[Del 18 al 24 de noviembre de 2005]
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Los duelos con pan
(Jueves 24 de
noviembre de 2005)
A
la ultraderecha mediática española le
ha dado últimamente por el victimismo. Se queja sin parar de lo muy acosada que
está (de lo muy acosada que se siente, habría que decir). Hace pucheros
quejicas cada día (en prensa), cada tantas horas (en televisión) o todo el rato
(en radio) porque le sabe a cuerno quemado que haya quienes descalifiquen su
modo de entrar en liza política, tan dado al insulto, a las alusiones
personales difamantes, a las acusaciones estrafalarias y, por encima de todo, a
la mentira pura y dura. Pensando en ello escribí la columna que hoy me publica El Mundo, titulada «Sin tregua, pero con
ley». La idea de fondo del artículo es la que le expresé hace más de diez años
a Pedro J. Ramírez en cierta ocasión en la que se quejó amargamente de la mala
uva de los ataques que le dirigía el grupo empresarial de Jesús Polanco: «Es
absurdo exigir al enemigo que no dispare, o que, si dispara, no tire a dar».
Los Jiménez Losantos y otros César Vidal se escandalizan de que aquellos a
quienes ellos califican de ladrones vomitivos compinchados con los terroristas
para acabar con España (etc., etc., etc.) respondan que ellos son unos
mentirosos calumniadores empeñados en provocar el enfrentamiento civil. Piden
para sí total impunidad en la utilización de la palabra como arma arrojadiza
pero les parece un escándalo que los demás osen ejercer su libertad de
expresión o incluso el sempiterno derecho a responder por alusiones.
Lo
que más me divierte de esta banda de quejumbrosos iracundos es lo mucho que
todos ellos presumen del éxito (incluso económico) que les proporciona su
actividad de soliviantadores profesionales. Y no mienten en eso: es verdad que
están forrados. Entre vaticinio de catástrofe y augurio de apocalipsis,
ingresan los miles de euros a raudales.
Estos
cazadores de brujas —inquisidores con el aval de la Iglesia de Roma— tienen el
infinito rostro de presentarse como víctimas de la persecución, cual si no
supieran que lo primero que siempre hacen los maccarthistas es estrangular
económicamente a sus víctimas. Y lo segundo, hacer el vacío a su alrededor.
Nunca
me he quejado de mi suerte personal, por la razón ya antes aducida: jamás he
pedido a mis enemigos que no disparen sobre mí. Pero eso no quita para que sepa
muy bien que los motivos por los que he sido apartado una y otra vez de los
medios radiofónicos y televisivos asentados en Madrid son estrictamente político-ideológicos,
y no profesionales. Sólo conservo un vínculo con los medios periodísticos
capitalinos —que si tuviera que vivir de él aviado iría— y no desde luego
porque los cazadores de brujas no hayan pedido a coro, a veces hasta en
público, que me priven de él. ¿Quieren saber cómo hacen? No me voy a remitir a
tiempos pretéritos. Les pongo una muestra tan obvia como reciente: va uno y
edita un libro al que nadie niega el interés —el Así fue de Arzalluz— y ni un solo medio informativo importante de
la capital del Reyno lo reseña. Ni siquiera para denostarlo. En algún caso —me
consta— por prohibición expresa de los dirigentes del medio en cuestión.
Eso
es hacer el vacío. Eso es tratar de ahogar económicamente para mejor ahogar la
voz.
Entretanto,
los inquisidores de nuevo cuño claman contra la terrible persecución de que son
objeto.
No
siempre. Sólo cuando no están ocupados contando el pastón que se están
llevando.
Este
país se está llenando de víctimas millonarias.
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Un juicio grotesco
(Miércoles 23 de
noviembre de 2005)
Incluso
una vista judicial injusta, de ésas que resultan de la aplicación del Derecho Penal del enemigo al que me
referí ayer, puede realizarse manteniendo las apariencias y haciendo como si se
tratara de una actuación judicial ortodoxa. La que está teniendo lugar en la
Casa de Campo de Madrid no guarda las más mínimas formas. Aparte de demostrar a
cada paso que los magistrados que juzgan son tan chapuceros como el que
instruyó la causa —ha resultado ejemplar al respecto el episodio de las cajas
de cartón numeradas en las que supuestamente se guardaban algunas pruebas, que
fueron sacadas a pasear anteayer y no hubo manera de encontrar en ellas lo que
se buscaba, y reaparecieron ayer con el contenido deseado y la misma
numeración... ¡sólo que no eran las mismas!—, es realmente escandalosa la
animosidad que evidencia la magistrada que preside la vista oral, que no se
corta un pelo a la hora de mostrar su desprecio por las personas sometidas a
juicio. «El declarante no va a decir
nada más porque no tenemos ningún interés en oír nada más», zanjó ayer varias
veces con un tono de chulería inaudito (empleando siempre un “nos” mayestático
que no podía referirse al conjunto de los miembros del tribunal, porque no les
consultaba nada).
Y
luego, los momentos estelares, como la lectura del informe policial
incriminatorio que aportaba como prueba de la maldad de uno de los acusados su
participación en una coral que, según la Guardia Civil, «actuaba con una concepción
de Euskal Herria similar a la defendida por KAS». Como si cantar tales o cuales
composiciones de autores tan definitivamente rojo-separatistas como Guridi y
Sarasate pudiera hacerse desde concepciones de Euskal Herria muy variadas... y
como si tener tal o cual concepción de Euskal Herria pudiera constituir delito.
Puestos a superarse a sí mismos, también llegaron a exhibir como pieza de
convicción contra un acusado el hecho de que guardaba mapas turísticos de
varios países latinoamericanos.
Todo
lo cual podría tomarse como motivo de chirigota si las peticiones fiscales
basadas en la más pasmosa endeblez y montadas sobre unas construcciones
ideológicas disparatadas no corrieran el
riesgo de convertirse en años de cárcel para los acusados.
Un dato que no ha sido suficientemente
valorado: ayer, en una entrevista que le hicieron en Euskadi Irratia, Arnaldo
Otegi dijo con bastante claridad que, mientras sigan produciéndose juicios como
éste, que revelan que la izquierda abertzale es perseguida haya o no haya armas
de por medio, que nadie espere que ETA declare ninguna tregua. No aplaudo esas
palabras, ni mucho menos. Me limito a decir que convendría tenerlas en cuenta.
Zapatero
está hablando mucho, pero está haciendo muy poco. Casi nada. Y eso es
importante.
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«Mamá, yo no he roto el jarrón de la sala»
(Martes 22 de
noviembre de 2005)
Alguien
lo contó en mi presencia cuando aún deambulaba yo por la infancia: Tontín de
Agirregomezkorta, pijín famoso de mi vecindario donostiarra, se había
presentado ante su amatxo diciendo,
con cara de asustado: «¡Mamá, yo no he roto el jarrón de la sala!».
Nadie
sabía que en la sala de su casa se hubiera roto ningún jarrón.
Alguien
relató la tontería de Tontín y todos se rieron mucho.
«¡Ha
metido la pata! ¡Se ha acusado él solo, sin que nadie le diga nada!», dije,
para dejar patentes mis dotes deductivas.
Los
adultos que me rodeaban dejaron resbalar sobre mí una mirada displicente.
«Vale,
Javier, qué perspicaz», me respondió alguno, en plan sardónico.
Tardé
años en enterarme de que mi descubrimiento era una simpleza más vieja que mear
contra la pared, y que incluso estaba sancionado por un refrán latino: «Excusatio non petita, acusatio manifesta».
Éstos
de ahora son mayorcitos, y bastante versados en latinajos, pero caen en lo
mismo. «El juicio que ha iniciado la Audiencia
Nacional contra “el entorno de ETA” [las comillas son mías] respeta escrupulosamente los principios del
Estado de Derecho».
«Por supuesto, nadie duda de la
imparcialidad del Tribunal», añaden.
O
sea, que no han roto el jarrón de la sala.
¿Que
nadie cuestiona la imparcialidad del Tribunal? Falso. Yo la cuestiono. Muchos
lo hacemos. A decir verdad, no es que la pongamos en duda. No le concedemos
tamaño beneficio: la excluimos, directamente. ¿A cuento de qué los integrantes
de este Tribunal iban a ser diferentes a los miembros de las demás salas de la
Audiencia Nacional, vista la composición de la tribu que ha sobrevivido a las
sucesivas purgas políticas experimentadas por esa jaula de grillos?
Están
aplicando «el Derecho Penal del enemigo», que con tanto y tan meritorio ahínco
denunció ayer en Radio Euskadi el profesor Lacasta Zabalza. Porque en la España
de hoy —como en tantas otras «democracias de baja calidad», según la expresión de Arzalluz—, hay un Derecho más o menos
presentable, hecho para los propios, y un Derecho (un no-Derecho) fabricado a
la medida del enemigo, que viene a ser la arbitrariedad convertida en Ley.
—¿Pretendes decirme que si yo compré
hace seis años una participación de Lotería de Navidad a un chaval que las
vendía por cuenta de una Herriko Taberna, es posible que, dado que el juez
considera que las Herriko Tabernak son parte del entramado de financiación de
HB, que a su vez es tenida por parte del tinglado de financiación de ETA, yo
mismo acabe siendo acusado de colaboración con banda armada? —me pregunta
asustado mi ex vecinín Tontín, que ya no cumple los 50.
—¡Pues
claro, hombre de Dios! —le respondo—. ¿Qué te creías? No sólo tú. También
pueden acusar a todos los integrantes de cualquier asociación de la que tú
puedas ser directivo. ¡Ándate con ojo y que no te pille el Derecho Penal del
enemigo! ¡Lo mismo te condenan a muerte y tienes que lograr que te trasladen a
Filipinas para que no te fusilen!
Ya
sé que está feo hacer chanza con estas cosas tan terribles. Pero una cosa es despreciar
a la tropa esa que fagocita las leyes y otra tomarla en serio.
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Una carrera de fondo
(Lunes 21 de
noviembre de 2005)
El
PP se ha metido en una campaña frenética de descrédito del Gobierno de
Rodríguez Zapatero. Tal como la ha emprendido, tiene todo el aspecto de una
campaña electoral: la misma urgencia, la misma crispación, la misma tosquedad
demagógica de los mensajes...
Sólo
que no hay ninguna votación importante en el horizonte inmediato.
Ése
es un factor clave.
Si
vencer en las encuestas de opinión sirviera de algo, el PP podría estar
moderadamente satisfecho: va recortando la distancia que le separa del PSOE en
cuanto a expectativa de voto. Pero, satisfacciones aparte, los éxitos
demoscópicos sólo proporcionan más madera para el fuego de la agitación. Y se
consumen con él. Al propio PP le consta el valor más que relativo de esos
sondeos: los ciudadanos no opinan lo mismo a mitad de una legislatura —cuando
saben que pueden expresar sus estados de ánimo sin mayor problema porque
carecen de trascendencia política práctica—, que cuando atisban la cercanía de
las urnas.
No
resto importancia al intenso trabajo de agitación que está desarrollando el PP
con la colaboración impagable —aunque no necesariamente impagada— de diversos
medios de comunicación y de algunos lobbies
sociales, entre los que destacan por méritos propios la jerarquía católica
y el empresariado más reaccionario. Merece mucha atención, particularmente por
el estado de agresividad y crispación que está generando en amplias capas de la
ciudadanía española.
La
utilidad que le discuto es la electoral. Me da que el PP se ha lanzado al sprint sin tener en cuenta que la meta
está todavía a demasiados kilómetros. Mantener cierta tensión y llevar un buen
ritmo de marcha está bien, y resulta incluso muy conveniente —hubo un tiempo en
el que los políticos llamaban a eso «gimnasia»—, pero el corredor que exagera
en el entrenamiento comete un grave error. Llega a la competición oficial sin
la necesaria reserva de fuerzas.
¿No
lo saben Rajoy y los suyos? Puede que no: no es fácil estar en el fragor de la
pelea y a la vez verla con distancia. Tampoco descartaría que las propias
pendencias internas del PP y los problemas de liderazgo de Rajoy tengan algo
que ver con esta especie de alocada fuga hacia adelante.
_______________
Nota.— Por el Cocidito madrileño que cocina todas las
semanas Javier Vizcaíno en Radio Euskadi me he enterado de las lindezas que
dicen sobre mí en la Cope. Me ha hecho gracia escucharlas y comprobar con qué
descaro mienten. En concreto, he oído a una señora que afirma con mucho énfasis
que yo «jamás» me he opuesto a los crímenes de ETA. Ella sabe de sobra que sí
lo he hecho, y desde hace muchísimo, y en su propia presencia (aunque no, desde
luego, en los términos que ella quisiera). Bueno, pues para quien quiera oír
cómo mi existencia les pone de los nervios, incluyo el enlace con el Cocidito madrileño del sábado pasado: http://www.eitb.com/radioeuskadi/cocidito/
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Fiel a su juramento
(Domingo 20 de
noviembre de 2005)
Hace
hoy 30 años del día en que murió Franco.
Lo
recuerdo muy bien. Estaba en París. Vivía por entonces en un apartamento cutre
situado en la calle Xavier Privas, a muy poca distancia de la mejor librería de
la capital de Francia, La Joie de Lire, junto
a la iglesia de Saint Severin, en el mismo corazón del Barrio Latino. Aquel día
había acompañado a abortar a una amiga, y yo, pusilánime y propenso a los
desmayos como soy —como era, más bien—, había sobrellevado la breve y sencilla
intervención bastante peor que ella. Regresamos al cuartucho de Xavier Privas
para reponernos, ambos a dos. Al
poco, oímos bullicio en la calle. Me asomé para enterarme de qué pasaba y vi
que había grupos de españoles bebiendo y haciendo guasas. «¿No os habéis
enterado? ¡Franco ha muerto! ¡Venga, venid a celebrarlo!», nos gritaron desde
abajo. «No sé qué habrá que celebrar», le dije a mi amiga. «Supongo que no será
nuestra incapacidad para derrocarlo».
Dos
días después, Juan Carlos de Borbón y Borbón soltó su célebre parrafada: «Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir
y hacer cumplir las leyes Fundamentales del Reino y guardar y hacer guardar
lealtad a los Principios Fundamentales del Movimiento». Dicho lo cual, lo nombraron Rey.
Desde entonces, no han faltado los que le han reprochado haber
deshonrado tan solemne juramento.
Creo que esa acusación peca no poco de superficial. En el fondo, Juan
Carlos I ha cumplido con lo que juró.
Me falla la memoria, de modo que no sé dónde lo he leído —¿en las Memorias
de Rafael Pérez Escolar, tal vez?—, pero recuerdo bien que alguien ha
contado lo que Franco le dijo a un recién nombrado embajador estadounidense que
fue a departir con él. El norteamericano estaba mareando la perdiz, tratando de
preguntar a Franco qué creía que iba a suceder en España cuando él muriera, y
el viejo dictador, que se dio cuenta del embarazo del diplomático, se lo aclaró
por la brava. Le dijo (cito de memoria, ya digo que mala): «Pues todo seguirá
más o menos igual, supongo. En los cines se podrán ver marranadas de ésas que
ponen por ahí, y poco más».
Vistas las cosas con perspectiva, considero que Juan Carlos I ha hecho
cuanto ha estado en su mano para que todo siguiera «más o menos igual». Aunque
con marranadas. En los cines y fuera de ellos.
La verdad es que, formalidades aparte, ha sido bastante fiel al encargo
que recibió.
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Dos apuntes más sobre la AVT
(Sábado 19 de
noviembre de 2005)
Acabé
ayer escribiendo con prisas los retazos de Apuntes
en los que me embarqué. Me impacienté al ver que estaba dedicando demasiado
tiempo a esa tarea, cuando me esperaba una jornada muy poco relajada.
El
deseo de acabar cuanto antes hizo que me dejara un puñado de consideraciones en
el coleto, dos de ellas particularmente importantes para tener una visión algo
más de conjunto sobre las andanzas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo
y sobre la consideración que éstas merecen en los representantes de los
diversos poderes del Estado.
Señalé
que la AVT había pedido a la Audiencia Nacional que prohibiera la manifestación
antifascista de hoy, apoyándose en la pretensión de que homenajear a los cinco
fusilados de ETA y el FRAP supone un «enaltecimiento del terrorismo» y un
«menosprecio a las víctimas». Pero, con las prisas, olvidé un aspecto clave del
escrito de la AVT, a saber: no incluyó en él ninguna petición de prohibición de
la marcha que partirá también hoy desde Moncloa camino del Valle de los Caídos
con la pretensión de homenajear mañana a Francisco Franco en el trigésimo
aniversario de su muerte. Se ve que a la AVT, atenta inspectora de los
homenajes ajenos, esta marcha no le merece reprobación alguna, no cree que
suponga ningún enaltecimiento de hechos criminales, ni que encierre ningún
«menosprecio a las víctimas» del franquismo.
Me
abstengo de calificar un comportamiento que se califica solo.
Pero
no sólo vale la pena subrayar el comportamiento de la AVT, sino también el de
la Audiencia Nacional. Su Fiscalía informó a favor de la admisión a trámite de
la denuncia de la AVT considerando que, en efecto, la convocatoria antifascista
reviste los caracteres de un delito de enaltecimiento del terrorismo, tras de
lo cual, el Juzgado Central de Instrucción número 2 ha abierto un procedimiento
para investigar quién ha convocado la manifestación y quiénes han pegado los
carteles que animan a participar en ella. No voy a detenerme en los argumentos
que ya di ayer a este respecto: al igual que la AVT, también la Audiencia
Nacional deberá decidir si cree que rebelarse violentamente contra una
dictadura es terrorismo o si es que considera que el franquismo no fue una
dictadura. (Reitero mi poca disposición a ejercer de picapleitos, pero sugiero
a la gente de leyes con principios —alguna queda— que se plantee la posibilidad
de denunciar a la Fiscalía de la Audiencia Nacional y al juez Ismael Moreno por
su ignorancia dolosa del carácter criminal del régimen franquista y por el
patente desprecio que demuestran hacia las víctimas de la dictadura.)
Otro
asunto que también tiene su aquel, referido asimismo a la AVT. Ésta acaba de ver
cómo un juez de la Audiencia Nacional, Félix Degayón, al que no sé si tengo el
gusto o el disgusto de no conocer, ha echado para atrás su denuncia de
supuestas irregularidades cometidas por la Universidad del País Vasco en la
concesión de títulos universitarios a presos de ETA. El juez ha dictaminado que «no existe dato
alguno» que respalde la denuncia de la AVT y que su acusación de que la
obtención de esos títulos ha permitido a miembros de ETA beneficiarse de redenciones
de pena «está por el momento huérfana de cualquier corroboración y está basada
en meras informaciones publicadas en medios de comunicación». Huelga decir que
ni uno solo de los medios de comunicación que dieron la máxima difusión a
aquella denuncia de la AVT ha concedido ahora la debida relevancia
compensatoria a la decisión del juez Degayón.
Es
algo semejante a lo sucedido con la presencia de la coordinadora de
alfabetización de adultos AEK en el macrosumario 18/98, obra de Garzón. AEK fue
condenada sin juicio por los medios de comunicación españoles y arrastrada por
el lodo. Pasado el tiempo, el propio Garzón hubo de dar marcha atrás y sacó a
AEK de ese sumario, retirando sus acusaciones. Su implicación apareció en
grandes titulares en todos los medios. Su exoneración, en cambio, pasó casi
desapercibida. Nos enteramos de ella cuatro y el del tambor.
Bueno, pues así todo.
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De guerrilleros, terroristas y otras vainas
(Viernes 18 de
noviembre de 2005)
► La AVT. La
Asociación de Víctimas del Terrorismo ha presentado un escrito ante la
Audiencia Nacional en el que reclama que se prohíba la manifestación que va a
realizarse mañana en Madrid en memoria de quienes fueron víctimas de las
últimas cinco penas de muerte dictadas por el franquismo y perpetradas el 27 de
septiembre de 1975, apenas dos meses antes de la muerte del dictador. Alega la
AVT que homenajear a Txiki y Otaegi, miembros de ETA, y a Sánchez Bravo, García
Sanz y Baena, militantes del FRAP, representa un delito de apología del
terrorismo.
Quiere
esto decir que una de dos: o bien la AVT pretende que rebelarse violentamente
contra una dictadura es terrorismo o bien considera que el franquismo no fue
una dictadura.
En
el primero de los casos, deberá ser consecuente y pedir el procesamiento de
cuantos homenajean año tras año, por ejemplo, a los integrantes de la
Resistencia francesa, que se opusieron por las armas al Gobierno títere de
Vichy, y a los partisanos italianos, que combatieron a tiros y con bombas el
régimen fascista de Musolini. Retrocediendo algo más en la Historia, debería descalificar
en términos similares a cuantos homenajean a quienes organizaron guerrillas
contra el poder de José Bonaparte, después de 1808, y, ya metidos en gastos,
también a quienes veneran en los Estados Unidos a George Washington y sus
rebeldes. Vendría bien, en esa misma línea, que exigiera de la Iglesia católica
una condena explícita y sin paliativos de Tomás de Aquino, que justificó el
tiranicidio.
Pero
puede ser que lo que defiende la AVT no es que represente un crimen alzarse en
armas contra una tiranía, sino que el franquismo no fue una tiranía. De ser ese
su criterio, supongo que podrá justificarlo. Me encantaría ver cómo lo hace.
Está
lejos de mi intención aprobar las vías de lucha elegidas en aquellos tiempos
por ETA y el FRAP, cada uno a su modo. No las aprobé entonces y sigo sin
aprobarlas hoy. Creía por aquellos tiempos que lo importante era estimular la
movilización popular contra la dictadura y que, de cara a ese objetivo, la
aparición de émulos de Robin Hood representaba más un inconveniente que otra
cosa. Pero lo que yo discutía en aquel entonces —y lo seguiría haciendo hoy, de
forma retrospectiva— es la oportunidad de
aquella lucha armada, no su licitud. Lo que hicieron fue lícito. Y
la ejecución de los cinco que mañana serán homenajeados, un crimen de Estado.
► García
Gasco. Dice el arzobispo de Valencia, Agustín García Gasco, que el
Gobierno de Rodríguez Zapatero le recuerda a la dictadura de Franco. Debe de
ser que, cuando lo ve, le entran unas irresistibles ganas de levantar el brazo
para hacer el saludo fascista, como acostumbraban los obispos de la época. O
tal vez está mal informado y se piensa que Zapatero conserva el papel decisivo
en la designación de los obispos que el Vaticano concedió a Franco.
Pero
no: parece que él lo dice porque se siente oprimido por el Gobierno de
Zapatero. Absurdo por partida doble: ni a él le oprimió nunca la dictadura
franquista —bien contento que estuvo con ella— ni Zapatero le oprime ahora. A
no ser que considere una muestra de opresión que recurra a las arcas del Estado
para pagar casi todas las facturas de la Iglesia católica.
► ± 2%. Espero
que algún especialista en sociometría —creo que se llama así la cosa ésa— me
explique alguna vez cómo puede ser que los resultados de una encuesta tengan un
margen de error del ±
2%, o más, según sus propios confeccionadores, y nadie descalifique a los
comentaristas que se apoyan en esos resultados para teorizar sobre extremos que
se expresan en décimas porcentuales. Véase la encuesta del CIS que ayer se hizo
pública. ¿Qué sentido tiene afirmar que CiU y ERC han mejorado una décima en la
consideración general si previamente se ha dicho que no está garantizada la
fiabilidad de los datos situados en una horquilla de 4 puntos, que son los que
van entre +2 y —2? No me lo explico.
Pero
pongamos que los resultados de la macroencuesta
del CIS fueran fiables al 100%, sin el más mínimo margen de error. En tal
caso, tampoco entendería que el PP esté tan satisfecho por el descenso de las
expectativas de voto del PSOE y del prestigio de Rodríguez Zapatero. Si,
después de la campaña histérica que vienen desarrollando desde hace meses
contra el Gobierno, acusándolo de las más variadas y terribles infamias, no han
conseguido desbancarlo en las preferencias del electorado español y siguen
siendo los segundos en todo, tienen motivos para muchas cosas, menos para echar
las campanas al vuelo. Se demuestra que los vasos comunicantes le funcionan
mal: el descenso de los otros no se traduce en aumento suyo.
► Una
de Espe. Recomienda la presidenta de la Comunidad de Madrid al jefe
de filas del PSOE local que se deje de minucias y se ocupe «de las cosas realmente importantes». Y
pone un ejemplo de cosa «realmente importante»: pide a Simancas que pregunte a
Zapatero por qué ha quitado la «E» de España de las siglas del AVE, que ahora
figura como «Alta Velocidad – Renfe» y no como «Alta Velocidad Española –
Renfe», fórmula utilizada al comienzo del invento. Pequeño problema para
Esperanza Aguirre: el cambio se realizó hace años, bastante antes de llegar
Rodríguez Zapatero a la Moncloa, y fue iniciativa del entonces ministro de
Fomento, Francisco Álvarez Cascos. ¡Qué cosas tan «realmente importantes»!
► Más
de 3.000. Ayer esta página web superó por primera vez las 3.000 visitas
diarias. Ya sé que en realidad son más, porque las visitas que se realizan
desde el mismo centro de trabajo o de estudio —desde la misma IP, en
suma—cuentan sólo como una (Webalizer no computas visitas, sino IPs, y éstas
sólo una vez por día). Claro que también habrá más de un visitante que llegue a
esta web de rebote y sin pretenderlo. Así que lo que se va por lo que se viene:
dejémoslo en 3.000.
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