Archivos del «Diario de un
resentido social»
Chillida
Los dirigentes políticos lo agasajan. La Prensa lo pone por los
cuernos de la luna. “Símbolo de libertad”, he leído que lo llaman.
Si la Hacienda pública investigara sus transacciones comerciales –mínimo,
ocho dígitos–, descubriría con qué desenvoltura trabajan los símbolos de la
libertad. Y con qué maletines.
Pero no lo hará.
El arte de burlar al Fisco también es arte.
Y si el Rey te aclama, y si Aznar te aclama, y si Schröder te aclama, ¿quién va a ser el guapo que te haga una complementaria?
¡Loor y gloria al vendepeines de los vientos!
(17-IX-2000)
.......................................................
¿Y dónde han trincado a “Iñaki de Rentería”? En Bidart. En el
mismo pueblecito del País Vasco-Francés donde trincaron a la anterior dirección
de ETA. Se diría que, a la vista de lo fijas que son las costumbres de los
dirigentes de ETA, lo único que necesita la Policía es sentarse en Bidart y
esperar a que vayan apareciendo.
Muchos sabíamos ya hace meses que Iñaki Gracia Arregi –al que la
Policía llama “Iñaki de Rentería” porque reúne la doble circunstancia de
llamarse Iñaki y ser de Rentería– estaba localizado por la FSE, o por el Cesid.
Y que, si no lo detenían, era porque el Gobierno español lo necesitaba como
interlocutor. Porque incluso en las guerras –ésta no lo es– hay veces que hace
falta hablar con el enemigo y es preciso saber a quién hay que dirigirse.
Imagino que él también sabría que lo podían pillar, y por qué no
lo hacían. Sólo así se explica que haya cometido la torpeza de visitar a su
mujer y su hija.
La detención de Iñaki Gracia me sugiere, así, a bote pronto, dos
reflexiones.
La primera la he incluido en lo de La noticia del día y su
comentario: si bien a efectos de Justicia es importante que Gracia haya
sido capturado, en términos políticos puede fácilmente no tener valor ninguno.
¿Qué desaparece éste de la circulación? Ponen a otro. En la anterior redada de
Bidart, en 1992, pillaron a todo el Biltzar Ttipia (Comité Ejecutivo) y
montones de documentación. Fue un golpe terrible. ETA tardó en recuperarse
varios años. Pero lo hizo. Aquí han cogido solo a uno y sin más documentación
que la falsa que llevaba para identificarse.
La segunda reflexión es para uso de ésos que sostienen que ETA ya
no tiene ninguna motivación política y que constituye tan sólo un negocio de
gente dedicada a vivir de la extorsión.
Como todos los militantes de ETA, Gracia sabía que, en un plazo de
tiempo relativamente corto, de años, su destino personal sólo tenía dos
posibilidades: o la cárcel o la muerte. A la espera de ese destino, ha tenido
que vivir escondido, en perpetua tensión, sin darse un respiro.
Menudo negocio.
No. Lo de ETA es abominable, pero desde luego no una forma de
buscarse la vida.
(16-IX-2000)
.......................................................
En 1966, en San Sebastián, en la calle Zabaleta, en el barrio de
Gros, había una cafetería que tenía una especie de reservado en la planta baja.
El dueño cedía aquel local para que cada martes, todas las semanas, se reuniera
una quincena de jóvenes que habían montado un círculo de estudios clandestino.
Si la Policía franquista hubiera podido espiarles, habría comprobado que
desarrollaban actividades subversivas peligrosísiimas. Por ejemplo, analizar
detenidamente, capítulo por capítulo, la Crítica de la razón Dialéctica,
de Jean Paul Sartre.
En el grupo había gente muy joven –éste que suscribe tenía
entonces 18 años– y otra algo más crecidita. El mayor de todos tenía 34 años.
Era un profesor de la Universidad llamado José Ramón Recalde. Los reunidos
sabíamos que Ramón Recalde era el jefe de ESBA, la rama vasca del FLP (del Felipe,
que se decía), grupo político del que se conocían sólo cuatro o cinco integrantes
más en la capital guipuzcoana.
A decir verdad, la intelligentsia izquierdista donostiarra
de la época no daba para muchas alegrías. Éramos pocos y nos conocíamos todos.
En aquel círculo de estudios, unos eran del PCE, otros de ESBA, otros de ETA
–de la rama que sería expulsada en diciembre de 1967, antes de que sonara el
primer tiro, acusada de «nihilismo nacional» y de españolismo– y otros de
ninguna organización concreta. Pero todos nos considerábamos de lo mismo, del
bando antifranquista único, y nos ayudábamos en lo que podíamos. Si unos
pasaban a estar en el punto de mira de la policía franquista, los otros los
refugiaban, o les guardaban los papeles comprometedores. Y al revés.
En aquel grupo tuvimos incluso una esporádica representación del
PSOE. Recuerdo que el difunto hermano de Enrique Múgica, Poto, llegó una
noche a la reunión y dijo con sorna: «¡Aquí llega el 50 por ciento del PSOE!».
Lo más curioso es que era cierto.
De ese partido entonces no era casi nadie. Para qué. Ni hacía nada
ni pintaba nada.
Los asistentes a aquellas reuniones donostiarras de los martes
sabíamos que Recalde y otro de los integrantes del grupo, Pablo Bordonaba,
habían estado más de un año en la cárcel. Alguien me contó que habían sido
víctimas de una trampa de la policía política. Dos agentes provocadores se
habían presentado en casa de Recalde diciendo que eran mineros asturianos que
escapaban de la represión y que necesitaban pasar a Francia. Recalde y sus
amigos quisieron ayudarles a cruzar la frontera y acabaron en prisión. ¿Por qué
les montaron esa trampa repugnante? Que yo sepa, lo único que hacían era
hablar. Y escribir.
Ayer, casi 40 años después, Ramón Recalde recibió en la puerta de
su casa la visita de otro heraldo negro.
A éste también parece que le molestaba lo que el ya viejo profesor
decía: le disparó en la boca.
Escuché anteayer a Arnaldo Otegi. Dijo: «El Estado ha elegido el
camino de la represión». ¿Y qué camino han elegido los tuyos, Arnaldo? ¿El de
la concordia, tal vez? Explícamelo, que no lo entiendo: ¿qué delito ha cometido
Ramón Recalde que le haga merecedor de la pena de muerte y obligue a ejecutarlo
sumarísimamente?
Supongo que la muchacha de la capucha negra que disparó contra
Ramón es demasiado joven como para saber que, hace décadas, ese viejo profesor
se lo jugó todo para que algún día ella o cualquier Otegi pudieran decir
libremente ante los micrófonos de las radios y las televisiones lo que le
viniera en gana.
(15-IX-2000)
.......................................................
La
teoría de la «doble dirección» de ETA
La redada que ayer montó el juez Baltasar Garzón, y que
supuso la detención de 20 dirigentes del MLNV, se justifica según una teoría
que el propio Garzón y el ministro Mayor Oreja vienen defendiendo desde hace
tiempo. Según ellos, es un error considerar que ETA son sólo sus comandos
armados. ETA –dicen– es todo un entramado, que incluye una estructura militar,
pero también una estructura civil, política, que controla a su vez una red de
financiación, determinadas terminales empresariales, mediáticas, etc.
La cúpula de esta otra parte de ETA sería, según ellos, tan
culpable de terrorismo como la que usa armas.
En mi criterio, esa teoría es, a la vez, falsa en su enunciado y
peligrosa en sus implicaciones..
Falsa, en primer lugar, porque me consta que ninguna organización
con pretensiones de operatividad funciona con una doble dirección. El mando es
siempre único. Colegiado casi siempre, pero único.
Tiene que serlo. Dos mandos equivale a ningún mando.
Otra cosa es que la organización armada se apoye en (y se haga
auxiliar por) una estructura civil. En el caso de ETA, es evidente que cuenta
con una estructura civil auxiliar. Pero sus integrantes son, tanto a efectos
descriptivos como penales, colaboradores de la banda armada, no integrantes de la misma.
Decía que la teoría del tándem Garzón-Mayor es, amén de falsa,
peligrosa. Y lo es, en efecto, porque esa generalización de las
responsabilidades, esa amalgama en la que todo se confunde y a todo se le
otorga el mismo trato, conduce obligatoriamente a una generalización del
conflicto. Es el revés exacto del “razonamiento” que ETA viene haciendo en los
últimos años: según ella, la represión del Estado español sería imposible si no
contara con todo un complejo entramado que incluye militares y policías, sí,
pero también una tupida trama civil, en la que juegan un papel clave los
empresarios, los periodistas, los concejales...y hasta los maestros de escuela,
si se tercia. Lo que les hace merecedores del trato reservado a las gentes de
armas.
El negativo de una fotografía es también, en realidad, la misma
fotografía.
(14-IX-2000)
........................................................................................................................
Las
ventajas de la Nueva Economía
Estoy hasta las mismísimas narices –por decirlo suavemente– de que
los fieles de esa religión que han dado en llamar “la Nueva Economía” nos miren
a quienes nos oponemos a ella como a gente absurda y carente de realismo, si es
que no directamente imbécil.
Los sumos sacerdotes de uno de sus templos globalizantes, el Banco
Mundial, hicieron público ayer un informe sobre la situación de la pobreza a
escala planetaria. Según ese informe, más de la mitad de la población mundial
subsiste con menos de 400 pesetas por día, y casi una cuarta parte, con menos
de 200 pesetas. Uno de cada 100 niños está condenado a morir de hambre antes de
cumplir los cinco años y la mitad de la población infantil mundial vive en
condiciones paupérrimas.
Pero eso no es lo principal. Lo más grave es que la tendencia
apunta a un claro empeoramiento del problema. Estamos peor que hace diez años y
vamos hacia una situación aún más grave.
La globalización de la economía y la imposición de reglas de
juego que impiden la intervención de los Gobiernos en los procesos
económicos están consiguiendo que los países ricos –los ricos de los países
ricos– sean cada vez más opulentos, y que los pobres –los pobres de los países
pobres– sean cada vez más miserables.
Habrá quien diga: “¡Entonces está claro que la Nueva Economía no
sirve!”. Falso. Sirve para que los ricos se hagan más ricos. Y como eso es lo
que quieren, les sirve a la perfección. Por lo demás, los gurús de la Nueva
Economía se niegan a aceptar que el crecimiento de la pobreza tenga nada que ver
con la aplicación de sus doctrinas.
Sin embargo, el informe del Banco Mundial recoge otro dato que
deja escaso lugar a sus coartadas: desde que entronizaron los dogmas del
neoliberalismo tras la caída del Muro, en Rusia y los países del Este la
pobreza se ha multiplicado por 20. ¡Por 20!
Pero no seamos injustos con los adalides de la globalización. A
ellos no les gusta que haya cada vez más gente que se muere de hambre. Ése es,
en todo caso, un efecto no deseado de la Nueva Economía. Ellos preferirían hacerse
ricos en medio de la felicidad general. Y les da mucha pena que no sea posible.
Por eso son partidarios de la caridad. Y de las ONGs, por
supuesto. Qué buenas son las ONGs, que les permiten dormir tranquilos a un
coste verdaderamente asequible.
(13-IX-2000)
........................................................................................................................
Todo
es terrorismo
El Ayuntamiento de Madrid es una joya. Tal el alcalde, tal la
oposición. Parecen hechos el uno para la otra. Y viceversa.
He escuchado dos noticias sobre ellos que me han dejado en un
singular estado, mezcla de incredulidad, indignación e hilaridad.
La primera es que el alcalde ha decidido, con motivo del Día Sin
Coche, el próximo 22, prohibir la circulación por el centro de la capital entre
10 y 12 de la mañana. Quiere con ello “invitar a los vecinos a sumarse a ese
día”. ¡Invita prohibiendo! Qué tipo tan singular. Pero no me detengo en esa
historia, porque pienso dedicarle mi columna de mañana en El Mundo.
La otra noticia se refiere a una reclamación del Grupo Municipal
PSOE-Progresistas (se llama así, lo siento). El tal grupo ha decidido solicitar
que la violencia mal llamada doméstica sea tipificada como terrorismo. He
escuchado a una concejala muy suelta que lo ha razonado: “La violencia de
género es terrorismo porque atenta contra el principio democrático de la
igualdad”.
Qué empanada mental más espantosa.
Si los miembros y miembras de ese grupo municipal se tomaran el
trabajo de consultar durante un ratito la Constitución y el Código Penal antes
de hacer solemnes reclamaciones, se enterarían de que la primera característica
definitoria del delito de terrorismo es que su autor o autores formen parte de
una organización armada. ¿No hay organización armada? No hay terrorismo.
La tipificación legal del terrorismo incluye también otros
requisitos que tampoco se cumplen en los casos de violencia de género, pero no
vale la pena entrar en ellos: fallando el primero, los demás dan lo mismo.
¿A cuento de qué sale esta gente con semejante patochada? A cuento
de que se ha convertido en una moda ampliar la calificación de terrorismo a
cualquier cosa. Quemar un cajero automático está muy feo, pero no es
necesariamente terrorismo. Apagar cigarrillos en los ojos de los bebés es una
práctica censurable, pero tampoco es terrorismo. Hay la tira de actuaciones
perversísimas que merecen castigo, incluso muy severo, pero no todas son
terrorismo. Ni siquiera poner La Bomba en una verbena es terrorismo. Es
un crimen contra la Humanidad, sin duda, pero no terrorismo.
Pasa lo mismo con lo del fascismo. La manía de moda es llamar
“fascista” a todo lo autoritario y faltón. Pues no, señor. El fascismo es una
ideología autoritaria, pero no todas las ideologías autoritarias son fascistas.
Corren malos tiempos para el rigor intelectual.
(12-IX-2000)
........................................................................................................................
Empecé a tener un cierto conocimiento concreto de Cataluña cuando
ennovié con una jovencita catalana, que con el tiempo sería la madre de mi
segunda hija. Hasta entonces, todo el catalán que sabía procedía de las
canciones de Raimon y Joan Manuel Serrat. Poco después, mi mala estrella me
llevó a la cárcel de Girona, donde pasé cuatro o cinco meses. En aquella cárcel
sólo había un preso político, Xavier Corominas Mainegre, un chavalote de
Comisiones que había intentado organizar una huelga en Torras y lo habían
trincado. Corominas no sólo hablaba muy bien el catalán, sino que, a diferencia
de la inmensa mayoría de los catalanes de la época –hablo de 1974–, sabía
gramática catalana y escribía en su lengua materna sin faltas de ortografía. Le
pedí que me enseñara catalán y me contestó: “Muy bien. Pues, a partir de este
momento, no se habla aquí más que en catalán”.
Con lo que experimenté –y muy a gusto– la famosa “inmersión
lingüística”.
A partir de lo cual, tuve el privilegio de acceder a una cultura
–a una mirada de la vida– que me cautivó. Salvat Papasseit y Martí i Pol
pasaron a contarse entre mis autores predilectos. Y Lluís Llach, al que con el
tiempo tuve la oportunidad de tratar personalmente, en uno de mis cantautores
favoritos.
Nada más regresar de Francia, tras la muerte de Franco, pasé unos
meses en Barcelona. Recuerdo con muy particular emoción el concierto
multitudinario de Llach en enero de 1976. Todavía se me nublan los ojos cuando
escucho la grabación de aquel recital. Fui feliz.
Instalado en Madrid, volví aquel mismo año a Barcelona para
asistir, como invitado de la Asamblea de Cataluña, a la concentración de la
Diada del Onze de Setembre en Sant Boi. Se dijo que hubo allí un millón de
personas. No sé; había muchísima gente, en todo caso, y el ambiente era muy
radical. Recuerdo muy especialmente la intervención de Miquel Roca: dijo que
Cataluña lucharía hasta que se le reconociera su derecho a la
autodeterminación, y que, si no se lo reconocía, lo ejercería de todos modos.
En aquella época, Barcelona era la vanguardia de todo, dentro del Estado
español: en la política, en la literatura, en la Universidad, en la música, en
el cine, en los medios de comunicación... Irradiaba dinamismo. A su lado,
Madrid parecía un poblacho de mala muerte.
Observo el panorama actual. La “clase política” catalana es de las
más ramplonas de todo el Estado (y eso que la competencia es dura). Generalitat
y oposición se han montado un tinglado de pasteleo, amiguismo y reparto de
prebendas que apesta por los cuatro costados. La prensa catalana es de un
acriticismo que echa para atrás. La principal dedicación de la mayor parte de
los integrantes del mundo de la cultura es la obtención de subvenciones. El
burocratismo se ha instalado en todas partes y a todos los niveles. El seny
no es ya sino el nombre que se reserva a la falta de principios y al chalaneo
perpetuo. La mediocridad lo inunda todo.
Hace unos años, estuve comiendo con uno de los principales
dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya. Se pasó la comida diciéndome que
yo era “muy radical”. Al final, llegué a la conclusión de que de Esquerra,
nada, y de Republicana, muy poco.
Hace poco conversé en privado con un dirigente de CiU. La
impresión que saqué es que, si uno quisiera comprarle a su madre, toda la
discusión se centraría en el precio.
Sigo amando a Cataluña, pero más por lo que vi que podía ser que
por lo que veo que es.
(11-IX-2000)
Para volver a “Diario”, pincha aquí