No hacía falta ser un fanático de los títulos de crédito para saber que Ennio
Morricone no era sólo el autor de las celebérrimas bandas sonoras de los espaguetti-western
de Sergio Leone; que también se había lucido, y cuanto, como compositor
en películas bastante menos taquilleras como Sacco y Vanzetti, La batalla
de Argel o Cinema Paradiso. Pero tal vez sí convenía que el propio
Morricone reuniera a un espléndido cuarteto (piano, flauta, violoncelo y
viola), arropándolo ocasionalmente con dos orquestas tan sólidas como la de
la Accademia Musicale Italiana y la Roma Sinfonietta, para hacernos
ver –perdón: oír– que sus composiciones tienen una calidad y una capacidad de
transmisión emocional de primera. Dejo mi propio rollo y os recomiendo la
lectura del de Sergio Miceli que he adjuntado, rescatándolo
del libreto del propio disco.
Fuera de todo lo cual, nada como sentarse, meter este CD en un
buen equipo de música y dejarse envolver. Es casi una hora de música inolvidable.< Javier Ortiz
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