Qué
corte debe de dar ser militante del Partido Popular. Eso de manifestarse
públicamente exigiendo al Gobierno que no dialogue... No al diálogo. Qué
fuerte. Me contaron el otro día que un par de energúmenos recorrían su oficina recogiendo
firmas contra el diálogo con ETA. Alguien sensato, a quien le daba vergüenza
negarse simplemente a firmar tal cosa, les pidió que le dejasen leer el texto
que se estaba firmando. No había texto. Claro, unos tipos que piden firmas en
contra del diálogo, ¿para qué van a argumentar nada? Lo contrario me habría
parecido profundamente incoherente. Pero, de todos modos, ¿no les da corte?
Sus
dirigentes no paran de inventar situaciones embarazosas. Como la manifestación
en contra de la devolución al Govern catalán de la
documentación robada por las tropas fascistas durante la guerra civil, para
organizar la represión de sus enemigos, y asegurar la erradicación de la
militancia izquierdista en Cataluña, y en el resto de España. Qué corte, caray, qué corte debe dar negarse en público y a gritos al
traslado físico de un montón de papeles al lugar en que legítimamente se los
debe custodiar, en estos tiempos en los que los soportes digitales hacen
posible que un mismo legajo se encuentre en óptimas condiciones de consulta en
cualquier parte del mundo. Y qué corte compartir manifestación con esos
elementos que piden la muerte de Carod-Rovira. Qué corte que se note que uno es
un facha. Pero qué corte.
Los
que después de estas dos duras pruebas acudan a la manifestación de Madrid en
contra del matrimonio entre homosexuales serán unos campeones, unos resistentes
al corte. Porque qué corte, ¡qué corte!, quedar ante el mundo como un sectario
y un fanático que detesta la idea de que los homosexuales -que les deben parecer
unos guarros y unos viciosos- se casen entre sí, como si eso afectara en algo
al resto de la población.
Sólo
se me ocurre que no tienen vergüenza. Que son unos sinvergüenzas, vamos.
Para
escribir a la autora: bmartos1969@yahoo.es
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