Películas de Estreno

LA CASA DE LA ALEGRÍA
Esa devoradora burguesía



Cartel de la película



FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título Original: The house of mirth
Gran Bretaña. 2000. 143 min.
Dirección y Guión: Terence Davis
Producción: Don Taylor
Fotografía: Remi Adefarasin
Montaje: Michael Parker
Vestuario: Monica Howe
Música: Adrian Johnston
Intérpretes: Gillian Anderson, Eric Stoltz, Dan Aykroyd, Eleanor Bron, Terry Kinney, Anthony Lapaglia, Laura Linney





            La casa de la alegría, la última película de Terence Davis, trata de hacer un repaso a la burguesía neoyorkina de principios del siglo XX a través de un personaje en decadencia, apaleado por sus semejantes, vilipendiado por la falsedad de un clase social tan alta como arcaica. Ese personaje es Lily, una mujer bella y encantadora cuyo objetivo es alcanzar la posición que cree que se merece, el de elegir a un hombre rico y bien posicionado que le proporcione la estabilidad que no le dan sus escasos recursos económicos. Pero ni siquiera estar rodeada de una gente con unos valores tan poco humanos, que interfieren en las decisiones personales, que sólo se preocupan de su imagen ante el resto de la galería y de su siempre solvente cuenta corriente, es suficiente para que sepa cómo llevar su vida conforme al estatus que tiene, cómo conseguir arrinconar sus sentimientos a favor de sus conveniencias. Así, comenzará a provocar la envidia de otras mujeres por su innegable hermosura y exquisitez, con las que consigue una especial relación con los hombres. Unos celos que nadie le perdonará y que le condenarán al repudio y al olvido, que la sumirán en la más profunda de las miserias.

Fotograma de la película
Gillian Anderson y Eric Stoltz en una escena de La casa de la Alegría

            Estamos ante un relato triste y cruel, que muestra la hipocresía de la alta sociedad, sus ansias de guardar las apariencias y su capacidad para hundir a aquellas personas que no se adapten a su modo de vivir, a quienes quieran sentirse libres en algún momento, actuar conforme les dicta su corazón. De esta manera, ni el amor verdadero, ni el financieramente conveniente, son alcanzados por la protagonista del film, una maravillosa Gillian Anderson libre de ataduras y de expedientes x, que vivirá el rechazo de todos aquellos que fueron sus falsos amigos. Terence Davis mima y cuida mucho el escenario y la ambientación de una película elegante, casi impecable, en la que brillan los actores y las actrices, el vestuario y la música, el drama y el romance. Y aunque esta historia ya nos la conozcamos consigue embaucar al espectador en el imparable descenso de esta mujer, en esa infame y vergonzosa proletarización en la que cae, no incurriendo -algo de agradecer- en falsas revoluciones de personajes heroicos. Es una desesperación que provoca sentimientos encontrados, pues ese delicado estilo de filmar queda frío, incluso la belleza roza la indiferencia. Pero La casa de la alegría tiene la suerte de contar con ese punto maestro de las grandes obras de época que logra maquillar la mayoría de sus defectos.

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