He
leído la carta que el presidente de la Junta de Extremadura, Rodríguez Ibarra,
ha enviado al ministro del Interior. En ella, este señor con barbas informa a
Alonso de que, a consecuencia de las declaraciones que hizo a la Cadena Ser y a
Televisión Española acerca de la carta enviada por Rafael Vera a El País,
“algunos dirigentes partidarios” (sic) -no explica de qué son
partidarios- lo han llamado encubridor, cooperador y justificador de “un delito
de asesinato” y del terrorismo de estado. Se refiere Rodríguez a ciertos
militantes del Partido Popular y de Izquierda Unida y a Joseba Azkárraga, consejero de Justicia del Gobierno del País
Vasco, a los que más abajo responsabiliza ante el ministro de “cualquier acción
que pudiera derivarse” (sic) hacia su “integridad física”.
Inmediatamente hace partícipe a Alonso de que ha recibido llamadas telefónicas
“con amenazas de muerte”.
El
Mundo transcribe parte de las declaraciones de
Rodríguez Ibarra que han dado lugar a este alboroto, y en las que se refería a
su sentimiento sobre la situación carcelaria de Rafael Vera: "Es la
sensación del sacerdote al que un individuo le ha confesado que es autor de un
asesinato y ve que están condenando a otro a la cárcel por ese tema”. Es
posible que se expresase así para hacerse entender, y que sólo insinuase que
Rafael Vera es inocente de los delitos que se imputan, que por cierto no tienen
que ver con la guerra sucia contra ETA, sino con la malversación de dinero
público. Pero el hecho es que el presidente de Extremadura asegura estar en el
ajo de quién ha cometido el delito en efecto. Y no tiene la posibilidad de
guardar el secreto, a no ser que no tenga inconveniente en convertirse en
cómplice del delincuente. En todo caso, podría haber escogido otro ejemplo
menos confuso.
Esta
última payasada rodríguez-ibarril
es una de las estupideces mayores que le he visto perpetrar. No conforme con
decir sandeces a diestro y siniestro, salir en defensa de uno de los tipos más abyectos que alguna vez han ocupado un cargo público en la
Administración española, y revolver con ello las turbias aguas del pasado
socialista, no conforme con tal metedura de gamba, se atreve a chivarse a la
seño en plan “mire éstos, lo que me dicen, jo”, y
aún más: los hace responsables de cualquier cosa que le pase a su cuerpo
serrano. Insinúa, nada menos, que la oposición -incluso todo un consejero de
Justicia- pretende mandarlo a criar malvas. Ignoro de qué va este sujeto ni qué
pretende con la cartita, pero todo lo que hace o dice consigue estropearme los
intestinos.
Ahora
yo me pregunto: ¿Puedo hacer yo lo mismo? Si yo escribo una carta al ministro
del Interior, ¿me hará caso? ¿Hablarán de ella en la tele y en la radio? ¿La
publicarán en los periódicos? Nada se pierde por intentarlo, vamos allá:
Excmo.
Sr.:
He
leído la carta que le ha remitido el Sr. Rodríguez Ibarra, en la que hace responsable
a ciertos políticos de lo que en el futuro pueda afectar negativamente a su
integridad física.
Por
mi parte, harta ya de las barbaridades que este hombre hace un día sí y otro
también, y de los disparates que es capaz de decir en público, le aseguro,
señor ministro, que si alguna vez tengo oportunidad de encontrármelo a la
suficiente distancia, no tendré el mínimo empacho en decirle lo que opino de
él. Y tal vez mi opinión perjudique en parte la integridad física del
presidente de la Junta de Extremadura. En tal caso, declaro solemnemente que
son libres de cualquier responsabilidad directa o subsidiaria, las personas que
el Sr. Rodríguez Ibarra menciona en la carta remitida a su Ministerio.
Lo
cual declaro a Su Excelencia para los efectos oportunos.
Atentamente,
Belén
Martos
P.D.:
Si no me hace el mismo caso a mí que al Sr. Rodríguez Ibarra, entenderé que ha
cometido usted un agravio comparativo ante el que tomaré las medidas oportunas.
Para
escribir a la autora: bmartos1969@yahoo.es
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