FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título Original: Los niños de Rusia
España. 2001. 93 min.
Dirección, Guión y Producción: Jaime Camino
Fotografía: Martín Ardanaz, Arturo Olmo, Rafael Solís
Música original: Albert Guinovart
Sonido: José María Bloch
Personajes: Ernesto Vega de la Iglesia, Franscido Vega de la Iglesia, Piedad Vega de la Iglesia, Araceli Sánchez, Juanita Prieto, Serafín González, Francisco Peñafiel, Mariano Polo
Jaime Camino es de los que creen que todavía no se ha contado todo sobre la Guerra Civil. Afirma que se ha intentado olvidar todo lo que supusieron aquellos años. Por eso él sigue hurgando en la memoria, buscando historia olvidadas por muchos, poniendo ante nuestros ojos los testimonios de personas que sufrieron aquel infierno. En esta ocasión recupera las vivencias de los tres mil niños que durante aquellos años de enfrentamiento huyeron de los bombardeos y empezaron un largo viaje hacia la Unión Soviética. Niñas y niños vascos que dejaron a sus padres en los pueblos devastados por el ejército de Franco, salieron de sus casas y abandonaron su tierra en busca de una vida mejor, lejos de la cercana muerte, en aquel supuesto paraíso que fue la URSS. Tantos años después Jaime Camino ha hecho una exhaustiva búsqueda de estas personas, entre los que se encuentran familiares cercanos, para reconstruir la historia olvidada de esos especiales niños de la guerra contada por ellos mismos, ahora septuagenarios, desde la perspectiva de la distancia pero con el recuerdo permanente de aquellos años, tantos, de huidas, exilios y retornos.
Dos de Los niños de Rusia, ahora ya septuagenarios
Los niños de Rusia es una generosa película que hace un extenso repaso a la vida de sus protagonistas, un relato que se convierte así en una especie de recorrido por el siglo XX. Pues quienes nos narran su vida han sido testigos de los grandes acontecimientos de ese siglo. Ya viviendo la relativa felicidad rusa y poco después de que supieran que los suyos perdieron la guerra, lo que les impedía –por el momento– volver a casa, sufrieron de nuevo los bombardeos y continuaron su huída por toda la estepa rusa. Acabada la gran guerra vivieron el desencanto de la revolución, el debacle del régimen del anteriormente alabado Stalin. Y los que intentaron volver a casa se encontraron con el rechazo o el olvido de la familia, las reticencias del régimen y los controles de la CIA y el menosprecio de muchos compañeros. Si la historia es épica, interesante, edificante y gratificante, Jaime Camino la hace más jugosa, mucho más profesional – incluye un excelente trabajo de investigación en el que se recuperan imágenes insólitas– tierna y humana. Porque evita protagonismos, prescinde de la siempre molesta voz en off, y deja la palabra y la cámara sólo a quienes de verdad tienen algo que decir. Pero no sólo de sus vidas como continuos exiliados, como gente de ninguna parte, si no que también cuentan pequeñas anécdotas y entrañables momentos que abren el espacio de la sensibilidad, de la cotidianeidad del relato, que deja entrever que siempre es más fuerte la memoria de los buenos instantes. Además, Los niños de Rusia está rodada con el mayor de los respetos hacia sus protagonistas, personas que hoy, cada uno desde su casa (bien en Cuba, bien en Moscú, en Bilbao o en Madrid), tienen un agudizado espíritu crítico –vivieron lo peor de las diferentes dictaduras– y hacen gala de una gran humanidad. Un respeto contagioso que consigue arrancar el aplauso de quienes se reúnen en una sala para apreciar esta obra maestra.
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