FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título Original: No man's land
Francia-Italia-Bélgica-Gran Bretaña-Eslovenia. 2001. 98 min.
Dirección y Guión: Danis Tanovic
Fotografía: Walther Vanden Ende
Montaje: Francesca Calvelli
Vestuario: Zvonka Makuc
Sonido: Henri Morelle
Música: Danis Tanovic
Intérpretes: Brankó Djuric, Rene Bitorajac, Filip Sovagovic, Katrin Cartlidge, Simon Callow, Georges Siatidis
Todavía deben de quedar, escondidas en algunos cajones, muchas historias sobre las cruentas guerras que han destrozado la antigua Yugoslavia. En tierra de nadie transcurre durante la guerra de Bosnia (1993), en esa lucha fratricida entre bosnios y serbios tras la que se escondía algo más que un superficial y, en muchas ocasiones, inexistente odio étnico. El interés de los films que se ruedan bajo este argumento, y que huyen del maniqueísmo del que suelen hacer gala en estos temas las producciones estadounidenses, aumenta cuando son los propios interesados quienes quieren contarnos algo, dar su visión de lo ocurrido en su tierra. Es lo que hace el bosnio Danis Tanovic en esta película, contar -sin ningún tipo de prejuicio- su peculiar y acertada mirada de una guerra que le pilló de lleno y que, en cierto sentido -como siempre decimos con el ánimo de que alguien se dé cuenta de lo tremendas, injustas y devastadoras que son- no se diferencia de ninguna otra. Para ello cuenta con un plantel de actores de altura, capaces de adoptar diferentes registros y de hacer creíble, algo realmente difícil, esta surrealista historia.
Una escena de En tierra de nadie
En tierra de nadie se centra en un pequeño y específico episodio dentro de esta gran guerra, de –insistiendo– cualquier guerra. Mientras dos tropas enemigas se vigilan desde sus respectivas trincheras, un par de soldados de distinto bando se encuentran en medio de ambas, en un trozo de tierra sin dueño, en el que están en una relativa igualdad de condiciones, con una extraña sensación de indefensión y hastío, que les hará buscar la ayuda de los cascos azules de la ONU para solucionar su singular situación. Con esta, en principio, original trama, Danis Tanovic desarrolla un radical discurso sobre el absurdo, en la que los papeles de héroes y villanos se intercambian a través de un divertido destino basado en el azar, y en la que se ridiculizan sin ningún rubor, más bien con bastante mala leche, todas las excusas de unos y otros (de quienes se las inventan y hacen lo posible para que sus soldados y compatriotas se las crean).
Así, se va construyendo una divertida y amarga historia del disparate en la que nadie se salva, donde aparecen incluso los grandes generales de la ONU, más preocupados por la burocracia que por las vidas de estas personas, y los reporteros de guerra, a los que se muestra como auténticos devoradores de seres humanos, hambrientos de sensacionalismo. Pero, desde el momento en que aparecen estos personajes, el film pierde su autenticidad, y se aleja del brillante inicio para derivar en una caricatura del esperpento, adentrándose en un bucle sin interés, haciéndose difícil la salida del mismo. Danis Tanovic logra retomar con habilidad el espíritu del film, aunque ya sea en la recta final, cuando la ironía desaparece y nos hace bajar, de la forma más natural posible, en un cierre genial, a la cruda, cruel y triste realidad.
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