Varias autoras |
Sugar
Hill, EUA, 2003 |
Me encanta. Me encanta el disco, me encanta la idea, me
encantan las canciones, me encantan las versiones, me encanta que gente tan
valiosa y tan valorada se atreva a decir en voz alta al mundo entero –a cantar–
lo que muchos llevamos decenios diciendo sin dejarnos amilanar por las
risitas rijosas de tantos amiguetes: Dolly Parton es un pedazo de compositora,
un pedazo de arreglista, un pedazo de intérprete y un pedazo de cerebro bien
arreglado por ella misma, a fuerza de encarar la vida con un par de narices. «¿Con un par de qué?», pregunta el gracioso. De narices, digo. Y de tetas. Y de brazos, y de piernas,
y de ojos. He leído que la señora Parton tiene compuestas unas 3.000
canciones. No sé: la verdad es que, dicho así, parecen demasiadas. Yo tengo
en mi discoteca varios centenares; de eso doy cuenta. Pero la cuestión no es
de cantidad. Habría bastado con saber que es la autora del To Daddy, del
que Emmylou Harris da emocionada cuenta en este homenaje, o del Coat of
Many Colours, que se encargan de recrear Shania Twain y Alison Krauss,
para reservarle un lugar de honor en el folk contemporáneo. ¡Qué prodigio
de sensibilidad y de sabiduría! El personaje de esa madre que aguanta todos
los desplantes y todo el cutrerío del zafio de su marido hasta que sus
chavales se hacen mayores y se siente libre de escapar en busca de otra vida...
¡Toda una película en tres minutos! Como la historia del abrigo de retales
hecho amorosamente por una madre pobre para una hija pobre, que la cría reivindica
al cabo de los años con el mayor de los orgullos. Con un par. Recuerdo muchas otras canciones que no están en este
disco y que habrían podido incluirse con idénticos méritos. Propias o
recreadas por ella. Su increíble Dark As A Dongeon. Y su fantástica
versión de The Great Pretender, muchísimo más negra que la de The Platters.
O su tiernísimo Deportee, de la mano de Woody Guthrie, homenaje a los
muchos trabajadores mexicanos que dejan su vida emigrando a California. Y hasta su festiva versión del Help!
de Lennon, que hizo las delicias del propio John. Un disco estupendo. Como ella. Un homenaje a una gran mujer hecho por un grupo
de grandes mujeres, desde las más jóvenes, como Norah Jones, hasta las ya francamente
maduras, como la propia Harris, que es de mi quinta, aunque se conserve estupendamente,
pasando por las de biografía terciada, como Sinéad O’Connor. Bueno: para disfrute de feministas y literatos/as,
incluyo la letra de To Daddy. Y no me falléis: comprad el disco. Yo me
lo he bajado por Internet, pero en cuanto pase por una tienda que lo tenga,
lo compro. Porque esta gente vive de eso. · Javier Ortiz To Daddy Mama never seemed to miss the finer
things in life She never meant to come back home |
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