Emmylou Harris |
Nonesuch Records, EUA,
2003 (WEA International) |
El texto que sigue está tomado de la crítica realizada
por Manolo Fernández, responsable del programa Toma Uno, que emite Radio 3,
de RNE, todos los sábados y domingos de 7:00 a 8:00. Fernández es un gran experto en música country. Dejo constancia de que el comentario está copiado de la página
de M. Fernández en Internet (http://www.rtve.es/rne/r3/pr/toma1/toma1.htm) y que no ha sido expresamente escrito para
esta página.
Grabado entre Nueva York y Nashville en el tiempo trascurrido desde febrero
a junio de este 2003, “Stumble Into Grace” se convierte en la cuarta
entrega de una saga discográfica iniciada con “Wrecking Ball”,
para seguir con “Spyboy” y “Red Dirt Girl”. Sin
embargo, en esta ocasión el disco tiene la brillantez de la que no gozaban
los anteriores, incluso con una
voz que ha dejado de ser un susurro para ganar algunos de los registros que
la caracterizaron durante años. Es posible también que en el presente,
Emmylou Harris haya hecho especialmente feliz a su mentor, Gram Parsons, con
un trabajo tan humano como misterioso, cuando han pasado 28 años desde su
debut en Reprise con aquel "Pieces Of The Sky", un trabajo elegante
que significaba la continuación del que habían realizado juntos en
"G.P." y, sobre todo, en "Grievous Angel".
Pero Emmylou Harris, que ha cumplido ya los 56 años, sigue la
tendencia que les impulsó a casar el country con los ritmos
contemporáneos y a explorar en los
sonidos acústicos con toques de folk, a los que ahora incorpora elementos de
lo que se llama world-music. “Stumble Into Grace” es una
colección de canciones en las que Emmylou ha intervenido muy directamente, siendo autora de 10 de
las 11 allí contenidas, en solitario o junto a alguno de sus buenos amigos.
Tan solo el tradicional “Plaisir d’Amour”, rescatado de la
discografía de Joan Baez, no le es propio.
Dos temas tienen un importante contenido social: "Time In
Babylon" (compuesta junto a Jill Cuniff de Luscious Jackson), y
"Lost Unto This World". En el primer caso se critica a los
diseñadores de moda y a la cultura de la televisión, mientras en el segundo
escenifica el genocidio femenino a través de los tiempos pasando a ser,
además, uno de los cortes más
recomendables del resgistro.
Por otra parte, nadie discute que la canción más entrañable es
“Strong Hand”, dedicada a la memoria de June Carter, donde
aparece su vieja amiga Linda Ronstadt
como invitada y que se centra en lo que llama el milagro de dos almas
que se encuentran. Julie Miller, las hermanas Kate y Anna McGarrigle, y Jane
Siberry también han colaborado vocalmente en el proyecto, producido por Malcolm Burn, que
también ha experimentado con algunos instrumentos, aunque no se ha perdido en
este caso la esencia de la grabación.
Mucho tardó Emmylou en regalarnos sus propias composiciones y tuvo que
ser su anterior álbum “Red Dirt Girl”, publicado hace tres
temporadas y premiado con un Grammy, el que pusiera de manifiesto la
profundidad de su talento como autora de canciones. Después de haber
trabajado con el productor Daniel
Lanois en su disco de 1995 “Wrecking Ball” y tras la experiencia
con Buddy Miller en “Spyboy” llegó Malcolm Burn, protegido de Lanois
y que ya había tocado en el primero de la serie
En este nuevo trabajo Emmylou Harris se nos muestra frágil y delicada,
pero existe la impresión de que han existido menos coacción para poder mostrarse.
Con Burn se ha permitido mucha mayor libertad que con sus antecesores.
“Jupiter Rising” es otro de esos momentos especialmente destacables,
habiendo también partes oscuras como “O Evangeline”, que parece entresacada del legendario
“The Long Black Veil”, pero también se deja mecer por los toques
folkies de “Little Bird”, con las hermanas McGarrigle de
colaboradoras, y muestra una poética dignidad en “I Will Dream'', dando un peculiar tratamiento a la
soledad en “Can You Hear Me Now”, con Buddy Miller o Bernie
Leadon en las guitarras, que la hacen sobresalir en un disco con mayor equilibrio
y menos artificios que los anteriores. |
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