Diario de
un resentido social
Semana del 15 al 21 de
abril de 2002
La emprende Antonio Gala contra los Estados Unidos, en masa, y contra «los norteamericanos», en general *. Según él, USA –así, en inglés– «cae fatal» y «su tipo de cultura» (sic) «aburre a las vacas».
Ignoro cómo se las arregla Gala para englobar la totalidad de las tradiciones y manifestaciones culturales de los EUA en un solo «tipo de cultura». Es más: ni siquiera sé qué diablos puede ser un «tipo de cultura». Pero, claro, a diferencia del excelso tronero cordobés, yo no he escrito novelas que convierten Las uvas de la ira en un pobre ejercicio escolar, ni poemas que harían palidecer de envidia a Walt Withman, ni obras de teatro que para sí hubiera querido Arthur Miller en sus mejores momentos, ni he dado pie a guiones de cine que William Faulkner habría firmado con los ojos cerrados. No he pisado jamás las cimas del Parnaso desde las que él contempla la obra de los pobres mortales trasatlánticos y, en consecuencia, sería vana pretensión de mi parte acceder al entendimiento de la olímpica superioridad de sus desdenes.
Debe de ser por eso –porque hablo a ras de suelo, lo que me impide mirar a nadie por encima del hombro– por lo que, cuando leo o escucho que alguien desprecia a los Estados Unidos de América y al conjunto de sus habitantes –cosa harto común por estos lares–, agarro unos rebotes del copón.
Los EUA tienen una población de más de 250 millones de ciudadanos y ciudadanas, lo que ya de por sí aconsejaría no arriesgarse demasiado a generalizar. Pero es que, además, ese porrón de gente tiene orígenes culturales muy diversos. Y vive en realidades sociales, económicas, geográficas, climáticas y hasta lingüísticas no menos dispares. En muchos aspectos, los EUA son más un continente que un país. «La cultura» de los EUA son muchísimas culturas. Y bastantes de las manifestaciones que tienen esas culturas son sencillamente apasionantes. Otras, en cambio, son de una bobería químicamente pura. Como aquí, sólo que en mucho más grande. Todo.
¿Que la parte de la población estadounidense que vota ha elegido una casta dirigente penosa? Sin duda. Repugnante, incluso. Pero no creo que España proporcione el estrado más adecuado para impartir a ningún pueblo lecciones de sabiduría electoral.
¿Que los productos culturales de masas son allí de un simplismo sofocante? Eche el anatemizador una ojeada a los de aquí antes de darse aires de superioridad.
Gala compara a los EUA, cuyo «tipo de cultura aburre a las vacas», con «Europa», y dictamina que el Viejo Continente está ganando la partida al Nuevo Imperio. No discuto al sublime autor de La pasión turca sus conocimientos en materia de vacas aburridas, pero me parece obvio que como cronista de batallas no llegará lejos. Europa lleva años emulando a los Estados Unidos en todo, incluido –o mejor dicho: sobre todo– en lo peor. Hasta en su bipartidismo de pacotilla. Hasta en su apestoso modelo de relaciones laborales.
El mimetismo y la abdicación ante lo estadounidense lo invade todo. Hasta La Tronera, en donde ya no se nos habla de los Estados Unidos de América, sino de «USA».
–––––––––
(*)
Escribía así Gala en su «Tronera» de ayer, bajo el título USA pasó de
moda: «No sé si es o no culpa de Bush o de todos los norteamericanos
(fracasos, armamentos, fallos tecnológicos, auditorías engañosas, gigantes
caídos, pollos fritos o películas bélicas), pero USA no está de moda. Y
además cae fatal. Su tipo de cultura aburre a las vacas, no aporta ni
brillo ni esplendor ni tranquilidad a nadie. Ni a ellos mismos. Sus mitos han
dejado de serlo; sus tópicos enseñan la oreja. Sólo siguen deslumbrando a
los más pobres o a los más tontos, que confunden el dólar con el cielo. Europa,
poco a poco, medra y USA mengua. Quizá el 11 de septiembre de 2001 puso de
manifiesto algo más que un atroz terrorismo.»
(21 de abril de
2002)
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(Una columna con
autorréplica)
Envié a “El Mundo” ayer viernes por la mañana este texto para
que fuera publicado hoy como columna. Que es exactamente lo que el periódico ha
hecho y el que aparece hoy en el periódico. Éste es el texto:
La representación del Gobierno de George W. Bush ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha anunciado que ejercerá su derecho de veto para bloquear todo proyecto de resolución que reclame una investigación de la labor de destrucción y muerte llevada a cabo por el Ejército de Israel en el campo de refugiados palestinos de Yenín.
Bush no podía haber adoptado una actitud más clarificadora. Con ella, ha demostrado que conoce bien lo ocurrido en Yenín y que, precisamente porque lo conoce, ha decidido impedir que las Naciones Unidas puedan levantar acta de la realidad y resolver en consecuencia. Su veto es la prueba más palmaria de que actúa como encubridor consciente de una actuación criminal. Con lo cual, él mismo se convierte en criminal.
¿Y en qué posición deja al Gobierno español, que asiste a este espectáculo de ocultación dolosa sin expresar condena alguna? ¿En qué lugar queda su insistente repudio a quienes no condenan los crímenes o se hacen cómplices de ellos con su silencio?
Un periódico israelí dio cuenta ya hace días de unas declaraciones realizadas por Simon Peres en petit comité. El ministro israelí de Exteriores se había mostrado consternado por los efectos desastrosos para el prestigio de Israel que tendría el conocimiento internacional de la masacre de Yenín.
Estamos ante otra confesión de parte. Peres admitió que tenía conocimiento de la matanza pero, lejos de condenarla (y de actuar en consecuencia, abandonando el puesto que ocupa en el Gobierno que la ha causado), se limitó a mostrar su preocupación... ¡ante la posibilidad de que lo ocurrido fuera difundido por los grandes medios de comunicación occidentales!
Muy en consonancia con esa preocupación, las Fuerzas Armadas de Israel aislaron Yenín durante días, impidiendo que los informadores extranjeros y los representantes de organismos independientes, como la Cruz Roja, pudieran constatar en qué estado había quedado el lugar y qué había sucedido con su población. Trataban de ganar tiempo para maquillar la realidad. Ésta, maquillada y todo, ha resultado espeluznante.
El partido que dirige Peres es miembro de pleno derecho de la Internacional Socialista. Es decir, socio privilegiado del PSOE, algunos de cuyos responsables se permiten encabezar manifestaciones de protesta por lo que está haciendo... Sharon. Como si Peres estuviera de oyente en la política israelí.
Yenín no es sólo el escenario de un espantoso crimen contra la Humanidad, sino también el punto de arranque de toda una cadena de complicidades y responsabilidades compartidas, algunas de las cuales tienen sede en Madrid. En La Moncloa y en Ferraz.
Éste era el texto, y esto es lo que aparece publicado hoy en “El
Mundo”. Pero lo cierto es que, horas después de que yo hubiera enviado mi
artículo al periódico, la delegación de los EEUU ante el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas se avino a una resolución de compromiso, lo que hacía
escasamente congruente el arranque de mi columna.
Lamentablemente, yo no he tenido noticia de ese cambio hasta
esta mañana. De modo que me he visto en la obligación de remitir a la Sección de
Opinión de “El Mundo” el siguiente correo electrónico:
PARA OPINIÓN
--------------------–-
Hola,
Entra dentro de lo posible que recibáis alguna carta al Director de alguien que se queje de que en mi columna de hoy afirme yo que EEUU amenazó con vetar cualquier resolución del Consejo de Seguridad que propusiera investigar lo sucedido en Yenín cuando lo cierto es que, de hecho, Washington aceptó ayer que Annan envíe un equipo investigador. Si os llega una carta así, os ruego que la publiquéis añadiendo esta
-------------------
Nota de Javier Ortiz.-- Mi columna fue escrita cuando la representación de los EEUU en la ONU comunicó que se proponía vetar una resolución, propuesta por los países árabes, que pedía una investigación sobre la matanza de Yenín. EEUU mantuvo ese criterio hasta el final. A lo que finalmente se avino, a la vista del escándalo internacional suscitado por su actitud, es a que Annán forme un equipo que "reúna información" sobre "hechos recientes" (sic) en Yenín, negándose de plano a que esos "hechos recientes" fueran calificados con palabras que pudieran suponer una condena de la actuación de Israel. De haber tenido constancia de ese cambio de posición, habría redactado mi columna de otro modo, por supuesto. Aunque no habría variado mi criterio sobre la complicidad de Washington en la actuación criminal del Ejército del Estado de Israel.
--------------------
Saludos,
/Javier Ortiz
(20 de abril de
2002)
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–¡Tiene narices!
Mi hija Ane está indignada. Me mira con los ojos encendidos de ira, desde la puerta de mi estudio, en tanto se seca el pelo.
Deduzco que ha estado oyendo las noticias de la radio mientras se duchaba.
–¡Es indignante! –remacha.
–¿Qué, en concreto? –le pregunto. Porque a mí, por indignarme, suelen indignarme hasta los boletines meteorológicos, aunque no me pasee por la casa clamando contra ellos, y menos mientras me seco el pelo, actividad que me es desconocida desde hace ya muchos años.
–¡Lo de la reforma del seguro de desempleo! –responde.
–Ah, sí –le confirmo distraídamente, y me giro de nuevo hacia la pantalla del ordenador.
–¡Pero es que es la hostia! –vuelve a la carga–. ¡Imagínate que llevas 35 años trabajando de periodista, cotizando al Estado todos los meses, y suponte que te quedas en paro, y que empiezas a cobrar ese seguro por el que has estado pagando toda tu vida un pastón... y que vienen entonces y te dicen que te han encontrado un trabajo de camarero en un Burger King de Alcalá de Henares y que, como no lo aceptes, dejan de pagarte! ¡Pero si tú no sabes nada de hostelería, ni te importa una mierda! ¡Pero si nada más que en ir y volver desde Madrid a Alcalá te vas a dejar la mitad del sueldo!
–Sí, te lo quitan durante tres meses. Y, como insistas, para siempre. Y luego está lo del PER.
–¿Qué es el PER? –me pregunta, porque ha vivido demasiado tiempo en Londres y todavía no está al tanto de todo.
La miro fijamente.
–Hija mía –le digo–: me resulta conmovedor que hayas heredado mi tendencia genética al cabreo universal y mis afanes didáctico-agitativos. Pero no vale la pena que desperdicies tus energías echándome mítines a mí, que llevo ya dos días despotricando contra eso para mi coleto y que, además, estoy muy ocupado ahora escribiendo contra un horrible desmán de otro género. Además, vas a llegar tarde al curro.
–Jodé, qué tío –masculla, mientras se va para su cuarto.
Y yo sonrío, y vuelvo a la carga contra GeorgeW. Bush.
(19 de abril de
2002)
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–¿Firmas contra la droga?
Había unas chicas muy puestas ellas y muy relamidas, con sus trajes de chaqueta rojos y su pelo teñido de rubio, tirando a clónicas, que solían montar una mesa petitoria tipo Domund en la calle Génova, en Madrid, cerca de la sede del Instituto Social de la Marina, donde yo trabajaba por entonces.
Pedían firmas contra la droga.
–¿Firmas contra la droga? –te preguntaban, saliéndote al paso.
Me encantaba chincharles.
–No. ¿Por qué habría de firmar? ¡Si estoy a favor! –les contestaba.
La ira les cuarteaba el maquillaje.
Había otros que también me ponían de los nervios con su asaltante petición de firmas. Éstos se instalaban en la puerta de El Corte Inglés de Castellana. Recuerdo que exhibían algún emblema de izquierda, pero no me acuerdo de cuál.
–¿Firmas contra el paro? –te decían.
Me tocaban las narices.
–Ah, qué bien –les respondía–. Y si firmo contra el paro, ¿se acabará? ¿Me firmas tú a mí un certificado de eso?
Les fastidiaba que me diera cuenta de que lo de la firma contra el paro no era sino una excusa para tratar de promocionar su tingladillo político.
Con el tiempo he ido alimentando un creciente odio contra todas las iniciativas de recogida de firmas. No sólo contra las pavadas de aurora boreal, como ésa de los senadores norteamericanos que quieren que le retiren a Arafat el premio Nobel de la Paz, sino contra todas. Sin distinción.
Me telefonea mi amigo Gervasio Guzmán.
–¿Firmas para que Sharon sea procesado por crímenes de guerra? –me pregunta.
–Dime, Gervasio: ¿hay algo que te haga suponer que, si se recogen muchas firmas en su contra, lo van a procesar? –le contesto.
–Hombre, no.
–¿Y entonces?
Soy partidario de organizar unas nuevas Brigadas Internacionales para ir a combatir a Palestina. Estoy dispuesto a participar en un Concurso Mundial de Repudio del Sionismo. Me presto incluso a casarme por lo civil en Tel Aviv, para que los guardianes del fuego sagrado de la zarza me detengan por blasfemo. No me importaría nada de nada poner dinero para que se monte un Congreso Internacional contra el Estado de Israel (varios amigos míos judíos lo presidirían muy a gusto). Y hasta pondría mi óbolo para comprar el espacio publicitario de la CNN que dé cuenta de todo ello. Pero no voy a firmar más papeles de ésos que no van a ningún lado.
Que nadie me pida que suscriba documentos inanes que sólo sirven para tranquilizar las malas conciencias de quienes los firman y para que un puñado de onegeístas desenvueltos justifique su injustificable sueldo.
A la mierda. No firmo.
Otra cosa son las iniciativas de envío de mensajes electrónicos, faxes, telegramas, tarjetas postales y cartas destinadas a protestar contra esto o a reclamar lo otro. Las movidas de ese tipo –según cuáles– me parecen bien. Por dos razones principales. Primera, porque a veces no las gestiona nadie que determine qué texto concreto es el que firmas y que se apropie del prestigio de la movilización, en cuyo caso nadie se aprovecha de ti con fines espurios. Y segunda, porque, dependiendo del destinatario, pueden tener resultados positivos. Por ejemplo: estoy seguro de que los responsables de El País están que trinan por la cantidad ingente de mensajes que les están llegado poniéndolos de vuelta y media por su tratamiento seudoinformativo del golpe de Estado en Venezuela. Otro ejemplo: el consejero de Transportes de Madrid está al borde de un ataque de nervios porque la Consejería se le ha inundado de reclamaciones de usuarios de autobuses que piden que se les descuente del abono del próximo mes el dinero que perdieron por la pasada huelga. Bueno, si puedes arreglártelas para amargar la vida a algún desalmado por un sistema tan sencillo, bienvenido sea.
Pero firmitas para
que alguien se pavonee por ahí a costa de miles y miles de almas cándidas, no.
Rotundamente.
(18 de abril de
2002)
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He leído bastantes artículos colgados en la Red durante estos días, referidos a la labor sucia, inicua, bochornosa, repugnante, vomitiva –añada cada cual los sinónimos que quiera– que han perpetrado los grandes medios de comunica(manipula)ción españoles a propósito de la intentona golpista de Venezuela (*). Me han conmovido muy particularmente dos artículos: uno de Adolfo Ribas y otro de Pascual Serrano, por la indignada y fundamentadísima rotundidad con que se expresan. Tienen toda la razón: el periodismo encierra una portentosa capacidad para producir vergüenza ajena a los que hemos tratado durante muchos años de ejercer ese oficio con dignidad, convencidos de lo que tiene –o podría tener– de servicio público.
Pero, incluso en medios intrínsecamente perversos –hablo ahora de Radio Nacional de España–, surgen de repente destellos de honradez y profesionalidad conmovedores. El relato que ayer hizo Fran Sevilla desde Jenín en el informativo de las 14:30 de RNE fue magnífico, se mirara (se oyera) por donde se quisiera. Había conseguido entrar en la ciudad fantasma cisjordana eludiendo los controles israelíes, jugándose el bigote. Pero no hizo nada por vender su proeza periodística. Contó el horror que estaba viendo con una sinceridad, una precisión descriptiva, una sencillez personal y una emoción solidaria realmente impresionantes.
No todo está perdido. El naufragio del periodismo occidental arroja a veces hasta la superficie algunos pecios admirables.
––––––––––––
(*) Ha sido muy
meritorio el trabajo realizado estos días por Rebelión (http://www.rebelion.org/), Alai-Amlatina (http://alainet.org/) y otros servicios de
información y opinión alternativa presentes en la Red. Deseo expresarles mi
reconocimiento personal más sincero. En horas tan amargas como interminables,
sus mensajes me hicieron sentirme bastante menos solo.
J
Muchos lectores se vieron ayer en la imposibilidad práctica de entrar en esta página. Tardaba tanto en descargarse que la mayoría acabó rindiéndose y renunció a verla. La lentitud del servicio de Mundofree fue tal, incluso desde las primeras horas del día, que yo mismo estuve a punto de tirar la toalla y no actualizar la página.
No
vale la pena decir que lo siento: me molesta tanto que los demás pierdan el
tiempo como perderlo yo mismo.
(17 de abril de
2002)
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Gran coincidencia de los medios locales en el diagnóstico de lo sucedido en Venezuela la pasada semana: todo fue «muy confuso».
Como quiera que hay un buen puñado de cosas que a mí me parece que están clarísimas, las voy a exponer, a ver si vamos superando poco a poco esa situación de confusión.
Punto 1.– Lo que se produjo el viernes en Venezuela fue un golpe de Estado. Es desazonante comprobar cómo tanto español de pro habituado al manejo diario de conceptos legales se ha visto incapacitado en este caso para definir con precisión lo sucedido. Había un Gobierno democráticamente elegido y llegaron unos señores y lo derrocaron por la fuerza. Eso es un golpe de Estado. Ninguna necesidad de inventar términos extraños, como «acción cívico-militar», «proceso de transición» y cosas por el estilo.
Punto 2.– Si partimos del elemental axioma de que los gobiernos defensores del Estado de Derecho son incompatibles con los golpes de Estado –básicamente porque sostienen que los elegidos en las urnas sólo pueden ser desalojados por las urnas–, habremos de concluir que lo sucedido en Venezuela sirve para delimitar qué gobiernos del mundo son realmente partidarios del Estado de Derecho y cuáles admiten que haya fuerzas políticas que camuflan pistolas bajo sus escaños.
Punto 3.– Es absurdo que haya tantos medios que sigan hablando de los muertos en la manifestación del 12 en Caracas como si el tiroteo que los causó constituyera un misterio insondable. Bastaría con que se informaran sobre la militancia política de las víctimas. Comprobarían de paso que los golpistas clamaban contra un «intolerable derramamiento de sangre» que habían provocado ellos mismos.
Punto 4.– No hacía ninguna falta que llegara Newsweek para contarlo –era un secreto a voces–, pero ahí está, publicado en Newsweek: el golpe de Estado del 12 estaba planificado desde hacía semanas, y el Gobierno de Bush se hallaba perfectamente al corriente de todo. Curioso detalle: Washington acababa de enviar a Caracas un nuevo embajador. Un especialista en «contrainsurgencia», dicen las crónicas.
Punto 5.– Hay quienes lamentan que Chávez haya vuelto al Poder. Alegan que es un político «confuso», «errático» y «estrafalario». Reconozco que yo también me he quejado más de una vez de la clase de dirigentes que consiguen encumbrarse gracias a tales o cuales elecciones democráticas. No obstante, quien sostenga por aquí que los militares deben encargarse de enmendar la libre elección de los votantes debería manifestarlo con claridad.
Punto 6.– Supongo que quienes hablan con desprecio de Chávez y se quejan de que hasta sea capaz de departir amigablemente con Castro de vez en cuando –un pecado que también cometió Salvador Allende, como recordarán los más viejos– habrán escuchado y visto a los generales que protagonizaron el golpe de Estado del 12. Lo suyo sí que es estilazo y altura intelectual. ¡Qué porte, que verbo, qué amplitud de miras, qué pedazo de geoestrategas injustamente tenidos hasta ahora en el olvido! ¡Qué oportunidad perdida!
Yo me creo todo lo que me dicen, salvo prueba en contrario. De modo que, si hay políticos y analistas españoles que pretenden que no ven claro que el golpe de Estado venezolano del pasado viernes lo organizaron los magnates del petróleo con el apoyo del sector más corrupto de las Fuerzas Armadas y de la Policía, con la connivencia de los representantes de Acción Democrática, con el aplauso del conjunto de los medios de comunicación de capital privado y con la complicidad de la embajada de Bush, doy por hecho que eso es lo que piensan. Así será, si así lo dicen.
Pero, en tal caso, ¿por qué no se dedican a algún oficio que no reclame un mínimo de lucidez?
(16 de abril de
2002)
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...por el correo temprano, como en la canción de Violeta Parra.
Pero esta carta, que me ha sido reenviada por un lector, venía de Venezuela y la firmaba Verónica G., funcionaria de la oficina del Defensor del Pueblo.
Fue escrita en medio de la revuelta contra Chávez. Y yo me limito a transcribirla:
«Amigos:
Casi
no puedo escribir porque las manos me tiemblan y lo único que me provoca es
gritar y llorar.
Éste
es un llamado desesperado. Hoy en Caracas, Venezuela, se gestó desde primeras
horas de la mañana un vulgar golpe de Estado, como ya esperábamos
muchos.
El
golpe ha sido el producto de la manipulación de los medios de comunicación, que
desde temprano llamaron a la concentración de miles de personas de la oposición
para marchar, primero hasta una zona de Caracas, y luego, manipuladamente, hasta
el Palacio de Gobierno, para tumbar al presidente. Simultáneamente, policías de
la Alcaldía Mayor (oposición) se habían situado estratégicamente en los
edificios aledaños al Palacio de Gobierno (Miraflores), donde se concentraban
otras miles de personas para respaldar al presidente. Miles de personas que
bajaban de los cerros pobres, que venían de todas partes.
Al
poco tiempo, sin convocatoria previa, ya toda una gran avenida que va al Palacio
de Gobierno estaba llena de gente, cuando la Guardia Nacional comenzó a lanzar
bombas lacrimógenas contra los que trataban de llegar a la fuerza contra
Miraflores (que estaban armados). Desde [las azoteas de] los edificios,
la policía de Peña, el alcalde mayor, comenzó a disparar contra la manifestación
civil de apoyo a Chávez y contra Miraflores.
Las
imágenes de muertos que se han transmitido por los canales de televisión fueron
todas de personas que estaban respaldando a Chávez. No se lo digo por tener
afectos al gobierno. Se lo digo porque a mi lado pasaron muchas balas. Pude ver
a los muertos siendo cargados hasta el palacio, y a decenas de heridos tratar de
ser salvados de las balas asesinas que salían de francotiradores. Uno de los
muertos trabajaba en el palacio presidencial, era del Departamento de Recursos
Humanos; otro era un muchacho recostado en un muro, que cayó de repente, con un
tiro que le sacó los sesos; otro era un guardaespaldas del vicepresidente de la
República.
Yo
vi seis muertos, pero en total fueron once contados por otros compañeros. Todos
vimos a los policías disparando contra nosotros. Todos vimos cómo murieron
nuestros compañeros. Todos vivimos el miedo de ser alcanzados por una bala.
Lo
que está haciendo la oposición es sanguinario, es terrorista. Nos están
matando.Ya en la noche comenzamos a salir de la zona. Había rumores de que el
gobierno estaba caído porque unos militares se habían alzado. El canal de
televisión del Estado fue saboteado y la imagen salió del aire por mucho tiempo.
Después, ya muy tarde, salieron autoridades del Gobierno para negarlo, pero
pronto se suspendió nuevamente la señal, pues el militar que estaba a cargo de
la seguridad del canal la suspendió. Hora tras hora han salido militares
diciendo que ya no están con el Gobierno y que llaman a la rendición del resto
de las Fuerzas Armadas. Uno tras otro van desfilando para decir que no
permitirán más derramamiento de sangre.
Hasta estos momentos no
ha salido hablando el presidente, y sé por personas que están en Miraflores que
el presidente está todavía allí, reunido con los ministros y otros militares.
Pero el golpe es inminente. Ya los medios han anunciado una Junta de
Gobierno.
Amigos: lo que está
pasando es un nuevo golpe de Estado, orquestado por la derecha, por los medios
de comunicación, y rematado, como siempre, por los militares.
Amigos, ya no sabemos
qué va a pasar mañana. Por favor difundan este mail. Por favor, enteren al mundo
de lo que nos están haciendo.
De
corazón espero poder verlos alguna vez. Pero ya no sé que va a pasar con mi vida
y con la de miles de compañeros. No importa. Pueden matar al hombre, pero no a
sus ideas.
Hasta siempre,
compañeros.
Verónica G.»
...y otra carta
más
Esta otra carta la está haciendo circular Gabriel Albiac, que pide que se difunda todo lo posible. No me resisto a prestarle colaboración.
Tiene forma de correo electrónico. He suprimido solamente las direcciones de correo de las personas a las que el mensaje iba dirigido, para preservar su privacidad.
Dice tal que así:
Fecha: |
Sun, 14 Apr 2002 19:03:18 +0200 |
Asunto: |
Revocar el premio Nobel otorgado a Yasser
Arafat/Revoke the Nobel prize given to
Arafat |
|
Albiac, como veis, respalda esta iniciativa de «un grupo de senadores norteamericanos» para que Arafat –«ese h de p»– sea reconocido «como el gran terrorista que es».
Creo que en Sabra y Chatila han recogido ya del orden de 2.000 firmas, encabezadas por el premio Nobel de la Paz Henri Kissinger.
(15 de abril de
2002)
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