Diario
de un resentido social
Semana del 16 al 22 de abril de 2001
El abrazo del oso
El
PSOE empieza a estar hasta los mismísimos de las aparatosas muestras de amor que
le dedica el PP. Cada vez que Redondo Terreros o cualquier otro socialista
vasco lanza un ataque contra el PNV, el PP en pleno –incluida su
radiotelevisión– aplaude de manera tan estruendosa que tal se diría que el PSE
es una subdivisión la candidatura de Mayor Oreja. Los socialistas están
comprobando, demoscopia en mano, qué efectos tiene eso sobre la opinión
pública: desciende su expectativa de voto. Los últimos sondeos que manejan les
atribuyen la pérdida de uno, dos o incluso tres escaños.
La
cosa tiene un efecto paradójico, porque al PP le viene de pena ese retroceso
socialista, en la medida en que no se beneficia de él. Los sondeos indican que
Mayor Oreja ha alcanzado ya su techo electoral, que se situaría entre los 20 y
los 22 escaños (al parecer, son pocos los indecisos que se plantean la
posibilidad de votar al ex
ministro del Interior de Aznar). Con lo cual, al PP le resulta imperioso que el
PSOE consiga al menos 16 escaños, único modo de llegar entre ambos a los 38
necesarios. Pero, cuantos más piropos le echan a Redondo Terreros, más
desdibujan los perfiles propios del socialismo vasco y más desalientan a una
parte de sus votantes tradicionales, que no tragan a los de Aznar y que
consideran exagerada su virulencia antipeneuvista.
La
pescadilla se muerde la cola.
Si
fueran inteligentes, facilitarían los intentos de distanciamiento amagados por
Rodríguez Zapatero. Escenificarían una cierta ruptura, para que el PSE pudiera
recuperar a la parte de su electorado que desea el regreso al viejo entendimiento
entre los socialistas y el PNV. Pero hacen todo lo contrario: ayer, en un torpe
ejercicio de injerencia en los asuntos internos de un partido que –por lo menos
formalmente– no es el suyo, Mayor Oreja reclamó a los socialistas «de Madrid»
que dejen en paz a los socialistas vascos.
Está
haciendo como el oso amigo del refrán ruso: reparte abrazos que matan.
(22-IV-2001)
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Al
servicio del que sea
Un preboste de la policía, pariente lejano mío –lejano tanto
en el tiempo como en las inclinaciones personales–, solía presumir de su
profesionalidad: decía que él había servido con el mismo entusiasmo a la Monarquía,
a la República y a Franco. De ser menos hipócrita, habría confesado la verdad:
que lo suyo había sido maltratar a los detenidos con igual ferocidad bajo los
tres regímenes.
Tengo buenos amigos en Radio-Televisión Española. Sé cómo funciona aquello. En realidad, no es tan diferente. Hay gente que ha servido con el mismo fervor al franquismo, a la UCD, al PSOE y al PP. Otros –otras– no a tantos, pero por exclusivas razones de edad: ayer estuvieron en los mítines electorales de González; hoy le bailan el agua a Aznar.
La sufrida mayoría se conforma con sobrellevar estoicamente los avatares políticos del ente, con la única y comprensible pretensión de cobrar a fin de mes.
Algunos de estos últimos me han contado detalladamente cómo funciona la cosa.
–Abrimos con las declaraciones de Aznar –sentencia el jefe.
–Pero si no ha dicho nada... –objeta el currito.
–Abrimos con las declaraciones de Aznar –repite el jefe.
Y dos horas después:
–Abrimos con las declaraciones de Aznar.
–Pero si eso es de hace dos horas, y ya le ha contestado Zapatero...
–Abrimos con las declaraciones de Aznar.
Los dirigentes del PSOE están enfadados. Se han dado cuenta de que RTVE sólo se ocupa de ellos cuando dicen lo que le interesa al PP. Y cuando no, pues no.
La dirección del PSOE ha hecho un seguimiento preciso del trato que RTVE dispensa a su partido. Si se hubiera tomado la molestia de comprobar lo que hace la radiotelevisión pública española con el PNV, con EA o con EB-IU, habría sabido lo que es bueno. Se comporta como en los mejores tiempos del comando Rubalcaba, pero en versión vascongada y, eso sí, sin Sacristóbal en el papel estelar.
Entretanto, el PP lanza severos anatemas contra EITB: parece ser que emite demasiados partidos de pelota mano, con todo lo que eso conlleva de manipulación, en el más literal de los sentidos.
Lo singular del comportamiento de RTVE -singular, sí, y también aleccionador- no es que ahora la institución se incline ante el PP con idéntico entusiasmo al que empleó para hacer lo propio con el PSOE, sino que lo hace sirviéndose, además, de los mismos periodistas.
Está claro que alguna gente de nuestro oficio es servil por vocación. No les importa quién sea el amo. Lo único que les interesa es que les paguen bien por mostrar sus habilidades como lameculos.
––––––––––––––––––––––
Post scriptum. Publica hoy El País (http://www.elpais.es/multimedia/espana/tele.html) un interesante gráfico sobre la distribución del tiempo acordado por los informativos de TVE a los diferentes partidos con motivo de la precampaña vasca. El resultado es de vergüenza.
No obstante, el análisis de El País –que no incluye el resultado de los informativos de Radio Nacional– es meramente cuantitativo. La cuestión no es sólo que TVE dedicara al PP 21 minutos y menos de 6 al PNV, sino también a qué dedicó la televisión pública esos minutos: a hacer publicidad del PP y a dejar en el peor lugar posible al PNV, respectivamente. Añádase que buena parte del tiempo reservado al PSOE fue utilizado para dar cuenta de las críticas de los líderes socialistas a los nacionalistas.
(21-IV-2001)
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Victimismo
El locutor encargado de dar las
noticias en Radio Nacional --de dar las noticias, insisto: no de escribir los
editoriales-- califica de «victimista» al PNV.
Comentaba anoche a unos amigos durante la cena que tuvimos tras la
conferencia que di en Málaga, que la paranoia es muy difícil de combatir cuando
la persona que padece de manía persecutoria está realmente perseguida. Felipe
González estaba obsesionado con que había una campaña de persecución contra él,
pero el hecho es que, además, algunos le perseguíamos. ¿Cómo demostrarle que su
obsesión era enfermiza?
Ahora dicen que el PNV adopta
actitudes victimistas. Y es verdad que sus dirigentes llevan 25 años viviendo
en estado de queja permanente. Pero la crítica se hace ahora mucho más difícil,
porque realmente es víctima. «¡Para
víctimas, las del terrorismo!», se indignan algunos. Para víctimas del
terrorismo, las víctimas del terrorismo, ciertamente. Pero para víctimas del
acoso mediático, los nacionalistas vascos. Ni un respiro: todos los
informativos con sede en Madrid les zurran la badana, hora sí hora también.
Esperé ayer encontrar en los medios madrileños alguna voz –una
sola: me conformaba con poco-- que saliera en defensa de los nacionalistas
vascos tras la estrafalaria decisión que tomó la Junta Electoral autonómica en
su contra. Si esa voz se alzó, yo no la oí. ¡Caramba, también es coincidencia!
Ellos, victimistas de por sí, consideran que tanta coincidencia resulta
sospechosa.
Qué queréis que os diga: yo también.
(20-IV-2001)
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Espacios gratuitos
La Junta Electoral del País Vasco ha
decidido que la coalición PNV-EA no tendrá espacios electorales gratuitos en los
medios públicos, salvo en sus respectivas programaciones provinciales. Alega
que la coalición no se presenta con el mismo nombre en las tres provincias de
la Comunidad Autónoma, y que esos programas están destinados a las candidaturas
que se presentan en todo el territorio.
Desde el punto de vista jurídico, la
decisión no tiene ni pies ni cabeza. El artículo de la ley que cita la Junta se
incluyó pura y simplemente para que los electores no tuvieran que aguantar la
propaganda electoral de candidaturas que no concurren en su circunscripción. No
es de aplicación al PNV y EA, que concurren en el conjunto. Es como si la Junta
Electoral Central considerara que el PSOE no se presenta en toda España, habida
cuenta de que en Galicia se hace llamar PSdeG, en Cataluña PSC, en Andalucía
PSA, etc., etc.
Yo no sé si será verdad que el Gobierno de
Aznar está detrás de la decisión de la Junta Electoral vasca. Lo que si sé es
que esa decisión es un churro, próxima al fraude de ley.
De todos modos, yo que el PNV y EA no me
lo tomaría demasiado a pecho. Para mí que los mensajes televisados gratuitos de
los candidatos hace años que sólo los ven sus familiares más allegados. Nadie
en Euskadi necesita ver ninguno de esos espacios para saber quién es cada
quien, y de qué va.
Lo mismo caes más simpático si das menos
la vara.
(19-IV-2001)
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PSOE versus PSE
Rodríguez Zapatero no cierra las puertas a
un pacto postelectoral de los socialistas con el PNV y eso indigna a Rosa Díez
y demás agentes abiertos o camuflados del PP.
Afirma la ex consejera de Ardanza que, si
el PSE se aviniera finalmente a gobernar con el PNV, a ella le daría vergüenza
salir a la calle. Curiosa mujer ésta: no le dio vergüenza defender a los
responsables de los GAL –«Hay autos de la Audiencia Nacional que hacen más daño
que las bombas de ETA», llegó a decir–, pero le abochornaría que el PSE llegara
a un acuerdo con Ibarretxe, que no parece haber matado a nadie.
No todos los dirigentes del PSE están en
las mismas posiciones. El otro día pregunté a Nicolás Redondo Terreros, al que
se supone próximo a Rosa Díez en este punto, si descartaba la posibilidad de un
arreglo con el PNV después del 13-M. Me contestó que lo que descartaba era
pactar «con este PNV», pero no cerró la puerta a una eventual colaboración con
los nacionalistas si éstos volvieran a eso que llaman «la senda
constitucional». (Nota bene: Obsérvese que todo el mundo considera que
el PNV estaba en «la senda constitucional» cuando gobernaba mano a mano con el
partido de los GAL. Extraña senda ésa, con una treintena de cadáveres a sus
orillas). Ramón Jáuregui, que otrora fuera principal referente político de Rosa
Díez, también se ha mostrado abierto al estudio de todas las posibilidades que
se abran tras el recuento de las papeletas de voto.
Sea como sea, parece obvio que en este
mismo momento hay ciertas diferencias de sensibilidad entre la dirección
central del PSOE y una parte considerable de su sucursal vasca: la primera no
se compromete a nada para el 14 de mayo, salvo a hablar con el PP antes que con
ningún otro partido, en tanto la segunda anuncia su predisposición a un acuerdo
de gobierno con Mayor Oreja.
Lo cual sólo demuestra la torpeza política
de los portavoces del socialismo vasco. En primer lugar, porque no ganan nada
con manifestar esa vocación pro-PP, de la que lo mismo tienen que desdecirse
dentro de un mes. En segundo lugar, porque lo único que consiguen manifestando
esa intención es transmitir al electorado la idea de que votar PSE es perder el
tiempo con intermediarios. Para que su voto acabe en el bolsillo de Mayor
Oreja, mejor dárselo directamente.
Rodríguez Zapatero no es ni más ni menos
antinacionalista que Rosa Díez y consortes. Es tan sólo algo menos burro.
(18-IV-2001)
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Miedo
No comparto ni poco ni mucho las declaraciones
de Arzalluz, proclive desde siempre al ditirambo y el tremendismo, pero tampoco
puedo participar de la reacción de quienes se echan las manos a la cabeza
porque se diga que una parte de la población vasca tiene miedo de que Mayor
Oreja pueda ser el nuevo lehendakari. Es un hecho. Yo mismo, que no soy
nacionalista, lo tengo.
¿De qué tenemos miedo?
Mayor Oreja ha proclamado una y otra vez
su aversión por el nacionalismo vasco y su deseo de acabar con él. Son muchos
los que se temen que, de llegar a Ajuria Enea, ejerza la Presidencia no sólo
contra los vascos que no se sienten españoles, sino incluso contra aquellos que
se consideran españoles de un modo diferente del suyo. Tienen miedo de que
contribuya a ahondar la fractura social
y a agudizar el enfrentamiento civil en el que se está sumiendo Euskadi.
La sociedad vasca sólo puede gobernarse acertando a crear un clima de
convivencia entre nacionalistas y no nacionalistas. Dentro de las filas de los
políticos españolistas, él es una de las personas menos adecuadas para generar
ese clima.
Mayor Oreja ha puesto repetidamente como
modelo de actuación la línea elegida por el Gobierno de Navarra, cuyas huellas
se muestra dispuesto a seguir. El Gobierno de UPN está realizando una política
activa en contra del uso del euskara en la vida pública, pese a que la norma
básica de la autonomía de Navarra proclama el bilingüismo del territorio foral.
Ha habido autoridades navarras que han llegado a retirar subvenciones oficiales
a actividades culturales en euskara argumentando que que no darán ni un duro
para el desarrollo de la lengua vasca hasta que desaparezca el terrorismo.
Criminalizan el euskara. A muchos –entre los que me cuento– nos da miedo que
Mayor aplique en la CAV una política semejante.
Mayor Oreja ha dicho repetidamente que
quiere transformar la radiotelevisión pública vasca. Yo también lo haría,
ciertamente, pero no en el mismo sentido, desde luego. Él está encantado con
RTVE, cuya beligerancia antinacionalista es en este mismo momento clamorosa. Si
es ése el modelo que quiere instaurar en el País Vasco, vamos dados.
Mayor Oreja exhibe buenos modales y no se
crispa con frecuencia, pero sería un error confundir las formas con los
contenidos. Su carácter es extremadamente autoritario. Lo ha demostrado de
sobra con la Ley de Extranjería. No sólo con su texto, sino también con su
aplicación. Todos los organismos de Derechos Humanos han criticado una y otra
vez sus sistemas de expulsión de inmigrantes sin papeles, iniciados con el
tristemente célebre recurso al haloperidol. Tiene una peligrosa tendencia a
tirar por la calle de en medio, algo que en una situación tan crítica y
delicada como la del País Vasco puede tener efectos catastróficos.
Mayor Oreja es hombre de acendradas
tendencias derechistas en lo social. El actual debate electoral está tan
monopolizado por las cuestiones nacionales que apenas se habla de los asuntos
sociales. Pero existen, y son vitales para muchos. De la mano de Mayor Oreja es
harto probable que llegara un mayor impulso de la enseñanza privada en
detrimento de la pública, un progresivo desencuentro con las organizaciones
sociales, un desinterés creciente por los asuntos medioambientales, una
desaceleración de las políticas asistenciales... En todos esos terrenos, el Gobierno
de Vitoria ha venido desarrollando una actividad bastante más intensa que la
del Gobierno de Madrid. Lógicamente, las pautas de Mayor se homologarían con
las de Aznar.
Podría seguir enumerando razones para
sentir miedo de la victoria de Mayor Oreja. Pero hay una que las engloba todas:
ETA, deseosa de «agudizar las contradicciones», está haciendo todo lo posible
para que se produzca.
(17-IV-2001)
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La DGT malversadora
Llevamos 126 muertos y aún las vacaciones
no han terminado en varias comunidades autónomas. (Yo mismo no regreso a Madrid
hasta esta tarde: confío en no engrosar la cuenta).
De mantenerse la progresión, los
desplazamientos por carretera de las vacaciones de semana santa de este año
habrán acarreado un número de víctimas mortales un 10% superior al del año
pasado. Y ello por una razón elemental que la DGT conoce de sobra: el buen
tiempo. La previsión de buen tiempo ha tenido un doble efecto inevitable: ha
animado a la gente a viajar por España, en vez de buscar otras tierras o
quedarse en casa, y la ha animado, además, a hacer el viaje en coche.
La DGT conoce muy bien qué factores
intervienen en las oscilaciones que experimentan las estadísticas mortales. El
principal de ello es, sin duda, el número de vehículos en circulación.
La DGT sabe que, entre esos elementos, hay
uno que jamás ha tenido consecuencias dignas de consideración, ni para bien ni
para mal. Me refiero a la publicidad que ella misma elabora para aconsejar
prudencia a los conductores. Cada año, en vísperas de los periodos de
vacaciones, pone en marcha una amplia campaña en radio y televisión pidiéndonos
que seamos buenos, respetemos los límites de velocidad, no bebamos alcohol, nos
detengamos a descansar en caso de fatiga, etcétera. Unas veces los spots son
más agresivos; otras menos. Da igual: nunca sirven para nada.
Y, si no sirven para nada, ¿por qué los
hacen? Sólo le encuentro dos posibles motivaciones. La primera es que la
realización de esas campañas publicitarias represente un buen negocio. La
segunda es que pretendan con ellas cubrirse las espaldas y eximirse de
responsabilidad en la carnicería resultante: «Ya os avisamos...». Supongo que
la verdad estará en la suma de ambas.
(16-IV-2001)
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