FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título Original: Euskal pilota, larrua harriaren kontra
España. 2003. 115 min.
Dirección, Guión y Montaje: Julio Medem
Fotografía: Javier Aguirre, Jon Elicequi, Ricardo de Gracia
Música: Mikel Laboa
Producción: Julio Medem, Koldo Zuazua
Si hay algo de lo que carecen las sociedades occidentales actuales es de la necesaria, básica y enriquecedora memoria histórica. Fue sólo hace un par de años cuando se celebraron elecciones autonómicas en el País Vasco, momento elegido tanto por el Partido Popular como por el Gobierno español (tanto monta, monta tanto) para lanzar una gran ofensiva contra el nacionalismo vasco, a la cual se sumó el Partido Socialista de Euskadi. Esta gran apuesta, coreada y voceada por la mayoría de los medios de comunicación, provocó la indignación de muchísimas personas. Entre ellas estaba el director vasco Julio Medem, que en esos momentos estaba a escasos meses de estrenar Lucía y el sexo, lo que le incitó a comenzar un proyecto sobre el conflicto vasco. Una de las partes del mismo es la película documental que se estrena ahora: La pelota vasca. La piel contra la piedra.
Manifestación en Barcelona tras el asesinato de Ernest Lluch
Se trata de un documental hecho desde la sinceridad, con la intención de dar cabida a todas las voces posibles, sin manipulaciones, sin censuras. Quizás fuera ésta la razón última por la cual el Partido Popular no quiso participar del proyecto, sabiendo que lo dejaba cojo, huérfano, sin el valor de su palabra. Y sin embargo, se nota su presencia en el film. Sí, se echa en falta el cuerpo y el sonido pero, a cambio, podríamos decir que su silencio es su discurso. En su mutismo está su posición. En su negativa descubrimos su política. Incluso sin él el documental es un auténtico ejercicio de malabares, un ir y venir de ideas, un devenir de opiniones, un torrente de pluralidad que abruma y se agradece. Da gusto oír en una misma cinta a personajes de tan distinto calado, es casi prodigioso que alguien les haya dejado expresarse tan libremente, para que sea únicamente la espectadora quien juzgue, quien se dedique a escuchar y a sacar sus propias conclusiones. Y en ese espacio uno podría calificar de grotescas las intervenciones de Otegi y González, ambos tan lejos de la serenidad, el enfoque y el análisis de, por ejemplo, Bernardo Atxaga.
En La pelota vasca Medem no juega a la objetividad porque ésta no existe. En el montaje está su sello, está su visión, su apuesta. Las imágenes que se intercalan con esta gran fiesta de la palabra nos pasean entre la identidad del pueblo vasco y los recuerdos de grandes momentos de historia. La fuerza del diálogo se mezcla con el dolor de quienes sufren o han sufrido la violencia de ETA, la tortura, el terrorismo de Estado o el drama de tener a un familiar preso a miles de kilómetros. Y no, no están a la misma altura. No se puede comparar la muerte con la distancia. Son estos momentos, sin duda, los minutos más duros del documental, los que te pueden provocar la lágrima. Más aún cuando hablan de diálogo con una entereza y claridad digna de elogio. Que no es otra cosa que lo que pide Medem a gritos a través de las palabras de otras personas. Porque en La pelota vasca hay una búsqueda incesante de razones, motivos y argumentos que nos llevan, o así lo pretende el director vasco, a un encuentro con posibles soluciones, abiertas propuestas y una necesaria invitación a la convivencia. Suficiente para el linchamiento al que ha sido sometido. Pero también para que esperemos con cierta esperanza y curiosidad la edición completa del proyecto, de la cual nos sirve en los cines un apetecible aperitivo.
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