Songbird |
Didgeridoo (UK), 2001 |
Pero hete aquí que en 1998 un sello independiente edita un disco
póstumo suyo, Eva by Heart, que incluye una canción titulada Songbird.
Y, para sorpresa de todos, Songbird sube como la espuma en las
listas. Se edita una selección de su obra –el cedé que da pie a este
comentario– y se convierte en disco de oro en los EUA y en Australia y
alcanza el número 1 en las listas del Reino Unido e Irlanda. Jamás la
producción de un sello independiente había llegado tan arriba. ¿Qué tiene Songbird? ¿Qué tiene Eva Cassidy? «Va
directamente al corazón. Es un desafío al cinismo» (The Sunday Times),
«Eva Cassidy podría envolver cualquier tipo de música popular norteamericana
–folk, jazz, blues– con un pedazo de sí misma» (The Times), «Estaba
dotada de una voz trasparentemente hermosa» (The Guardian), «Tiene una
de esas voces que te atraviesan el corazón» (BBC), «Hay una delicadeza
vulnerable en su estilo; un toque fácil y elegante» (Billboard). Cassidy
no tenía un género al que asimilarse: cantaba lo que le gustaba, y le gustaba
el folk, el blues, el jazz... No componía. Como mucho, hacía arreglos de
temas tradicionales. Songbird –la canción que da título al disco– es
una composición de Christine McVie (Fleetwood Mac), en el disco hay un tema
de Sting (Fields of Gold, «Una impresionante versión», según Paul
McCartney), otro de Pete Seeger (Oh Had I A Golden Thread)... y hasta
los celebérrimos Over The Rainbow, de «El Mago de Oz», y Les
feuilles mortes, de Jacques Prevert, que se alternan con temas
tradicionales, algunos tan sólidos como el Wayfaring Stranger de la
Gran Depresión. En suma: un gusto mélodico tan indiscutible como ecléctico. ¿Entonces? ¿Dónde está el secreto? En la voz. Una voz sencilla
que rezuma honestidad, limpia hasta lo cristalino, ni una pizca amanerada,
emocionante. Me saldría decir que anacrónica, y hay quien lo ha dicho («Si
Eva Cassidy hubiera grabado en cualquier tiempo antes de los Beatles y Dylan,
habría estado entre las cantantes más grandes del siglo XX»: palabras de Mojo). Pero, ¿cómo
calificar de anacrónica una voz que ha alcanzado en 2001 dos discos de oro y
dos números 1 en las listas de éxitos más disputadas del planeta?< Javier Ortiz |
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