¿Próxima
estación, esperanza?
Ya hemos enterrado a los muertos de la masacre de Madrid, y nos hemos
librado de la pesadilla pepera, con todo lo que eso conlleva. Era, sin duda, la
prioridad. Es hora de asentar nuestros pensamientos, hacernos a la idea de la
nueva situación en la que nos encontramos y hacer uso de toda la sensatez de la
que seamos capaces para intentar no llevarnos chascos.
Me da la impresión de que hay cierta esperanza contenida, temerosa, en
el personal anti-pepero, incluso en buena parte de los votantes de Izquierda
Unida u otros partidos declaradamente a la izquierda del PSOE (en teoría).
Ignoro en qué pueda basarse la ilusión de que van a cambiar las cosas para mejorar
en aspectos sustanciales, si se tienen en cuenta los antecedentes del PSOE y,
sobre todo, el presente del gabinete de Zapatero.
Miguel Sebastián, un neoliberal convencido, seguidor de la doctrina del
libre mercado por encima de cualquier consideración, y que será –no me cabe la
menor duda– ministro de Economía y Hacienda dentro de poco, se ha apresurado a
tranquilizar al empresariado con la promesa de "no injerencia del
Ejecutivo en la economía privada", afirmación dirigida muy especialmente a
los amigos de Rodrigo Rato, que sacaron provecho de las privatizaciones del PP
desde 1996, y que temían quedarse sin su parte del pastel. Sebastián, inventor
de la máxima "bajar los impuestos es de izquierdas", ha declarado que
es su intención, y su deseo, que se aplique un único tipo de IRPF a partir de
2006. Está hablando de no hacer distingos de tipo social en la declaración de
la renta. Creo que su ilusión sería acabar con los impuestos directos, tan
extremista se me antoja. El colmo del igualitarismo: sin importar la condición
social ni los ingresos de cada cual, pagaríamos todos los mismos impuestos.
Sólo dependería de cuánta gasolina fuéramos capaces de quemar o de cuántos
cigarrillos nos cupieran en los pulmones. Sebastián ha anunciado, para poner la
guinda, otra reforma laboral. Que Dios nos coja confesados.
En cuanto a política internacional, la gran promesa de Zapatero –retirar
las tropas de Irak el 30 de junio, si no hay una resolución de la ONU que
traslade el poder ejecutivo invasor a las manos del Consejo de Seguridad
(es importante la matización)–, me resulta, hoy por hoy, perfectamente
llevadera. No sólo eso: esta mañana he escuchado declaraciones de un portavoz
de la Secretaría de Estado de los EUA afirmando que en tal fecha está previsto
que la ONU emita, en efecto, una resolución en el sentido en el que habló ZP
durante la campaña electoral. Bush puede decir misa (ya conocéis, si me habéis
leído, mi opinión de que le están dando un golpe de estado en la sombra), pero
visto lo visto, auguro que (1) Kerry será el próximo Presidente de los E.U.A.,
y que (2) Zapatero prometió la retirada de las tropas con el visto bueno del establishment
estadounidense, a espaldas del ínclito tejano y su camarilla. ¿Que, de
cualquier modo, es una buena noticia que la política salvajemente belicista del
Trío de las Azores haya fracasado? Desde luego que lo es. Pero no nos
engañemos: hay una trama internacional de la que no tenemos más que lejanas
impresiones, y que supera a todas nuestras posibilidades de decisión efectiva.
Por otra parte, si queréis reconfortaros de alguna manera, os diré que estoy
convencida de que, sin la presión internacional que los anti-belicistas venimos
ejerciendo desde hace meses (años, algunos), el cuento hubiera terminado de
otra manera. Los muertos iraquíes no resucitarán, pero algo es algo. Por
terminar con Exteriores, sería un gesto muy elocuente de Zapatero nombrar, como
se rumorea, ministro del ramo a Javier Solana, de quien más vale que no diga
nada, porque me enciendo.
En lo que se refiere a las relaciones del Estado Español con las
autonomías y sus gobiernos, estoy convencida de que van a mejorar. Entre otras
cosas porque (¡Alá sea alabado!), nadie ha obtenido mayoría absoluta. Zapatero,
además, ha optado por la mejor posibilidad: gobernará en soledad, y establecerá
pactos puntuales con quienes más les
convenga. De todos modos, cuidado: también se barajan los nombres de los
"barones" del PSOE, esos señores tan españolistas y tan cizañeros,
como posibles ministros. Bono, Ibarra, etc. Ejem.
Cierto es que perderemos de vista a una cantidad interesante de caciques
peperos que nos han venido haciendo la vida imposible, y también a un grupo de
sarnosos periodistas a los que veníamos pagándoles el sueldo y sufriendo sus
continuas afrentas a la paciencia. Bueno: no me preocupa ninguno de ellos. Sé
bien que todos tienen ya nueva colocación en ésta o aquella empresa (sí, Urdaci
incluido), en pago por los servicios prestados. No tienen nada que temer.
Nosotros, en cambio, sí: esperad a que lleguen las hordas pesoeras. Ya me
contaréis si los enchufados y los mentirosos os gustan más con un carnet o con
otro.
Y, como decía el otro día a Gervasio Guzmán, aquí paz y después gloria.
No os hagáis demasiadas ilusiones: la izquierda no ha ganado las elecciones. Simplemente
(qué bien), el PP las ha perdido.
Para
escribir a la autora: bmartos1969@yahoo.es
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