Películas estrenadas en el primer semestre de 2001
LA CIUDAD ESTÁ TRANQUILA
Radical y magistral retrato de miedos y situaciones
FICHA TÉCNICA
Título Original: La ville est tranquile
Francia. 2000. 132 min.
Director: Robert Guédiguian
Guión: Jean-Louis Milesi, Robert Guédiguian
Intérpretes: Ariane Ascaride, Véronique Balme, Frédérique Bonnal, Jacques Boudet, Gérard Meylan, Alexander Ogou
Robert Guédiguian rodó el pasado año, prácticamente a la vez, dos películas sobre los mismos temas pero desde perspectivas diferentes. Si en ¡Al ataque! recurría a la comedia, a la ridiculización de los poderosos y planteaba la narración como un cuento, en La ciudad está tranquila nada tiene gracia, hace un relato crudo, fuerte, difícil de digerir, pesimista, dramático, sin ningún tipo de concesiones ni medias tintas.
La ciudad está tranquila es la historia de un grupo de personas cuyas vidas se entremezclan en Marsella. Detrás de la hermosa apariencia de una ciudad tranquila, donde supuestamente reina el sosiego, conviven personas con serias dificultades, con verdaderos problemas. Desde una obrera de la lonja que se prostituye para conseguirle heroína a su hija, un estibador que se convierte en taxista traicionando a sus compañeros en huelga, una profesora de música hastiada de su marido, un hombre solitario y triste con pocas ganas de vivir, unos abuelos que han visto cómo su lucha se ha desvirtuado, una joven con ideas y actos contradictorios, un muchacho que acaba de salir de la cárcel y que ha transformado su rabia, un niño inmigrante que pide para poder comprarse un piano y un conjunto de parados que caen en la xenofobia. Hasta un grupo de supuestos intelectuales y políticos que se juntan –desde la extrema derecha hasta la izquierda tradicional– para unas maravillosas fiestas de postín. Personas que se entremezclan en la ciudad, que comparten vecindario o lugar de trabajo, antiguas amistades, una relación de amor o un odio visceral.
Guédiguian refleja en esta película todos sus miedos. Describe a los personajes con sus virtudes y sus defectos, con sus mentiras y secretos, con sus contradicciones y confusiones. Muestra sus comportamientos pero no los juzga, ni siquiera aporta una salida a sus situaciones. Adopta una visión a veces radical y muy desesperanzadora. Confiesa su pánico al nuevo despertar de la extrema derecha en la clase obrera, a la violencia xenófoba que surge en los barrios más pobres. Abre los ojos a una serie de ideas y comportamientos que están tomando forma, que son reales, ante los que es imposible no posicionarse. Y lo hace con sinceridad, credibilidad y contundencia mediante un relato duro, excesivamente militante, magistralmente filmado, absolutamente necesario e imprescindible que llega hasta el estómago y no consigues olvidar.
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