Archivo del «Diario de un resentido social»
Semana del 18 al 24 de diciembre de 2000
¡Cono
con don Sigfrido!
Don Sigfrido Herráez es concejal de
Vivienda y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid.
No me detendré en su nombre de
pila. Ignoro si sus señores padres quisieron convertirlo en homenaje viviente a
las fortificaciones hitlerianas o si lo imaginaron cual Nibelungo estepario. Me
da igual. En todo caso, él no tiene la culpa de llamarse así.
Tampoco le reprocharé el título de
su Concejalía, por más que atribuirse la regulación de la movilidad capitalina
–o sea, de la capacidad global de la población madrileña para moverse– resulte una pretensión un tanto excesiva.
Cualquiera sabe: puede que también eso le viniera dado. Lo mismo es cosa de su
su jefe, el tal Álvarez del Manzano.
Lo que en todo caso sí es culpa
suya, íntegramente suya, es la disparatada iniciativa que ha tenido de colocar
sobre el asfalto madrileño cientos de conos blanquirrojos de goma para
–supuestamente– proteger de invasiones indeseadas los carriles de autobuses y
taxis durante la Navidad.
Creía don Sigfrido que, al
dificultar que los coches invadan el carril de marras, conseguiría hacer
bastante más fluida la circulación del transporte público de la capital del
Reino, con lo que todos saldríamos ganando. Tanto y tan firmemente lo creía que
incluso se permitió hacer un balance de su iniciativa... ¡dos días después de
ponerla en marcha! Había pasado un solo fin de semana y él ya tenía claro que
su invento había sido genial.
¿Genial? Ayer me tocó bajar desde
la Plaza de Roma por la calle Alcalá, con entrada por la Avenida de Daroca. En
ese breve recorrido, me encontré con seis conos –seis conos, seis, de la
ganadería de don Sigfrido– plantados en medio de la calzada, separados entre sí
de tal modo que parecían dispuestos para un prueba de ésas que se hacen en los
exámenes de conducir motocicletas, exigiendo a los aspirantes a moteros que
vayan sorteando los obstáculos. Gracias al cielo, eran las 3 y media de la tarde, la calle estaba
casi vacía y los automovilistas podíamos dedicarnos a hacer eses sin chocar entre
nosotros ni llevarnos a nadie por delante.
¿Qué es lo que pasa con los conos?
Pues pasa, en primer lugar, que los carriles bus-taxi de Madrid son bastante
estrechos. Y pasa, en segundo lugar, que los conductores de la Empresa
Municipal de Transportes y los taxistas –movilidad pura– están acostumbrados a
ir a su aire, saliendo y entrando de su carril con alegre desenfado, con lo
cual, ahora, rozan cada dos por tres los conos de marras, los cuales, como son
de chichimoco, salen despedidos y se plantan en cualquier lado. Y pasa, en
tercer lugar, que don Sigfrido ha puesto a cuatro gatos municipales para ir
recogiendo los conos que se han ido al carajo y devolverlos a su sitio inicial,
con lo que se quedan en medio de las calzadas todo el tiempo que les da la
gana.
Bueno, en realidad pasan más cosas.
También pasa que los cuatro gatos municipales encargados de supervisar la buena
marcha del plan de don Sigfrido han descubierto que si en lugar de poner los
conos cada tres o cuatro metros los agrupan en fila india, todos pegaditos,
reciben menos meneos. Y es lo que hacen, mayormente para economizar esfuerzos.
Claro que con ello el panorama vial se vuelve surrealista: hay calles
madrileñas en las que el automovilista no encuentra ni un solo cono en cientos
de metros, pero de repente le asalta de improviso una manifestación de conos,
todos ellos la mar de reflectantes.
Si don Sigfrido se diera menos
prisa en hacer balances definitivos, se habría dado cuenta de que su campaña de
conos es un churro que, si bien puede satisfacer a los conductores de la EMT y
a los taxistas, que ahora, sin dejar de hacer lo que les da la real gana,
tienen un margen de maniobra aún mayor, supone un deterioro importante para la
seguridad de automovilistas y peatones.
¿He dicho que sólo satisface a los
conductores de la EMT y a los taxistas? Craso error. ¡Me había olvidado de los
fabricantes de conos!
Esos también tienen que estar
encantados. ¿A que sí, don Sigfrido?
(24-XII-2000)
...................................................
Tres
trifulcas
Es evidente que al PP vasco no le
basta con ETA para saciar su ansia de jarana. Cualquier excusa le vale para
liarse a mamporros con quien sea: con el PNV y EA, claro, pero, si se tercia,
también con el resto.
El día de ayer le resultó
excepcionalmente productivo a ese respecto. Salió a numerito por capital de
provincia.
En Bilbao tocó resolver una tonta
historia que se había montado a propósito de sus hijos predilectos del Foro de
Ermua. Van a darles un premio –otro– y querían utilizar para ello la sede del
Tribunal Superior de Justicia. Éste les denegó el local, arguyendo que una
parte de la opinión pública podía entender que tal cosa no sería acorde con la
independencia de la institución. Hala, a rasgarse las vestiduras: ¡los jueces
se lavan las manos y no quieren comprometerse en la lucha contra el terrorismo!
Hacen como si no supieran que el Foro de Ermua es una plataforma radical y
explícitamente hostil al nacionalismo vasco, criticada no sólo por los
nacionalistas, sino incluso por organizaciones tan poco sospechosas de
veleidades independentistas como Gesto por la Paz.
En San Sebastián la liaron a costa
de una pancarta que tienen colocada los concejales de EH en el balcón de su
despacho del Ayuntamiento. El PP presentó una moción exigiendo que fuera
retirada. Todos los demás grupos, incluyendo el PSE-PSOE, votaron en contra y
el PP la emprendió contra los socialistas, clamando que «no tienen agallas» (en
lo que acertaron, porque los concejales donostiarras del PSE, según parece,
funcionan con respiración pulmonar).
En fin, en Vitoria, en la sede del
Parlamento, promocionaron una trifulca a costa de la decisión de la televisión
pública vasca de no emitir el mensaje navideño del rey. El Parlamento había
votado por mayoría una moción «instando» a EITB a transmitir ese mensaje y el
Consejo de Administración del ente, con el respaldo de los
representantes de la Universidad y de las organizaciones sociales, le ha
respondido que la ley le concede plena independencia para decidir su
programación y que el legislativo vasco no tiene competencias al respecto.
La verdad es que podían haberle
respondido más cosas. Por ejemplo, que ETB no puede transmitir ningún discurso
del rey porque el rey nunca en su vida ha hecho ningún discurso. Se los hacen.
Él actúa como locutor, sin más. Lee. Y a fe que resulta ridículo, un tío que
recita supuestos buenos deseos personales que otros le han escrito. Aunque más
ridículos todavía son los medios de comunicación que luego escriben grandes
titulares informando (?) de que el rey ha instado a la sociedad a esto o
aquello. Son ganas de prolongar la pantomima.
¿Alguien se apuesta algo a que el share
de audiencia de la televisión pública vasca se disparará mañana a esa hora?
Con todas las otras cadenas inundadas por las pastelosas gangosidades y
obviedades del Borbón, jugará con ventaja.
P.D. El texto anterior lo he
escrito a las 8:00 de la mañana. Lo releo tres horas después y me quedo
sorprendido. ¡Jopé, para mí que esta mañana no me he despertado de muy buen
humor!
(23-XII-2000)
...................................................
Otra
vez Garzón
La Comisión Disciplinaria del
Consejo General del Poder Judicial ha decidido abrir diligencias para
determinar si Baltasar Garzón debe ser sancionado por su participación en el
libro de Pilar Urbano Garzón, el hombre que veía amanecer. El CGPJ
entiende que lo manifestado por Garzón a la señora Urbano, y recogido por ella
en el citado libro, puede ser constitutivo de dos faltas punibles: una, de
menosprecio hacia otros magistrados, y otra, de revelación de datos sometidos a
secreto sumarial.
No he leído el libro de Pilar
Urbano –y a fe que, salvo que no me quede otro remedio, no lo leeré– pero un
par de personas que lo han leído me lo han contado. Siendo así, y ya que
hablamos de jueces, habrá que decir que el mío es un testimonio «de
referencia».
Con independencia de lo que esté
escrito en el libro, me parece una bobada que se investiguen las declaraciones
de Garzón para determinar si ha menospreciado o no a otros magistrados. El
ciudadano Garzón tiene todo el derecho del mundo a menospreciar a quien se le
ponga en las narices, magistrados y fiscales incluidos. En ese sentido, me
solidarizo con él. Personalmente, siento un profundo desprecio por bastantes
magistrados, empezando por el propio Garzón.
La otra acusación también me parece
ridícula. ¿Qué necesitan investigar para saber si Garzón revela secretos de
sumario? Les consta que lo ha hecho, lo hace y lo hará. Cuantos conocemos al
titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional sabemos de
sobra que padece de incontinencia oral. No sólo cuenta todo lo que sabe, sino
también, y con frecuencia, muchísimas cosas que no sabe. Es víctima de una
petulancia anonadante, y eso lo convierte en extremadamente indiscreto.
De eso hay innumerables
testimonios. El mío, sin ir más lejos.
(22-XII-2000)
...................................................
«Sin
fisuras»
Afirma Aznar que todos los partidos
y organizaciones democráticas deben mostrar «una unidad sin fisuras» frente a
ETA.
Haré constar, en primer lugar, que
la unidad política sin fisuras es, en democracia, un estado de
excepción, empleada la expresión en su sentido literal. Lo propio de la democracia
es la diversidad; la discrepancia. En política, como en casi todo, la
unanimidad es indeseable. Empobrece el debate y, en consecuencia, también la
gama de opciones, y la inventiva. Cada opinión da lo mejor de sí misma en su
confrontación –todo lo pacífica que se quiera, pero todo lo implacable que haga
falta– con opiniones distintas. Una sociedad se muestra tanto más sana y tanto
más fructífera cuanta mayor diversidad de criterios es capaz de generar, de
asumir y de canalizar. Se puede coincidir –y es bueno que se coincida– en
algunos criterios generales de convivencia. Pero de ahí a la unidad sin
fisuras –recordemos otros términos del género, no menos problemáticos:
«monolítica», «granítica», «férrea»– hay un largo trecho.
El elogio simplón y sin fisuras que
hace Aznar de la unidad sin fisuras es –no sólo, pero también– revelador
de su gusto por la uniformidad, del que ya nos ha ofrecido suficientes muestras
en los casi seis años que viene ejerciendo las funciones de presidente del
Gobierno.
Pero es que, además, es
incongruente, porque propugna lo que él mismo no practica. Un colectivo humano
sólo puede establecer una unidad amplia y sólida cuando es capaz de reconocer y
poner de manifiesto aquello que une a todos los que lo integran. ¿Cómo no va tener
fisuras una unidad establecida unilateralmente por dos partidos, por
importantes que sean? Ellos mismos crearon las condiciones para que se
produjera la fisura de CiU, y la fisura de IU, y la fisura de las secciones
sindicales catalanas, y la de los representantes del 65% de los electores
vascos... y tantas otras. Dicen: «Nos bastaba, porque representamos al 80%».
Dejemos de lado que exageren muchísimo su grado de representatividad. En todo
caso, nos están diciendo que asumieron con toda naturalidad provocar una fisura
del 20%.
Postulan en la teoría una unidad
innecesariamente absoluta y provocan en la práctica escisiones innecesariamente
graves.
Su comportamiento sólo se entiende
si el objetivo que se atribuyen en público no es el que realmente persiguen.
¿Están pensando en cómo combatir mejor a ETA, o en cómo situarse en posiciones
de ventaja de cara a esta o aquella pugna electoral?
(21-XII-2000)
...................................................
Carlos
Cano
Nunca he sentido especial debilidad
por la música andaluza. La culpa es mía. Soy víctima de una fijación
infantil-juvenil: la que me llevó a sentir lo andaluz –no a pensarlo,
insisto: a sentirlo– como la esencia misma del franquismo. Una simplificación
estúpida derivada de la abusiva y hastiante utilización que hizo la dictadura
de algunos elementos folclóricos andaluces en tanto que espejo de la España
sana –o sea, de la fascista– y del hecho de que buena parte de los
integrantes de los cuerpos represivos asentados en Euskadi eran andaluces... o
a mí me lo parecían (por entonces estaba incapacitado para distinguir a un
andaluz de un extremeño, o incluso de un castellano-manchego). Aquella
percepción errónea me dejó como lacra una instintiva antipatía hacia ciertas
expresiones tenidas por andaluzas, y de modo muy especial hacia la copla.
Hasta que escuché a Carlos Cano.
Era allá por el año de la tarara –mediados los 70, supongo– cuando me topé con El
Salustiano, que es la canción que he incluido en la web a título de pequeño
homenaje personal. Aquel estribillo
Yo
no creo que el sombrero les toque en la tómbola
A
esos gachós trajeaos que viven de ná;
Que
lo roban, lo roban, lo roban,
Que lo roban, lo roban,
me llegó al alma. ¡Me resultaban
tan familiares el sarcasmo, la mala leche y la solidaridad que había en aquella
canción! Me interesé por el mocetón que la cantaba. Pronto oí y supe más de él.
Me enteré, entre otras cosas, de que era granaíno, como mi abuelo
paterno. Alguien me contó esa teoría, no sé si muy bien fundada, según la cual
a la gente de Granada no le da por el gracejo. Cano se definía como «un andaluz
triste». Tenía sentido del humor, y mucho, pero corrosivo. No era chistoso.
La simpatía por Carlos Cano me movió
a seguirle en su propia trayectoria. Y, al final, yo también acabé sintiendo
interés por la copla. No por toda la copla, por supuesto; hay coplistas que
sigo detestando. Isabel Pantoja me produce urticaria. Lo de El Fari me parece
de aurora boreal. A Manolo Escobar lo veo como el resultado de un proceso
degenerativo de la raza humana situado entre lo aberrante y lo vomitivo. Pero
ahora pienso, por ejemplo, que Concha Piquer lo hacía muy bien: algo que hace
30 años me habría sido metafísicamente imposible. Y algunas cosas de Rocío
Jurado las encuentro excelentes. Y simpatizo con la trayectoria de Miguel de
Molina.
Carlos Cano me enseñó a asumir que
Andalucía son varias Andalucías. Y a ir desgastando mis viejos prejuicios
sentimentales.
He lamentado sinceramente su
muerte.
...................................................
Lo
que no tiene reforma
Veamos.
Punto uno: el PP y el PSOE firman
un acuerdo sobre la lucha antiterrorista que no gusta a otros partidos (a CiU e
IU, principalmente).
Los firmantes responden que
lamentan mucho el desacuerdo pero que no piensan modificar el texto, y que
ellos son libres de pactar lo que les dé la real gana.
Punto dos. el PP y el PSOE
presionan a CiU para que suscriba el acuerdo.
Carece de la lógica más elemental.
No se puede pretender a la vez que sea un acuerdo particular y general.
No se puede invocar que es particular para negarse a negociar su contenido y, a
continuación, pretender que sea general y abarque a todos los partidos. Bueno,
poderse sí que se puede, pero es una pretensión carente de futuro: es un
trágala demasiado burdo.
Otro que tiene problemas con la
lógica es el nuevo coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares. Dice
que estaría dispuesto a firmar el acuerdo siempre que el PP y el PSOE se
avinieran a retirar la parte del preámbulo que descalifica al PNV. Pero lo
cierto es que, como han recordado los firmantes, ese punto es una piedra
angular del documento. De hecho, es lo esencial. Como decía el otro día un
editorial de El Mundo, sin ese punto, el acuerdo «no es nada». Lo que
Llamazares pretende es que no se ataque al PNV en un escrito cuya finalidad
principal es, precisamente, atacar al PNV.
Malos tiempos para el sentido
común.
(19-XII-2000)
...................................................
Oportunistas
Me equivoqué. Atribuí el incremento
del tránsito de pateras que se produjo a finales de septiembre a través del
Estrecho a las prisas que los patrones de las frágiles embarcaciones se daban
para adelantarse al mal tiempo. Daba por hecho que, cuando llegara el invierno,
ni ellos ni sus misérrimos clientes se aventurarían a desafiar de manera tan
masiva las frías y traicioneras aguas que sirven de frontera entre el
Mediterráneo y el Atlántico.
Está claro que menosprecié la
ambición de los unos y la desesperación de los otros. Las pateras siguen
llegando sin parar a las costas de Andalucía. A diario. Este fin de semana se
supo de dos jóvenes magrebíes que habían intentado un imposible: atravesar el
Estrecho a nado. ¡En diciembre! Ni siquiera un nadador profesional habría sido
capaz de realizar una proeza semejante. Uno de los muchachos murió en la
travesía; el otro fue rescatado con graves síntomas de congelación.
El domingo se realizó en Madrid una
manifestación contra la nueva Ley de Extranjería. Hubo jarana. Los militantes
de las organizaciones de inmigrantes más conscientes, que habían sido
marginados de la convocatoria por los políticos, sindicalistas y oenegeistas
profesionales, les montaron la bronca: les acusaron a gritos de haberse
inventado la manifestación nada más que para lavar su mala conciencia y salir
en la foto.
Tienen razón. Esa gente fue
entusiasta artífice de la anterior Ley de Extranjería, que ya era muy
restrictiva, y no ha hecho nada serio por oponerse a su ulterior reforma, que
la ha convertido en un engendro abiertamente anticonstitucional.
Circunscribieron sus críticas al foro parlamentario, lo cual, dada la mayoría
absoluta del PP y la férrea determinación del Gobierno de sacar el asunto
adelante, equivalía a dirigírselas a la pared.
Y ahora, cuando la reforma ha
pasado ya incluso el trámite del Senado, ¡salen en manifestación a la calle!
Escuché a Diego López Garrido
afirmar que la manifestación era oportuna, porque «no todo está perdido», dado
que sigue pendiente el recurso ante el TC. ¿Pretendía el diputado y catedrático
de Derecho Constitucional decirnos que la finalidad de la manifestación era...
presionar sobre el Tribunal Constitucional? ¿Que no quisieron convocar
manifestaciones para forzar al Gobierno, pero que las ponen en marcha ahora
para influir sobre los jueces?
Hay gente que carece de vergüenza.
Sinvergüenzas, por decirlo claramente.
(18-XII-2000)
Para volver a la página principal,
pincha aquí
Para consultar el Diario de semanas
pasadas, pincha aquí
...................................................