante la Transición («Con Franco vivíamos mejor») y con el ánimo de señalar las miserias de la izquierda de la época. Escribió: «Contra Franco vivíamos mejor». A ver cuándo aparece un Acebes sincero que formula la verdad de sus sentimientos: «Con ETA estábamos mejor».