FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título Original: Vidas privadas
Argentina. 2001. 98 min.
Dirección: Fito Páez
Guión: Fito Páez, Alan Pauls
Producción: Alejandro Clancy
Fotografía: Andrés Mazzon
Música: Fito Páez, Gerardo Gandini
Intérpretes: Cecilia Roth, Gael García Bernal, Héctor Alterio, Luis Ziembrowski, Dolores Fonzi, Luis Machín, Chunchuna Villafañe
Las secuelas de la dictadura argentina, el intolerable comportamiento de unos generales que se dedicaron a asesinar a familias enteras y a secuestrar a sus pequeños hijos e hijas y la enorme dificultad para enfrentarse con el pasado que tienen, todavía, estas personas, son los temas elegidos por el músico Fito Páez para su primera incursión en el cine. Vidas privadas arranca con la vuelta a Buenos Aires de una mujer de la alta sociedad, afincada en Madrid desde su exilio, para visitar a su padre, enfermo en estado terminal. Es una película que retrata una dura realidad, todavía palpable en muchas de las personas que sufrieron aquellos terribles años, centrada en los dolorosos recuerdos que saturan la mente de esta mujer cuando no le queda más remedio que revivir algunos de esos instantes y revisitar lugares nada apetecibles después de tantos años evitándolos y olvidándolos. Ni siquiera los apacibles momentos de charlas amigables con su madre y su hermana, los encuentros con viejas amigas o, menos aún, la relación de morbo y sexo que mantiene con un joven contratado para esos fines logran alejar de ella lo vivido en aquella época.
Cecilia Roth y Gael García Bernal en una escena de Vidas privadas
Esta obra de Fito Páez es una especie de homenaje a la gente que ha logrado sobrevivir a aquellos tiempos, una deuda personal que el músico afirmaba tener con la sociedad argentina. Si de buenas intenciones hablamos está claro que la película logra su objetivo, pero el cine no es sólo eso. Vidas privadas cuenta una complicada y difícil historia de gente atormentada por una vida injusta e inmerecida de la que intentan huir haciendo como si nada hubiera pasado, mintiendo a las personas cercanas que no estaban, evitando así señalar a culpables e inocentes, a buenos y malos, a vencedores y vencidos. Sin embargo esta agresividad emocional no es traspasada con criterio a la pantalla, no provoca angustia ni tensión. Vamos, que está lejos de lo que podríamos llamar gran cine. Nada pueden hacer en este caso Cecilia Roth y Gael García Bernal con sus buenos trabajos cuando el guión se fuerza demasiado y el precipitado final te deja muchas cosas sin aclarar. Incluso la música que acompaña al relato, en la que el director y compositor podría haberse lucido, no sigue el compás de la película, suena a destiempo, disonante, chirriante y fuera de lugar causando el despiste e irritación del atento espectador. La ópera prima de Fito Páez, esta interesante propuesta, no consigue todo lo que ambicionaba y es fallida en muchos momentos pero no deja de ser un plato apetecible para no caer en el olvido.
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