FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título Original: Akai hashi noshitano nurui mizu
Japón-Francia. 2001. 119 min.
Dirección: Shohei Imamura
Guión: Motofumi Tomikawa, Daisuke Tengan, Shohei Imamura Producción:Hisa Iino
Fotografía: Shigeru Komatsubara
Montaje: Hajime Okayasu
Música: Shinichiro Ikebe
Intérpretes: Koji Yakusho, Misa Shimizu, Mitsuko Baisho, Mansaku Kuwa, Kazuo Kitramura, Isao Natsuyagi, Yukiya Kitamura
Agua tibia bajo un puente rojo es la última película del veterano director japonés Shohei Imamura, uno de esos hombres que tras una larga carrera continúa filmando con belleza y sabiduría. Porque lo que se desprende de esa preciosa cinta son grandes dosis de maestría y dominio del arte y el lenguaje cinematográfico. En esta ocasión nos narra un bella y enigmática historia llena de continuos referentes a su cultura y a la peligrosa nueva forma de vida que se impone en este mundo. Hay en Agua tibia bajo un puente rojo un estética sublime y unos planteamientos éticos casi insuperables, propios de alguien que controla a la perfección su trabajo, que lo ejerce con plena libertad y se deja llevar por los sentimientos. Las historias de Yosuke y Saeko confluyen en Kyoto. Yosuke huye de la gran ciudad, de sus agobios, sus responsabilidades familiares y de su desesperante situación laboral y se traslada temporalmente en busca de un misterioso tesoro. Ella vive con su anciana abuela y continúa con el negocio de repostería que con tanto esfuerzo mantuvieron sus ancestros.
Shohei Imamura inventa una curiosa y maravillosa metáfora a través de los fluidos de esa mujer, construye una mágica relación entre los protagonistas, filma con belleza a ese hombre abatido que recupera la sonrisa, a esa mujer cleptómana fuente de fertilidad y a todo ese fantástico y cautivador mundo que les rodea. Nos invita a ser testigos también de una hermosa historia de amor que arrastra durante todo el film, que es la causante del comienzo y del desenlace, que subyace de forma elíptica durante todo el metraje. Agua tibia bajo un puente rojo es un film casi maestro, francamente precioso. Aunque haya en él una repetición necesaria pero inconveniente de esa ingeniosa metáfora acerca de la fertilidad que, desgraciadamente, deja de sorprender por agotamiento, es capaz de seducir con su extraño hechizo, de hipnotizar con su sencillo y hermoso atractivo.
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