...Y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Ayer
tenía pensado -y casi terminado- el artículo con el que os doy la lata cada semana.
Pasé un par de horas recabando información, artículos de prensa, declaraciones
y comunicados oficiales acerca de la puesta en libertad, tras dos años en
prisión preventiva, de unos ciudadanos a los que, finalmente, no se ha podido
imputar cargo alguno. Se me había ocurrido el divertimento de remedar a Platón,
y construir un "diálogo" al estilo de los que el buen ateniense
escribía, para mayor gloria de su maestro y el de todos, Sócrates. Los
protagonistas serían, en este caso, el propio mayeuta y Baltasar Garzón,
a quien Sócrates colocaría en un duro aprieto tratando de que el juez llegase a
ponerse él solito en evidencia, a fuerza de obligarlo a responder a sus
preguntas. Empezaba así:
Sócrates
de Atenas se encuentra en las puertas de los juzgados al juez Baltasar Garzón.
GARZÓN:
¿Qué sucede, Sócrates, para que dejes tus conversaciones en la Academia y
vengas aquí, al Pórtico del Arconte?
SÓCRATES:
Según parece, alguien ha presentado contra mí una acusación criminal. Un hombre
llamado Meleto, de altas aspiraciones, sin duda, pues cree que corrompo a los
jóvenes con mi conversación y mis afanes mayéuticos del pensamiento
racional.
GAR.:
Gran infamia contra la ciudad es acusarte a ti, Sócrates. Debes hacerles
frente.
SÓC.:
Justamente eso me decía hace un rato un conocido con el que me he encontrado
aquí mismo, Eutifrón, y del que he intentado extraer sabiduría acerca del
concepto de piedad, sin conseguirlo. Pero dime, Garzón, ¿qué caso es el que te
ocupa estos días?
GAR.:
La persecución de los asesinos del concejal de UPN José Javier Múgica.
SÓC.:
Por Heracles, que he sabido hoy mismo las últimas noticias sobre los detenidos.
¿Es o no verdad, Garzón, que acabas de poner en libertad a Ainara Gorostiaga,
que llevaba dos años en cárcel preventiva acusada de tal delito?
GAR.:
Es verdad, por Zeus.
SÓC.:
¿Es cierto que has redactado un auto en el que afirmas que no existen indicios
racionales para mantener la imputación contra Gorostiaga por estos hechos?
GAR.:
Es cierto.
SÓC.:
Y dime, Garzón, y disculpa si puedes mi impenitente curiosidad, ¿no es cierto
además que hace unas semanas decidiste mantenerla en prisión, aunque dejaste en
libertad a los demás detenidos por la misma causa?
GAR.:
Todo es como lo dices, Sócrates.
SÓC.:
Y ¿por qué decidiste poner en libertad a los otros tres detenidos, y mantener
en prisión a Gorostiaga?, etc.
Y
ahí se quedó la cosa. Porque ayer no me dio tiempo a terminarlo (sufrí una
insoportable concatenación de desgracias domésticas a medio artículo), y esta
mañana, al abrir la página de Javier Ortiz (esta "PWJO"), zas: me
encuentro con un apunte titulado "En el nombre del padre". He
comprendido en seguida que, para estas cosas, los vascos son los más rápidos a
ambas orillas del río Ebro. Resumiendo: que el jefe me ha "quitado"
el tema del artículo. Y como está feo contradecirle en público (yo me hubiera
metido a base de bien con Ruiz Polanco), así me he quedado: compuesta, y sin
nada que publicar. (De todas maneras, al leer lo escrito, me he dado cuenta de
un fallo gordísimo, que seguramente mi suegro me hubiera afeado -de leerme-: A
Garzón le habría parecido de perlas que enchironasen a Sócrates.)
Así
las cosas, me he dicho: "Hala, Martos, a buscar un tema sobre el que
escribir." Me he acordado de los funerales de Estado, esa exhibición
católica insultante e indigna de un Gobierno que dice ser "demócrata"
y "respetuoso", y que no tiene escrúpulos en utilizar a los muertos
como le conviene y le apetece (sí, a ésos a los que "mataron por ser
españoles", aunque luego se supo que muchos de ellos vinieron de otros
países a morir aquí). Las otras confesiones con representantes en España han
protestado sonoramente. No me choca. Pero, ¿dónde quedamos los ateos? Ya. En
fin, no me ha parecido que hubiera mucho que extraer del asunto, así que lo he
aparcado.
He
vuelto a Ruiz Polanco: Afirma que no puede pagar la hipoteca de la casa ni el
colegio de sus hijos. Ejem. "Todavía hoy es el día", añade, "en
que no he recibido ni un solo papel donde se diga qué he hecho mal. Se me ha
dejado fuera del juzgado y el sueldo reducido a su mínima expresión, pero no sé
de qué me acusan, como se dice en las películas". Más ejem. Se me ha
venido a la cabeza una famosa canción de Brassens, "Le gorille": un
gorila, cuenta tonton Georges, se escapa de su jaula. En su huida
tropieza con una vieja decrépita y con un juez. En lugar de escoger a la
anciana ("como yo, sin duda, habría hecho ante una decisión
parecida", dice Brassens), el animal opta por violar al magistrado. Y
termina la canción: "El juez, en el momento supremo, gritó '¡mamá!', y
lloró mucho, como el hombre al que, el mismo día, el había hecho romper el
cuello".
Y,
paseando por esos periódicos de la red, y a cuento del miedo que me dan los
magistrados de la Audiencia Nacional (por desidiosos, golfos, ineficaces y
carcas), me encuentro con las primeras palabras que su familia ha escuchado a
Jamal Zougam tras el período de incomunicación. El rostro de este hombre ha
aparecido en las televisiones y periódicos de todo el mundo como perteneciente
al autor material de la masacre del 11 de marzo. Se le acusa de pertenencia a
organización terrorista, consumación de 190 asesinatos, 1.430 asesinatos en
grado de tentativa y de cuatro delitos de estragos terroristas. Insiste entre
lágrimas en que es inocente. Y lo es, sin duda, mientras no se demuestre lo
contrario. ¿Aprenderán de una vez los medios de comunicación a no juzgar a los
detenidos? Supongo que no.
Sigo
sin encontrar nada acerca de lo que escribir, aunque he recibido un par de
e-mails de lo más jugosón. El primero de ellos se comenta solo: "ME HA
LLEGADO EL SIGUIENTE RUMOR. NO SÉ LA PARTE DE VERDAD QUE PUEDA TENER, PERO POR
SI ACASO... Me han contando que hace unos días, después del atentado, se
presentó en una peluquería un hombre de raza árabe que llevaba un maletín en la
mano. Después de cortarse el pelo se marchó y se dejó olvidado el maletín. Los
dueños de la peluquería, intrigados, abrieron el maletín y lo encontraron lleno
de dinero. No avisaron a la policía y, al rato, volvió el árabe a por su
maleta. Les preguntó si habían avisado a la policía, le dijeron que no y
entonces les dijo: "LES AGRADEZCO MUCHO QUE NO HAYAN LLAMADO A LA POLICÍA,
EN AGRADECIMIENTO LES VOY A DAR UN CONSEJO: NO BEBAN COCA-COLA A PARTIR DEL 4
DE ABRIL", No sé nada más, pero no puedo dejar de comunicarlo." Qué
cosas, ¿verdad? El segundo de los e-mails me recuerda que "han aprobado la
lapidacion de Amina", y me instan a que firme por su liberación. No es por
nada, pero, ¿no había yo firmado esto hace dos años?, me he preguntado. No me
he contestado, a veces me da por hacerme la maleducada.
En
fin, ya veis. Hoy no tengo el día. Hasta otra.
.
Para
escribir a la autora: bmartos1969@yahoo.es
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