Voy a vivir hasta
que muera
Esta mañana ha vuelto a mi imaginación sin avisar, como suele, un pensamiento que me ha torturado desde que recuerdo: mi propia muerte. No me cabe en la cabeza el hecho de que, un mal día, deje de estar por aquí, de llorar, de reír, de andar, de oír música, de amar, de hablar, de bailar, de pensar. Un día se acaba todo. Absolutamente todo. Y nunca más hay nada.
Ojalá
creyese en un Más Allá que me permitiese seguir quejándome en otra vida. O en
la re-encarnación en otro ser vivo, o en algo parecido, que me ofreciese una
salida a este sentimiento de vacío absoluto. Pero, desgraciadamente, no es el
caso. Antes solía decir que la hipótesis de que existiese un dios, o varios
dioses, no me era necesaria para explicarme el mundo tal como es. Sigo en ésas,
pero sé bien que ante este “sentimiento oceánico”, como lo llamaba Freud, me
sería de mucha ayuda ser una teocreyente.
Y
todas estas cosas las pienso, paradójicamente, en pleno proceso de
reestablecimiento personal. Estoy atravesando, nos parece a mi médico de
cabecera y a mí, un período depresivo moderado. El Prozac que llevo unos días
suministrándome matinalmente aún no ha podido hacer efecto sobre mi
comportamiento -se trata de un inhibidor de la serotonina, y la regulación de
neurotransmisores no se hace efectiva de un día para otro-; comportamiento que,
salvando mis horas laborales, es apático, abúlico, ya menos llorica, insómnico
algunas noches, adictivo y antisocial. Pero he tenido una importante mejora
simplemente al ser consciente de que tenía un problema, y que debía
solucionarlo. Los niveles de ansiedad, al menos, se han reducido notablemente.
Lo cual es un alivio importante.
Yo
estudié Psicología, y siempre supe que el sesgo que un profesional tiene al
intentar diagnosticar alguna afección en sí o en alguien cercano, es tan
importante que puede afirmarse que es prácticamente imposible que acierte. Sin
embargo, nunca me había dado perfecta cuenta de cuál es el alcance de tal
sesgo: es la primera vez que decido acudir al médico a causa de mis problemas
emocionales. Y he estado peor de lo que estoy ahora, mi chico es testigo.
Cierto
es que yo resulto razonablemente sensata cuando doy consejos al personal. Pero
en lo que a mí misma se refiere, soy un fracaso absoluto. Suelo ser
perfectamente irresponsable al gestionar mi vida, mi salud, mi carrera laboral,
mis amores y mi situación financiera. Soy, en fin, un desastre.
Pero
también tengo cosas buenas. Que supongo compensan las otras, porque si no nadie
querría ni hablar conmigo, ni verme. Ni me tendría cariño nadie. Y a fe que
tengo la suerte de contar con gente que me quiere. Gente muy jovencita -el otro
día, mi sobrino Dani, de nueve años, me decía que le encantaba oírme contar
chistes, y que era la mejor tía que había tenido nunca, snif-, y gente más
mayor que yo, empezando por mi madre, a la que siempre he tenido bastante
preocupada, aunque, vaya usted a saber por qué, está orgullosa de mí. Los hay
que confían absolutamente en mi fortaleza. Hay que ver.
Todo
esto que os cuento, estaréis pensando los más sensatos, es parte de la terapia.
Tenéis razón. Necesitaba contaros qué me pasa, y necesitaba algo de
retroalimentación, para hacerme una idea de cómo resolver mis problemas. Es
éste un escrito lleno de ideas, alocado y probablemente confuso. Bueno, así es
como soy. No puedo ocultarlo.
Esta
mañana oía la canción “I’m Gonna Live Till I Die”* (“Voy a vivir hasta que
muera”), de Hoffman, Kent y Curtis, interpretada por mi muy admirado Sinatra,
en pleno esplendor personal, de voz y de alegría de vivir. Pues, ¿sabéis qué os
digo? Que me apunto. Que voy a vivir hasta que me muera. Todo lo que pueda. Voy
a amar todo lo que sea capaz de amar, a luchar todo lo que mis fuerzas me
dejen, a hacer todo lo que mejor que mis capacidades me permitan. Voy a pelear
por hacer de mi vida algo para recordar, en memorias ajenas. I’m gonna live till I die.<
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* He aquí la letra de la canción:
I’m gonna live till I die
I’m gonna live till I die / I’m gonna laugh stead of cry / I’m gonna take the town turn it upside down / I’m gonna live, live, live until I die.
They’re gonna say what a guy / I’m gonna play for the sky / Ain’t gonna miss a thing, / I’m gonna have my fling /
I’m gonna live live live until I die.
Those blues I lay low, / I’ll make them stay low / They’ll never trail over my head / I’ll be a devil till I’m an angel / But until then hallelujah /
Gonna dance gonna fly / I’ll take my chance riding high / Before my numbers up I’m gonna fill my cup
/ I’m gonna live, live, live until I die.
(Voy a vivir hasta que muera / voy a reír en vez de llorar / voy a tomar la ciudad y a darle la vuelta / voy a vivir, a vivir, hasta que muera.
Van a decir “qué tío” / voy a luchar por el cielo / no me voy a perder una / me lo voy a pasar de miedo /
voy a vivir, a vivir, hasta que muera.
Estas tristezas que he dominado / las voy a mantener dominadas / nunca me dominarán a mí / seré un diablo hasta que sea un ángel /
pero hasta entonces, ¡aleluya! / voy a bailar, a volar, / voy a coger las riendas / hasta que llegue mi hora voy a aprovechar
hasta la última gota /
voy a vivir, a vivir, hasta que muera.)
Para
escribir a la autora: bmartos1969@yahoo.es
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